Jeremías  13 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 27 versitos |
1 Yahvéh me dijo así: Vete y cómprate un cinturón de lino, y póntelo a la cintura; pero no lo metas en agua.
2 Compré el cinturón de acuerdo con la orden de Yahvéh y me lo puse a la cintura.
3 La palabra de Yahvéh me fue dirigida una segunda vez en estos términos:
4 Toma el cinturón que has comprado y que tienes a la cintura, levántate, vete al Eufrates y escóndelo allí en la grieta de una roca.
5 Fui y lo escondí junto al Eufrates, como Yahvéh me había ordenado.
6 Al cabo de muchos días, Yahvéh me dijo: Levántate, vete al Eufrates y retira de allí el cinturón que te mandé esconder allí.
7 Fui al Eufrates, busqué y retiré el cinturón del lugar en que lo había escondido; pero he aquí que el cinturón estaba podrido, no servía para nada.
8 Entonces, la palabra de Yahvéh me fue dirigida en estos términos:
9 Así dice Yahvéh: De este modo haré que se pudra la soberbia de Judá y la gran soberbia de Jerusalén.
10 Este pueblo malvado, que rehusa escuchar mis palabras, que sigue la obstinación de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, vendrá a ser como este cinturón, que no sirve para nada.
11 Pues como el cinturón se adapta a la cintura del hombre, así yo había hecho que se adaptara a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá - oráculo de Yahvéh -, para que fueran mi pueblo, mi renombre, mi alabanza y mi adorno; pero no me escucharon.
12 Les dirás también esta palabra: Así dice Yahvéh, Dios de Israel: Toda jarra ha de estar llena de vino. Ellos te dirán: ¿No sabemos muy bien que toda jarra ha de estar llena de vino?
13 Les responderás: Así dice Yahvéh: Mirad: voy a llenar de embriaguez a todos los habitantes de este país, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a los habitantes todos de Jerusalén,
14 y voy a estrellarlos unos contra otros, a los padres junto con los hijos - oráculo de Yahvéh -. No me apiadaré ni me afligiré ni me compadeceré de aniquilarlos.
15 Escuchad y atended: No os engriáis,. pues Yahvéh ha hablado.
16 Dad gloria a Yahvéh, vuestro Dios, antes que oscurezca y antes que tropiecen vuestros piescontra los montes a la hora del crepúsculo, cuando esperéis la luz y yo la haya hecho tinieblas y la haya convertido en densa oscuridad.
17 Si no escucháis esto, llorará en secreto mi almaante tal orgullo, se deshará en lágrimas; derramarán lágrimas mis ojos, porque el rebaño de Yahvéh es llevado cautivo.
18 Di al rey y a la reina madre: Sentaos más abajo, porque cayó de vuestra cabezavuestra gloriosa corona.
19 Las ciudades del sur están cerradas, sin que nadie las abra. Judá todo entero está deportado, ha sido deportado enteramente.
20 Alzad vuestros ojos y veda los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que se te dio, tu magnífico rebaño?
21 ¿Qué dirás cuando pongacomo jefes sobre tia quienes tú misma enseñastea ser tus amigos? ¿No te vendrán dolorescomo de mujer en parto?
22 Y si dices en tu corazón: ¿Por qué me suceden estas cosas? Por tu gran iniquidad han sido levantadas tus faldas, son violentados tus talones.
23 ¿Cambia un negro su piel, o una pantera sus manchas? ¡Entonces podríais obrar bien, vosotros habituados a obrar mal!
24 Los dispersaré como tamo que pasa, llevado por el viento del desierto.
25 Ésta es tu suerte, la parte que te asigno- oráculo de Yahvéh -, porque me has olvidadoy has confiado en la mentira.
26 Yo mismo levantaré tus faldas hasta taparte la cara, y se verá tu vergüenza,
27 tus adulterios, tus relinchos, la ignominia de tu prostitución. Sobre las colinas, en el campo, he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén, que no te purificas! ¿Hasta cuándo aún

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas