I Crónicas 16 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 43 versitos |
1 Luego introdujeron el Arca de Dios y la colocaron en medio de la Carpa que David había hecho levantar para ella, y ofrecieron delante de Dios holocaustos y sacrificios de comunión.
2 Cuando David terminó de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre del Señor,
3 y distribuyó entre todos los israelitas, hombres y mujeres, una porción de pan, un pastel de dátiles y uno de pasas de uva.
4 David puso de servicio delante del Arca del Señor a algunos levitas, para conmemorar, celebrar y glorificar al Señor, el Dios de Israel.
5 Asaf era el jefe; Zacarías, el segundo; y además, Uziel, Semiramot, Iejiel, Matitías, Eliab, Benaías, Obededom y Ieiel, con instrumentos musicales, arpas y cítaras. Asaf hacía sonar los címbalos.
6 Los sacerdotes Benaías y Iajaziel tocaban ininterrumpidamente las trompetas delante del Arca de la Alianza de Dios.
7 Aquel día David dispuso por primera vez que el Señor fuera alabado por Asaf y sus hermanos de esta manera:
8 "¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
9 canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!
10 ¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor!
11 ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
12 recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca!
13 Descendientes de Israel, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
14 el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.
15 El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones,
16 del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:
17 él lo confirmó como norma para Jacob, como alianza eterna para Israel,
18 cuando dijo: "Yo te daré la tierra de Canaán, como porción hereditaria de todos ustedes".
19 Cuando formaban un grupo muy pequeño y eran extranjeros en aquellas regiones;
20 cuando iban de nación en nación y pasaban de un reino a otro pueblo,
21 no toleró que nadie los oprimiera, y castigó a reyes, por amor a ellos:
22 "No toquen a mis ungidos ni maltraten a mis profetas".
23 Cante al Señor toda la tierra, día tras día, proclamen su victoria.
24 Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.
25 Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses.
26 Los dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo;
27 en su presencia hay esplendor y majestad, en su Santuario, poder y alegría.
28 Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor;
29 aclamen la gloria del nombre del Señor, preséntense ante él, trayendo una ofrenda.
30 ¡Que toda la tierra tiemble ante él! El mundo está firmemente establecido: ¡no se moverá jamás!
31 Alégrese el cielo y exulte la tierra, digan entre las naciones: "¡El Señor reina!".
32 Resuene el mar y todo lo que hay en él, regocíjese el campo con todos sus frutos.
33 Griten de gozo los árboles del bosque, griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra.
34 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
35 Díganle: "¡Sálvanos, Dios de nuestra salvación! Congréganos y líbranos de las naciones, para que demos gracias a tu santo Nombre y nos gloriemos en tu alabanza".
36 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, desde siempre y para siempre!". Y todo el pueblo respondió: "¡Amén!". "¡Alabanza al Señor!".
37 David dejó delante del Arca de la Alianza del Señor a Asaf y a sus hermanos, para que prestaran servicio permanentemente delante del Arca, según el ritual de cada día;
38 también dejó a Obededom y a sus sesenta y ocho hermanos. Obededom, hijo de Iedutún, y Josá eran porteros.
39 Al sacerdote Sadoc y a sus hermanos, los sacerdotes, los puso delante de la Morada del Señor, en el lugar alto de Gabaón,
40 para que ofrecieran constantemente sacrificios al Señor en el altar de los holocaustos, por la mañana y por la tarde, según lo que está escrito en la Ley que el Señor dio a Israel.
41 Con ellos estaban Hemán, Iedutún y los demás que habían sido elegidos nominalmente para celebrar al Señor: "¡Porque es eterno su amor!".
42 Hemán y Iedutún tenían consigo trompetas, címbalos e instrumentos musicales para acompañar los cantos de Dios. Los hijos de Iedutún eran porteros.
43 Luego, todo el pueblo se fue a su casa, y David se volvió para bendecir a su casa.

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Introducción a I Crónicas


Primer Libro de las Crónicas

Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero ¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado? Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el 300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la realeza del Señor sobre Israel" ( 1Ch_28:5 ). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del Mesías.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Crónicas 16,1-43

8-36. Este himno está compuesto por fragmentos de Sal. 105; 96; 106.

34. Ver nota Jer_33:11.