Esdras  9 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 15 versitos |
1 ° Acabado todo esto, se acercaron a mí los jefes para decirme: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han apartado de las gentes del país, pues han caído en las prácticas perversas de cananeos, hititas, pereceos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios e idumeos.
2 Tanto ellos como sus hijos se han casado con las hijas de estos, mezclando así la raza santa con las gentes del país. Y los primeros en caer en esa infidelidad fueron los jefes y los magistrados».
3 Al oír esto, rasgué mi vestidura y mi manto, arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba y me senté abatido.
4 Entonces, todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel se reunieron conmigo al conocer la infidelidad de los repatriados. Yo permanecí sentado, abatido, hasta la hora de la ofrenda de la tarde.
5 A la hora de la ofrenda de la tarde salí de mi abatimiento y, con mi vestidura y el manto rasgados, me arrodillé, extendí las palmas de mis manos hacia el Señor, mi Dios,
6 y exclamé: «Dios mío, estoy avergonzado y confundido; no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti, porque nos hemos hecho culpables de numerosas faltas y nuestros delitos llegan hasta el cielo.
7 Desde la época de nuestros padres hasta hoy hemos pecado gravemente. Por causa de nuestros delitos, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a los reyes extranjeros, a la espada, a la esclavitud, al saqueo y a la vergüenza, como sucede todavía hoy.
8 Pero ahora, en un instante, el Señor nuestro Dios nos ha otorgado la gracia de dejarnos un resto y de concedernos un lugar en el templo santo. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud.
9 Porque somos esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en nuestra esclavitud, sino que nos ha otorgado el favor de los reyes de Persia, nos ha dado un respiro para reconstruir el templo de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos ha proporcionado un refugio seguro en Judá y en Jerusalén.
10 Pero ahora, ¡oh Dios nuestro!, ¿qué podemos decir? A pesar de todo esto, hemos abandonado tus mandamientos,
11 que habías prescrito por medio de tus siervos los profetas, cuando dijiste: “La tierra que vais a ocupar es una tierra manchada por la inmundicia de las gentes de la tierra y por las abominaciones con que la han llenado de un extremo a otro con su impureza.
12 Así pues, no caséis a vuestras hijas con sus hijos, ni deis vuestros hijos a sus hijas; no busquéis su paz ni su prosperidad. Así os haréis fuertes, comeréis de lo mejor de esta tierra y la dejaréis en herencia a vuestros hijos para siempre”.
13 Ciertamente, todo lo que nos ha sobrevenido ha sido por nuestras maldades y grandes culpas —y eso que tú, ¡Dios nuestro!, nos has imputado menos culpa de la que teníamos y nos has dejado un resto como este—.
14 Y después de esto, ¿volveremos a incumplir tus mandamientos uniéndonos con estas gentes abominables? ¿No te irritarías contra nosotros hasta exterminarnos, sin dejar este pequeño resto?
15 ¡Oh Señor, Dios de Israel, eres justo al haber dejado como muestra este pequeño resto que somos! Aquí nos tienes con nuestra culpa. En verdad, somos indignos de estar en tu presencia».

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Introducción a Esdras 

ESDRAS

Los actuales libros de Esdras y Nehemías, que narran el regreso de los israelitas del exilio de Babilonia en torno al año 538 a.C., tras la proclamación del edicto de Ciro, fueron una misma obra literaria que, en algún momento, alguien dividió en dos. Es posible que ambos fueran, a su vez, la segunda parte de otra obra más extensa encabezada por 1-2 Crónicas.

En todo caso, son el único referente literario completo que tenemos de la restauración y reconstrucción de Jerusalén después del exilio de Babilonia. Sus descripciones ponen de manifiesto una nueva etapa en la historia israelita. La experiencia del exilio hizo que la restauración se convirtiera en un momento muy importante, que dio lugar al nacimiento de una nueva idea de pueblo. El autor recurre al pasado para comprender el presente y diseñar el futuro. Desde esta concepción, el pasado justifica el presente e ilumina el futuro. Una vez más, la fidelidad a los preceptos y mandatos de la tradición (reflejados en la legislación mosaica) son la garantía del buen hacer y de la presencia de Dios en la vida del pueblo. El alejamiento o incumplimiento de las leyes divinas será el origen de desgracias futuras que hay que evitar.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Esdras  9,1-15*5-10 Segunda parte del libro. Los hechos narrados tuvieron lugar durante el gobierno del rey Artajerjes (465-424 a.C.), unos ochenta años después de la declaración de Darío I descrita en el capítulo anterior. Este dato sitúa el ministerio de Esdras entre el momento de la dedicación del templo (515 a.C.) y la llegada de Nehemías (445 a.C.).


Esdras  9,1-15*7:27-9:15 Este texto está redactado en primera persona y se conoce con el nombre de Memorias de Esdras (véase Neh 8:1-18; Neh 9:1-38). Comienza con una nueva expresión de la protección de Dios hacia Esdras (véase Esd 7:6).
Esdras  9,1-15*9 La situación de desorden que había ocasionado el exilio hace que surjan nuevas normas relativas a la identidad judía. La prohibición de los matrimonios con no judíos es una de las primeras leyes que había que abordar.