Exodo  13 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 22 versitos |
1 El Señor habló a Moisés en estos términos:
2 Conságrame a todos los primogénitos. Porque las primicias del seno materno entre los israelitas, sean hombres o animales, me pertenecen.
3 Moisés dijo al pueblo: Guarden el recuerdo de este día en que ustedes salieron de Egipto, ese lugar de esclavitud, porque el Señor los sacó de allí con el poder de su mano. Este día, no comerán pan fermentado.
4 Hoy, en el mes de Abib, ustedes salen de Egipto.
5 Y cuando el Señor te introduzca en el país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los jivitas y los jebuseos, en el país que el Señor te dará porque así lo juró a tus padres -esa tierra que mana leche y miel- celebrarás el siguiente rito en este mismo mes:
6 Durante siete días, comerás pan sin levadura, y el séptimo día habrá una fiesta en honor del Señor.
7 Durante los siete días, el pan fermentado y la levadura no se verán en todo tu territorio.
8 Y ese día darás a tu hijo la siguiente explicación: "Esto es así, a causa de lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto".
9 Este rito será como un signo en tu mano y como un memorial ante tus ojos, para que la ley del Señor esté siempre en tus labios por que el Señor te sacó de Egipto con mano poderosa.
10 Observa cada año esta prescripción, a su debido tiempo.
11 Cuando el Señor te introduzca en el país de los cananeos, como lo juró a ti y a tus padres, y cuando te lo haya dado,
12 consagrarás al Señor todos los primogénitos; y el primogénito de tus animales, si es macho, también pertenecerá al Señor.
13 Al primogénito del asno, en cambio, lo rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas, deberás desnucarlo. También rescatarás a tu hijo primogénito.
14 Y cuando, el día de mañana, tu hijo te pregunte qué significa esto, tú le responderás: "Con el poder de su mano, el Señor nos sacó de Egipto, donde fuimos esclavos.
15 Como el Faraón se había obstinado en no dejarnos partir, el Señor hizo morir a todos los primogénitos machos de mi ganado, y rescató a mi hijo primogénito".
16 Esto será como un signo en tu mano y como una marca sobre tu frente, porque el Señor nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano.
17 Cuando el Faraón dejó partir al pueblo, Dios no lo llevó por la ruta que atraviesa el país de los filisteos, aunque es la más directa, porque pensó: "Es posible que al verse atacados se arrepientan y regresen a Egipto".
18 Por eso les hizo dar un rodeo, y los llevó hacia el Mar Rojo por el camino del desierto. Al salir de Egipto, los israelitas iban muy bien equipados.
19 Moisés tomó consigo los restos de José, porque este había comprometido a los israelitas con un juramento solemne, diciéndoles: "El Señor vendrá a visitarlos, y entonces ustedes se llevarán mis huesos de aquí".
20 Después que partieron de Sucot, acamparon en Etam, al borde del desierto.
21 El Señor iba al frente de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos, de manera que pudieran avanzar de día y de noche.
22 La columna de nube no se apartaba del pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.

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Introducción a Exodo 


Éxodo

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo ( Isa_43:18-21 ) y una nueva Alianza ( Jer_31:31-34 ) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" ( 1Co_5:7 ), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" ( Heb_8:6 ). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo ( 1Co_10:1-4 ).

LA MISIÓN DE MOISÉS


Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "
Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" ( Heb_11:25 , Heb_11:27 ). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios..

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Exodo  13,1-22

9. El "signo" y el "memorial" aluden a los tatuajes u otras señales que usaban algunos pueblos para indicar la pertenencia étnica o religiosa. El texto bíblico sustituye estas marcas materiales por la proclamación de una "palabra" (v. 8), que expresa la fe de Israel y acompaña a la celebración del rito (la Fiesta de los Ácimos y, en el v.16, la ofrenda de los primogénitos). En Deu_6:8 y 11. 18, se encuentran fórmulas similares, que dieron origen al uso de las "filacterias". Ver nota Mat_23:5.

13. El sacrificio de los primogénitos es un caso particular de la ofrenda de todas las primicias (22. 28-29). El asno no podía ser ofrecido en sacrificio, y por eso debía ser rescatado. Si no se lo rescataba, había que matarlo de manera no ritual, o sea, sin derramamiento de sangre.

17. La ruta de los filisteos era el camino normal para ir de Egipto a Canaán, porque bordeaba la costa del Mediterráneo y estaba jalonada de manantiales y de lugares fortificados.

18. La expresión hebrea que se traduce como "Mar Rojo", significa literalmente "Mar de los Papiros".

22. "Columna de nube": la nube es un signo de la presencia divina, velada pero activa. En las diversas tradiciones del Pentateuco, esa presencia está simbolizada de diversas maneras: según la tradición "yahvista", el Señor guía a su pueblo por el desierto en la columna de nube y en la columna de fuego. En los documentos "elohístas", Dios se manifiesta en una nube, que desciende hasta cubrir la entrada de la Carpa del Encuentro (33. 9). El descenso de la nube parece corresponder más a una "visita" de Dios que a una presencia constante. Según la tradición "sacerdotal", la nube cubre la Morada en el momento en que esta es erigida, y permanece sobre ella de manera permanente, señalando con sus desplazamientos el comienzo y el fin de cada etapa (40. 34-38).