Exodo  30 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 También harás un altar para quemar el incienso. Lo harás de madera de acacia,
2 de cincuenta centímetros de largo por cincuenta de ancho, es decir, cuadrado. Tendrá un metro de alto. Sus cuernos formarán una sola pieza con él.
3 Recubrirás de oro puro su parte superior, sus costados y sus cuernos, y le colocarás alrededor una moldura de oro.
4 Luego le harás unas argollas de oro, y las pondrás debajo de la moldura, dos de un lado y dos del otro, a fin de pasar por ellas las andas que servirán para transportarlo.
5 Estas últimas las harás de madera de acacia y las recubrirás de oro.
6 Después pondrás el altar delante del velo que oculta el Arca del Testimonio, frente a la tapa que está sobre el arca, allí donde yo me encontraré contigo.
7 Todas las mañanas, al preparar las lámparas, Aarón deberá quemar en él incienso aromático;
8 y a la hora del crepúsculo, cuando vuelva a arreglar las lámparas, lo hará nuevamente. Y ustedes presentarán constantemente delante del Señor esta ofrenda de incienso aromático, a través de las generaciones.
9 No ofrecerán sobre él incienso profano, no holocaustos, ni oblaciones, ni derramarán sobre él ninguna libación.
10 Una vez al año, Aarón realizará el rito de expiación sobre los cuernos del altar. Con la sangre del sacrificio ofrecido el día de la Expiación, hará el rito de expiación a lo largo de las generaciones. Este altar es una cosa santísima, consagrada al Señor.
11 El Señor habló a Moisés en estos términos:
12 Cuando hagas un censo de los israelitas, cada uno pagará al Señor el rescate de su vida, para que no recaiga sobre ellos ninguna calamidad con ocasión del empadronamiento.
13 La cantidad que pagarán todos los que sean sometidos al censo será medio siclo, según el peso de los siclos del Santuario; y este será un tributo reservado al Señor.
14 Todos los que sean sometidos al censo, o sea, los que tengan más de veinte años, pagarán la ofrenda reservada al Señor.
15 El rico no dará más de medio siclo, ni el pobre menos, para cumplir con el impuesto debido al Señor en rescate de sus vidas.
16 Tú recibirás de los israelitas el dinero del rescate y lo destinarás para el servicio de la Carpa del Encuentro. Eso servirá de memorial delante del Señor, en favor de los israelitas, para el rescate de sus vidas.
17 El Señor habló a Moisés en estos términos:
18 Harás una fuente de bronce, con su base también de bronce, para las abluciones. La pondrás entre la Carpa del Encuentro y el altar, y la llenarás de agua,
19 para que en ella se laven los pies Aarón y sus Hijos.
20 Se lavarán cuando entren en la Carpa del Encuentro, para no morir. Y harán lo mismo antes de acercarse al altar a presentar la ofrenda que se quema para el Señor.
21 Se lavarán las manos y los pies, para no morir. Este es un decreto irrevocable para Aarón y sus descendientes, a través de las generaciones.
22 El Señor habló a Moisés en estos términos:
23 Consigue especies aromáticas de la mejor calidad: quinientos ciclos de mirra pura, la mitad -o sea, doscientos cincuenta siclos- de cinamomo, doscientos cincuenta siclos de caña aromática,
24 quinientos siclos de casia -todo esto en siclos del Santuario- y siete litros de aceite de oliva;
25 y prepara con ellos una mezcla aromática, como lo sabe hacer el fabricante de perfumes. Este será el óleo para la unción sagrada.
26 Con él deberás ungir la Carpa del Encuentro, el Arca del Testimonio,
27 la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con sus accesorios, el altar de los perfumes,
28 el altar de los holocaustos con todos sus accesorios y la fuente con su base.
29 Así los consagrarás, y serán una cosa santísima. Todo aquello que los toque quedará consagrado.
30 También ungirás a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que ejerzan mi sacerdocio.
31 Luego hablarás a los israelitas en estos términos: Ustedes emplearán este óleo para la unción sagrada, a lo largo de sus generaciones.
32 El no será derramado sobre el cuerpo de ningún hombre y no se hará ningún otro que tenga la misma composición. Es una cosa santa, y como tal deberán considerarlo.
33 El que prepare una mezcla semejante o derrame el óleo sobre un extraño, será excluido de su pueblo.
34 El Señor dijo a Moisés: Consigue las siguientes sustancias aromáticas en cantidades iguales: resina, ámbar, gálbano perfumado e incienso puro,
35 mezcla todo eso, como lo hace un fabricante de perfumes, para hacer un perfume salado, puro y santo.
36 Reduce a polvo una parte de él y colócala delante del Arca del Testimonio, en la Carpa del Encuentro, o sea, en el lugar donde yo me encontraré contigo. Esto será para ustedes una cosa santísima,
37 y para su uso personal no harán ningún otro que tenga la misma composición. Deberás considerarlo algo consagrado al Señor.
38 Cualquiera que prepare otro semejante para aspirar su fragancia, será excluido de su pueblo.

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Introducción a Exodo 


Éxodo

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo ( Isa_43:18-21 ) y una nueva Alianza ( Jer_31:31-34 ) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" ( 1Co_5:7 ), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" ( Heb_8:6 ). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo ( 1Co_10:1-4 ).

LA MISIÓN DE MOISÉS


Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "
Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" ( Heb_11:25 , Heb_11:27 ). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios..

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas