Proverbios 28 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 El malvado huye sin que nadie lo persiga. pero el justo está seguro como un cachorro de león.
2 Cuando hay rebelión en un país, son muchos sus jefes; con un hombre inteligente y experto, reina la estabilidad.
3 Hombre pobre que explota a los débiles es como lluvia torrencial que deja sin pan.
4 Los que abandonan la Ley elogian al malvado, los que la observan se indignan contra él.
5 Los malvados no entienden lo que es recto, los que buscan al Señor lo entienden todo.
6 Más vale un pobre que camina con integridad que un rico de caminos tortuosos.
7 El que observa la Ley es un hombre inteligente, el que frecuenta a los libertinos deshonra a su padre.
8 El que acrecienta su fortuna con usura e interés la acumula para el que se compadece de los pobres.
9 Si uno aparta su oído para no oír la Ley, hasta su plegaria es una abominación.
10 El que extravía a los rectos por el mal camino caerá él mismo en su propia fosa, pero los hombres íntegros heredarán la felicidad.
11 El hombre rico se tiene por sabio, pero el pobre inteligente lo conoce a fondo.
12 Cuando triunfan los justos, hay gran fiesta; cuando se imponen los malvados, todos se esconden.
13 El que encubre sus delitos no prosperará, pero el que los confiesa y abandona, obtendrá misericordia.
14 Feliz el hombre que siempre teme al Señor, pero el obstinado caerá en la desgracia.
15 León rugiente y oso hambriento es el malvado que domina a un pueblo débil.
16 Un príncipe sin inteligencia multiplica las extorsiones, pero el que detesta el lucro prolongará sus días.
17 El hombre cargado con la sangre de otro huirá hasta el sepulcro: ¡que nadie lo detenga!
18 El que camina con integridad se salvará, el que va tortuosamente por dos caminos, cae en uno de ellos.
19 El que cultiva su suelo se saciará de pan, el que persigue quimeras se hartará de pobreza.
20 El hombre sincero será colmado de bendiciones, el que quiere hacerse rico de golpe no quedará impune.
21 No está bien hacer acepción de personas, pero un hombre se vuelve venal por un bocado de pan.
22 El malicioso corre detrás de la fortuna, sin saber que le sobrevendrá la indigencia.
23 El que reprende a otro será al fin más estimado que el hombre de lengua aduladora.
24 El que despoja a su padre y a su madre y dice: "Esto no es una falta", es compañero del que destruye.
25 El hombre ambicioso siembra discordias, el que confía en el Señor tendrá prosperidad.
26 El que se fía de sí mismo es un insensato, el que procede sabiamente se salvará.
27 El que da al pobre no conocerá la indigencia, pero al que cierra los ojos lo llenarán de maldiciones.
28 Cuando triunfan los malvados, todos se esconden; cuando desaparecen, se multiplican los justos.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas