Salmos 141 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 10 versitos |
1 Salmo de David.

Yo te invoco, Señor, ven en seguida, presta oído a mi voz cuando te llamo;
2 que ante ti se haga valer como el incienso mi plegaria, mi elevación de manos, como la ofrenda de la tarde.
3 Pon, Señor, a mi boca vigilancia y custodia la puerta de mis labios.
4 No me dejes tender a la maldad ni, con hombres malvados, ocuparme en acciones criminales: no me alimente yo de sus delicias.
5 Que el justo me golpee y el pío me reprenda; mas el óleo del malvado no es lo grato a mi cabeza: yo sigo en mi oración contra sus maleficios.
6 Despeñan a sus jueces de la roca y escuchan para regalo mis palabras.
7 Como la tierra en surcos y agrietada, así están, a la boca del Seol, dislocados nuestros huesos.
8 Mas mis ojos, Señor, van hacia ti, y en ti busco refugio: no dejes que mi vida se derrame,
9 presérvame del lazo que me tienden, de la intriga del fautor de iniquidad.
10 Que los malvados caigan en sus redes, mientras logro yo salvarme.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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