Salmos 22 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 31 versitos |
1 Del director; según la cierva de la aurora. Salmo, de David.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado, ajeno a mi socorro y a mis gemidos?
2 Clamo, mi Dios, de día y no respondes; por la noche, y no puedo hallar reposo.
3 Tú, cierto, eres el santo, el que domina en las alabanzas de Israel.
4 A ti se abandonaron nuestros padres, se abandonaron, y tú los liberaste;
5 clamaron hacia ti y fueron preservados, a ti se abandonaron y no sufrieron decepción.
6 Pero yo soy un gusano, más que un hombre, vergüenza del humano, desprecio de las gentes.
7 Todos los que me ven me hacen mofa, despegando los labios, moviendo la cabeza:
8 Se dirige a Yahvéh, que él le defienda, que le libere él, ya que le ama.
9 Tú, cierto, me sacaste del seno maternal, me sostuviste a los pechos de mi madre;
10 a tu cargo quedé ya desde el seno, desde el vientre materno ya eres tú mi Dios.
11 No te alejes de mí, pues la angustia está cerca, y no hay otro que me ampare.
12 Manada de novillos me circunda, los toros de Basan me ponen cerco;
13 hacia mi abren sus fauces, como león que ruge y que devora.
14 Como el agua me disuelvo, todos mis huesos se dislocan; mi corazón es como cera, que se derrite en mis entrañas.
15 M¡ garganta está, como una teja, enjuta y mi lengua, pegada al paladar: me has reducido a polvo inanimado.
16 Mastines me circundan y me asedia una turba de malvados, ligadas mis manos y mis pies.
17 Mientras cuento yo mis huesos, observan ellos y no quitan ojo.
18 Reparten entre sí mis vestiduras y sobre mi manto tiran suertes.
19 Y tú, Señor, no te tengas a distancia; mi socorro, ven presto a mi asistencia.
20 Salva mi vida de la espada, de la garra del perro, mi bien único;
21 líbrame de las fauces del león, de los cuernos del búfalo defiéndeme.
22 Yo hablaré de tu nombre a mis hermanos, en la plena asamblea cantaré tus alabanzas.
23 Bendecid al Señor, sus servidores, rendidle vasallaje, estirpe de Jacob, temblad en su presencia, linaje de Israel.
24 Él no burla ni desdeña la aflicción de los humildes, ni retrae de ellos su mirada: en clamando hacia él, los escucha.
25 De ti parten mis loores en la gran asamblea, ante los que te temen cumpliré yo mis promesas.
26 Los pobres comerán hasta saciarse, los que buscan al Señor lo alabarán: su corazón ha de vivir por siempre.
27 Recordarán y volverán hacia el Señor todos los confines de la tierra: ante él se postrarán las familias todas de las gentes.
28 El reino es del Señor y él es el que domina en las naciones.
29 Sólo a él han de adorar los satisfechos de la tierra, ante él se inclinarán los que bajan al polvo, con el alma sin vida.
30 Su descendencia ha de servirle, del Señor se cantará por las generaciones.
31 A medida que vengan, dirán de su justicia, a las gentes que nazcan, lo que ha hecho.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas