II Crónicas  29 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 36 versitos |
1 Veinticinco años tenía Ezequías cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve en Jerusalén. Su madre se llamaba Abiyyá, hija de Zacarías.
2 Hizo lo que es recto a los ojos de Yahvéh, enteramente como lo había hecho David, su padre.
3 En el año primero, y en el primer mes de su reinado, abrió las puertas del templo de Yahvéh y las reparó.
4 Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental,
5 y les dijo: ¡Oídme, levitas! Purificaos ahora, purificad el templo de Yahvéh, Dios de vuestros padres, y sacad fuera del santuario la inmundicia,
6 porque nuestros padres han prevaricado; han hecho lo que es malo a los ojos de Yahvéh, nuestro Dios, lo han abandonado, han apartado su rostro del tabernáculo de Yahvéh y le han dado la espalda.
7 Incluso cerraron las puertas del vestíbulo, apagaron las lámparas, y dejaron de quemar incienso y de ofrecer holocaustos en el santuario al Dios de Israel.
8 Por ello, la cólera de Yahvéh se ha abatido sobre Judá y Jerusalén, y los ha hecho objeto de espanto, de estupor y de escarnio, como estáis viendo con vuestros propios ojos.
9 Por eso nuestros padres han caído al filo de la espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres están por ello en cautiverio.
10 Pero ahora he decidido en mi corazón que pactemos una alianza con Yahvéh, Dios de Israel, para que aparte de nosotros el furor de su ira.
11 Hijos míos, no seáis ahora negligentes, porque a vosotros os ha elegido Yahvéh, para que permanezcáis delante de él y a su servicio, para que, como ministros suyos, le queméis incienso.
12 Levantáronse entonces los levitas: de los hijos de Quehat: Májat, hijo de Amasay, y Yoel, hijo de Azarías; de los hijos de Merarí: QuiS, hijo de Abdí, y Azarías, hijo de YehaHelel; de los hijos de Guersón: Yoaj, hijo de Zimmá, y Edén, hijo de Yoaj;
13 de los hijos de Elisafán: Simrí y Yeiel; de los hijos de Asaf: Zacarías y Mattanías;
14 de los hijos de Hernán: Yejiel y Simí; y de los hijos de Yedutún: Semayá y Uzziel.
15 Éstos reunieron a sus hermanos y se purificaron. Y de acuerdo con el mandato del rey, según declaración de Yahvéh, fueron luego a purificar el templo de Yahvéh.
16 Los sacerdotes entraron en el interior del templo de Yahvéh para purificarlo. Y sacaron fuera, al atrio del templo de Yahvéh, todas las inmundicias que hallaron en el santuario de Yahvéh. Los levitas las amontonaron y las arrojaron fuera, al torrente Cedrón.
17 Comenzaron la purificación el día primero del primer mes, y el día octavo del mes llegaron al vestíbulo de Yahvéh. Purificaron luego el templo de Yahvéh durante otros ocho días, de modo que acabaron el día dieciséis del primer mes.
18 Presentáronse luego al rey Ezequías y le dijeron: Hemos purificado todo el templo de Yahvéh: el altar de los holocaustos con todos sus utensilios y la mesa de los panes de la proposición con todos los suyos.
19 Asimismo hemos preparado y purificado todos los objetos que profanó con sus prevaricaciones el rey Ajaz durante su reinado. Ya están delante del altar de Yahvéh.
20 El rey Ezequías se levantó muy de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y subió al templo de Yahvéh.
21 Trajeron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos, como sacrificio expiatorio por el reino, por el santuario y por Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de Aarón, que los ofrecieran sobre el altar de Yahvéh.
22 Inmolaron los novillos, y los sacerdotes recogieron la sangre y la vertieron sobre el altar. Luego inmolaron los carneros, y derramaron la sangre sobre el altar; después inmolaron los corderos, y vertieron también la sangre sobre el altar.
23 Acercaron luego los machos cabríos para el sacrificio por el pecado ante el rey y la asamblea, quienes pusieron las manos sobre ellos.
24 Los inmolaron los sacerdotes y derramaron la sangre sobre el altar, para expiar por los pecados de todo Israel, pues el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio de expiación fuera por todo Israel.
25 Luego estableció a los levitas en el templo de Yahvéh con címbalos, arpas y cítaras, conforme a lo dispuesto por David, por Gad, el vidente del rey, y por el profeta Natán, porque era mandato de Yahvéh transmitido por sus profetas. '
26 Cuando los levitas, con los instrumentos de David, y los sacerdotes con las trompetas ocuparon su sitio,
27 mandó Ezequías ofrecer el holocausto sobre el altar. Y en el momento de comenzar el holocausto, comenzaron también los cantos a Yahvéh y el sonar de las trompetas, acompañadas de los instrumentos de David, rey de Israel.
28 Toda la asamblea estaba postrada, mientras se cantaban los cánticos y las trompetas sonaban. Y así, hasta que acabó el holocausto.
29 Terminado el holocausto, el rey y todos los que con él estaban doblaron las rodillas y se postraron.
30 Después el rey Ezequías y los jefes ordenaron a los levitas que entonaran alabanzas a Yahvéh con las palabras de David y de Asaf, el vidente. Ellos, con gran júbilo, cantaron las alabanzas; y luego doblaron las rodillas y se postraron.
31 Ezequías tomó la palabra y dijo: Ahora os habéis consagrado ya a Yahvéh ; acercaos, pues, y presentad sacrificios pacíficos y de acción de gracias al templo de Yahvéh. Y la asamblea ofreció sacrificios pacíficos y de acción de gracias; pero los más generosos ofrecieron también holocaustos.
32 El número de holocaustos que presentó la asamblea fue de setenta novillos, cien carneros y doscientos corderos: todos ellos en holocausto a Yahvéh.
33 Además, las ofrendas sagradas fueron seiscientos toros y tres mil ovejas.
34 Como los sacerdotes eran demasiado pocos y no bastaban para degollar todos estos holocaustos, sus hermanos los levitas les ayudaron hasta terminar la tarea y hasta que se hubieran purificado los sacerdotes, pues los levitas se habían mostrado mejor dispuestos que los sacerdotes a purificarse.
35 Hubo, además, muchos holocaustos con las grasas de los sacrificios pacíficos y libaciones para los holocaustos. Así quedó restablecido el culto en el templo de Yahvéh.
36 Ezequías y todo el pueblo estaban contentos de que Dios hubiera dispuesto al pueblo así, pues todo se hizo como de improviso.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas