Proverbios 20 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 30 versitos |
1 El vino es excitante y la bebida turbulenta: el que se embriaga no se hará sabio.
2 Como rugido de león es la furia del rey: el que lo pone fuera de si se juega la vida.
3 Es un honor para el hombre evitar las disputas, pero el necio provoca su estallido.
4 El perezoso no ara en otoño, en la cosecha busca, y no hay nada.
5 Aguas profundas son los designios del corazón humano: el hombre inteligente sabe extraerlas.
6 Muchos se precian de su fidelidad, pero ¿quién encontrará a un hombre sincero?
7 El justo camina con integridad, ¡felices sus hijos después de él!
8 Un rey sentado en el tribunal discierne con su mirada toda maldad.
9 ¿Quién puede decir: "Purifiqué mi corazón, estoy limpio de mi pecado"?
10 Usar dos pesas y dos medidas, ambas cosas las hizo el Señor.
11 Por su manera de obrar, el niño ya da a conocer si su conducta será pura y recta.
12 El oído que oye y el ojo que ve: ambas cosas las hizo el Señor.
13 No ames el sueño, para no empobrecerte, abre bien los ojos y te saciarás de pan.
14 ¡"Malo, malo!", dice el comprador, pero apenas sale, se felicita.
15 Hay oro y muchas perlas, pero nada más precioso que una boca sabia.
16 Toma su ropa, porque salió fiador de otro, tómalo a él como prenda, porque dio su aval a gente extraña.
17 Es agradable al hombre el pan de la mentira, pero después la boca se le llena de guijarros.
18 Los proyectos se afianzan con el consejo y la guerra se hace con estrategia.
19 El calumniador descubre los secretos, no tengas nada que ver con un charlatán.
20 Al que maldice a su padre y a su madre se le apagará la lámpara en plena oscuridad.
21 Fortuna adquirida rápidamente al comienzo no será bendecida al final.
22 No digas: "Voy a pagar mal con mal", espera en el Señor y él te salvará.
23 El Señor abomina el uso de dos pesas, las balanzas falseadas no son nada bueno.
24 Del Señor dependen los pasos del hombre: ¿cómo puede el hombre comprender su camino?
25 Es una trampa para el hombre consagrar algo a la ligera y recapacitar después de hacer un voto.
26 Un rey sabio discierne a los malvados y hace girar la rueda sobre ellos.
27 El espíritu del hombre es una lámpara del Señor, que sondea hasta el fondo de sus entrañas.
28 La bondad y la fidelidad custodian al rey, y él sostiene su trono por la justicia.
29 La gloria de los jóvenes es su vigor, y el esplendor de los ancianos, los cabellos blancos.
30 Las llagas de una herida son un remedio para el mal y los golpes curan hasta el fondo de las entrañas.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 20,1-30

16. Ver 27. 13.