Exodo  9 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 35 versitos |
1 Dijo Yahvéh a Moisés: Ve al Faraón y dile: Así habla Yahvéh, Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me dé culto.
2 Si te niegas a dejarle partir y lo retienes todavía,
3 pesará la mano de Yahvéh sobre tus ganados que están en el campo: sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos y sobre el ganado mayor y menor vendrá una gravísima peste.
4 Pero Yahvéh hará distinción entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que de cuanto pertenece a los hijos de Israel nada morirá.
5 Fijó después Yahvéh el plazo diciendo: Mañana realizará Yahvéh esto en el país.
6 Y a partir del día siguiente cumplió Yahvéh su palabra; y murieron todos los ganados de Egipto, pero no pereció ni uno solo de los ganados de los hijos de Israel.
7 Se informó el Faraón, y he aquí que no había muerto ni un solo animal de los ganados de los hijos de Israel. Con todo, se endureció el corazón del Faraón, y no dejó partir al pueblo.
8 Dijo Yahvéh a Moisés y a Aarón: Procuraos dos puñados de hollín de horno, y que Moisés lo lance al aire en presencia del Faraón;
9 se trocará en polvo que caerá sobre toda la tierra de Egipto, y producirá úlceras purulentas en los hombres y en los animales de todo el territorio de Egipto.
10 Tomaron, pues, hollín de horno, y puestos delante del Faraón, Moisés lo lanzó al aire y el hollín provocó úlceras purulentas en personas y animales.
11 No pudieron los magos permanecer delante de Moisés por causa de las úlceras, pues a los magos les salieron úlceras al igual que a todos los egipcios.
12 Endureció Yahvéh el corazón del Faraón y éste no los escuchó, tal y como lo había predicho Yahvéh a Moisés.
13 Dijo Yahvéh a Moisés: Levántate temprano, preséntate al Faraón y dile: Esto dice Yahvéh, Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me rinda culto.
14 Porque esta vez enviaré todas mis plagas contra ti mismo, contra tus servidores y contra tu pueblo, para que sepas que nadie hay como yo en toda la tierra.
15 Si en un principio hubiera extendido mi mano y te hubiese herido con la peste, a ti y a tu pueblo, habrías desaparecido de la tierra.
16 Pero te he dejado con vida, para darte a conocer mi fuerza, y para que mi nombre se divulgue sobre toda la tierra.
17 Tú te opones todavía a mi pueblo y no lo dejar ir.
18 Pero mira que mañana, a esta misma hora, haré llover una granizada tan fuerte, como no la hubo igual en Egipto desde el día en que fue fundado hasta hoy.
19 Ahora pues, envía a poner a salvo tu ganado y cuanto tienes en el campo. Sobre todo hombre y todo animal que se halle en el campo y no esté cobijado bajo techo, caerá el granizo, y morirán.
20 Los que de entre los siervos del Faraón temían a Yahvéh, hicieron que se refugiaran en casa sus siervos y ganados;
21 pero el que no prestó oídos a la palabra de Yahvéh dejó a sus siervos y a sus ganados en el campo.
22 Dijo Yahvéh a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo y que granice en toda la tierra de Egipto, sobre hombres y animales y sobre toda hierba del campo que hay en el país de Egipto.
23 Extendió Moisés su cayado hacia el cielo, y Yahvéh mandó truenos y granizo, y cayeron rayos sobre la tierra. Yahvéh hizo llover granizo sobre el país de Egipto.
24 Granizó y cayeron rayos en medio del granizo. Tan intensa fue la granizada que no hubo otra igual en todo el país de Egipto desde que se constituyó en nación.
25 El granizo hirió en todo el territorio de Egipto cuanto había en el campo, desde los hombres hasta los animales. Trituró también todas las hierbas del campo y destrozó todos los árboles del campo.
26 Sólo en la tierra de Gosen, donde residían los hijos de Israel, no granizó.
27 El Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: Esta vez he pecado. Yahvéh es justo; yo y mi pueblo somos culpables.
28 Orad a Yahvéh para que cesen los truenos de Dios y el granizo; os dejaré salir, y no os quedaréis aquí por más tiempo.
29 Respondióle Moisés: Cuando salga de la ciudad extenderé mis manos a Yahvéh, cesarán los truenos, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es de Yahvéh.
30 Pero sé bien que ni tú ni tus servidores teméis aún a Yahvéh Dios.
31 El lino y la cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya espigada y el lino en flor;
32 pero ni el trigo ni el centeno, por ser tardíos, fueron dañados.
33 Luego de salir Moisés de casa del Faraón y de la ciudad, extendió las manos hacia Yahvéh, y cesaron los truenos y el granizo, y no cayó más lluvia sobre la tierra.
34 Cuando el Faraón vio que había cesado la lluvia, y también el granizo y los truenos, volvió a pecar endureciendo su corazón, él y sus servidores.
35 Se endureció el corazón del Faraón y no dejó partir a los hijos de Israel, tal y como había predicho Yahvéh por boca de Moisés.

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Introducción a Exodo 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas