Salmos 89 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 52 versitos |
1 Maskil, de Etán el indígena. El amor del Señor quiero cantar por siempre, anunciar tu lealtad por las generaciones.
2 Yo puedo bien decir: tu amor está por siempre establecido y afirmada en el cielo tu lealtad.
3 Yo hice con mi elegido una alianza, he jurado a David, mi servidor:
4 Yo establezco por siempre tu semilla y te construyo un trono, por las generaciones. Selah
5 Los cielos te dan gracias, Señor, por tus portentos, y por tu fidelidad, la asamblea de los santos.
6 ¿Quién podría en los cielos compararse al Señor? ¿Quién podría igualársele entre los hijos de los dioses?
7 Dios temible en el consejo de los santos, terrible en todos sus alrededores.
8 Señor, Dios de los ejércitos, ¿quién hay potente como tú, oh Yahvéh, y tu fidelidad en torno a ti?
9 Tú dominas la furia de los mares, sus olas engreídas, tú las haces callar;
10 tú aplastas a Ráhab como un cadáver, con tu brazo poderoso dispersas tus enemigos.
11 Tuyo es el cielo, lo mismo que la tierra; el orbe y su plenitud, eres tú quien lo ha fundado:
12 tú creaste norte y sur, el Tabor y el Hermón exultan en tu nombre.
13 Tienes brazo con denuedo de guerrero, tu mano es esforzada, tu diestra se levanta.
14 Rectitud y justicia son las bases de tu trono, amor y lealtad preceden tu presencia.
15 Dichosa la nación experta en aclamar, que camina, Señor, a la luz de tu presencia.
16 En tu nombre se goza todo el día y en tu justicia se realza.
17 Tú eres, en efecto, la gloria de su fuerza y por tu amor levantas nuestra frente.
18 Del Señor es nuestro escudo y del santo de Israel es nuestro rey.
19 En visión hablaste un día a tus amados, y dijiste: Yo pongo mi asistencia sobre un héroe, yo realzo del pueblo un elegido;
20 he encontrado a David, mi servidor, y con óleo sagrado lo he ungido.
21 Mi mano será firme en su favor, mi brazo le dará la fortaleza:
22 habrá de avasallarlo el enemigo, ni el hijo de maldad podrá humillarle.
23 Postraré delante de él sus opresores, heriré al que lo odie;
24 mi lealtad y mi amor están con él, y en mi nombre podrá erguir su frente.
25 Sobre el mar pondré su mano, sobre los ríos, su derecha.
26 El me habrá de llamar: Mi padre eres tú, tú mi Dios y la roca de mi triunfo.
27 Yo le haré, además, el primogénito, el mayor de entre los reyes de la tierra.
28 Guardaréle el amor eternamente y mi alianza será con él leal.
29 Yo establezco por siempre su semilla, su trono, como los días de los cielos.
30 Si sus hijos se apartan de mi ley y no siguen mis juicios,
31 si profanan mis mandatos y no guardan mis preceptos,
32 visitaré sus rebeldías con la vara, sus maldades, con azotes.
33 Mas no retiraré de él mi favor ni mentiré a mi lealtad;
34 jamás profanaré yo mi alianza ni cambiaré lo dicho por mis labios.
35 Una cosa he jurado en santidad: que a David no he de mentir.
36 Su estirpe durará perpetuamente, su trono, como el sol en mi presencia;
37 estará por siempre firme, cual la luna, un testimonio fiel en el espacio. Selah
38 Pero tú le has desechado y despreciado, te has airado con tu ungido,
39 has burlado la alianza de tu siervo, profanado por tierra su corona.
40 Tú has llenado de brechas sus vallados, convertido sus fuertes en escombros:
41 los transeúntes todos lo despojan, reducido al escarnio de vecinos.
42 Tú realzas la diestra a su opresor y das pasto de gozo a su enemigo:
43 tú dejaste embotar el filo de su espada y no le haces tenerse en el combate.
44 Tú le has hecho cesar en su esplendor y has tirado su trono por el suelo.
45 Acortaste sus días de vigor, le dejaste cubrirse de deshonra. Selah
46 ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te ocultarás por siempre? ¿Arderá tu rencor igual que el fuego?
47 Recuerda: Yo, ¿cuál es mi duración? ¿Para qué precario fin has creado todos los hijos de los hombres?
48 ¿Quién habrá de vivir sin ver la muerte, escapar del dominio de Seol?
49 ¿En dónde están, Señor, tus favores de otro tiempo, que juraste a David en lealtad?
50 Ten en cuenta, Señor, los ultrajes de tus siervos- de las gentes numerosas que yo llevo en mi seno -,
51 los ultrajes que infligen, Señor, tus enemigos, profanando las huellas de tu ungido.
52 Bendito para siempre sea el Señor. Amén, amén.

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Introducción a Salmos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas