Genesis 6 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 22 versitos |
1 Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas,
2 los hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas las que quisieron.
3 Entonces el Señor dijo: "Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el hombre, porque este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte años".
4 En aquellos días -y aún después- cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad.
5 Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal,
6 se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón.
7 Por eso el Señor dijo: "Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado -y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo- porque me arrepiento de haberlos hecho".
8 Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor.
9 Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo, irreprochable entre sus contemporáneos, y siguió siempre los caminos de Dios.
10 Tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11 Pero la tierra estaba pervertida a los ojos de Dios y se había llenado de violencia.
12 Al ver que la tierra se había pervertido, porque todos los hombres tenían una conducta depravada.
13 Dios dijo a Noé: "He decidido acabar con todos los mortales, porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a destruir junto con la tierra.
14 Constrúyete un arca de madera resinosa, divídela en compartimientos, y recúbrela con betún por dentro y por fuera.
15 Deberás hacerla así: el arca tendrá ciento cincuenta metros de largo, treinta de ancho y quince de alto.
16 También le harás un tragaluz y lo terminarás a medio metro de la parte superior. Pondrás la puerta al costado del arca y harás un primero, un segundo y un tercer piso.
17 Yo voy a enviar a la tierra las aguas del Diluvio, para destruir completamente a todos los seres que tienen un aliento de vida: todo lo que hay en la tierra perecerá.
18 Pero contigo estableceré mi alianza: tú entrarás en el arca con tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos.
19 También harás entrar en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes, de todo lo que es carne, para que sobrevivan contigo; deberán ser un macho y una hembra.
20 Irá contigo una pareja de cada especie de pájaros, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir.
21 Además, recoge víveres de toda clase y almacénalos, para que te sirvan de alimento, a ti y a ellos".
22 Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado.

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Introducción a Genesis


Génesis

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" ( Isa_65:17 ; Rev_21:1 ) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Genesis 6,1-22

1-4. EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se vale de él para ilustrar -como podría hacerlo una parábola- la corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes (5-6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo.

17. El relato del "Diluvio" combina dos tradiciones paralelas, originariamente independientes: una "sacerdotal", y otra "yahvista". Al combinar las dos tradiciones el redactor definitivo respetó esos testimonios recibidos del pasado, sin tratar de eliminar algunas incongruencias en los detalles. Según la tradición "yahvista", por ejemplo, Noé introduce en el arca siete parejas de animales puros y una de impuros; la tradición "sacerdotal", en cambio, menciona una pareja de cada especie. Hay varias narraciones babilónicas del diluvio que presentan sorprendentes analogías con el relato bíblico.

En ellas se conserva el recuerdo de una gran inundación acontecida en la región del Tigris y del Éufrates, que la imaginación popular elevó a las proporciones de un cataclismo universal. A pesar de esas semejanzas, el texto bíblico aparece despojado de todo rasgo politeístico y cargado de un hondo contenido moral: el "Diluvio" simboliza el juicio de Dios sobre el mundo pecador y la salvación concedida a los justos, representados por Noé. Según el Nuevo Testamento, Noé y su familia son una figura de los salvados a través de las aguas del Bautismo ( 1Pe_3:20-21).