JOB
Aunque este libro, probablemente, se terminó de escribir entre los siglos vi y iii a.C., contiene un tema y algunos rasgos teológicos cuyo origen es mucho más antiguo. Nos encontramos ante un poeta que sabe hacer un uso genial de todos los recursos estilísticos de la poesía hebrea. Job se ve de pronto desposeído de todo y brota su pregunta: ¿De qué sirve la honradez? ¿Es Dios injusto y caprichoso? Así queda planteado el problema que trata de resolver el autor: la inexistencia práctica de la retribución divina, la acusación de injusticia a Dios, una crítica a la teología convencional, representada por las intervenciones de los tres amigos. El Señor responde indirectamente a las quejas de Job. Si para Job este mundo es un caos, Dios le hace ver que se trata de un cosmos conducido por su sabiduría y su justicia, cualidades divinas que escapan a la comprensión humana. La experiencia vivida por Job desde la «intemperie» ha aumentado su sabiduría: antes conocía a Dios «de oídas», pero ahora lo «han visto sus ojos» (Job 42:5).
Job 35,1-16*32-37 Después de la última intervención de Job, con la apostilla Fin de las palabras de Job, se esperaría la intervención divina (que no aparece hasta el cap. Job 38:1-41). En su lugar nos encontramos con la intervención de un tal Elihú, que no ha sido hasta ahora mencionado y cuyos discursos casi nada añaden desde la perspectiva de la argumentación a los de los tres amigos. Por otra parte, ni Job ni Dios le responden, aunque en algunos momentos parece anticipar ideas que encontramos en los discursos del Señor.