Jeremías  7 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 34 versitos |
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahvéh en estos términos:
2 Ponte en la puerta del templo de Yahvéh y anuncia allí esta palabra y di: Escuchad la palabra de Yahvéh, todos los de Judá, que entráis por estas puertas para adorar a Yahvéh.
3 Así dice Yahvéh Sebaot, Dios de Israel: Enmendad vuestra conducta y vuestras obras, y os dejaré habitar en este lugar.
4 No confiéis en estas engañosas palabras: El templo de Yahvéh, el templo de Yahvéh, el templo de Yahvéh es éste.
5 Porque si de verdad enmendáis vuestra conducta y vuestras obras; si de verdad practicáis la justicia entre unos y otros;
6 si no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda; si no derramáis sangre inocente en este lugar y no vais tras otros dioses para desgracia vuestra,
7 entonces os dejaré habitar en este lugar, en el país que di a vuestros padres desde siempre y para siempre.
8 Mirad que vosotros confiáis en palabras engañosas, que de nada sirven.
9 ¡Cómo! ¡Conque robáis, matáis, cometéis adulterio, juráis en falso, incensáis a Baal, vais tras otros dioses que no conocéis,
10 y luego venís y estáis delante de mí en este templo sobre el cual se invoca mi nombre y decís: ¡Estamos salvados!, para seguir luego cometiendo todas esas abominaciones!
11 ¿Es a vuestros ojos este templo sobre el cual se invoca mi nombre una cueva de ladrones? Yo también lo veo así - oráculo de Yahvéh -.
12 Id, pues, si queréis, a mi morada de Silo, donde yo hice residir mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel.
13 Ahora, pues, ya que habéis hecho todas estas cosas - oráculo de Yahvéh -; y, a pesar de haberos hablado insistentemente y sin cesar, no me habéis escuchado; y, a pesar de haberos llamado, no me habéis respondido,
14 por eso haré con el templo sobre el cual se invoca mi nombre, en el que confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice con Silo:
15 os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia de Efraim.
16 Tú, sin embargo, no ruegues por este pueblo, no eleves por ellos lamentación ni súplica ni me insistas, porque no te voy a escuchar.
17 ¿No estás viendo lo que hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén?
18 Los hijos amontonan la leña, los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la pasta para hacer pasteles en honor de la reina del cielo y ofrecen libaciones a otros dioses, para ofenderme.
19 ¿Es a mí a quien ofenden? - Oráculo de Yahvéh -. ¿No es más bien a sí mismos, para su propia vergüenza?
20 Por eso, así dice el Señor Yahvéh: Mirad que mi ira y mi furor se va a volcar en este lugar sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; y arderá sin apagarse.
21 Así dice Yahvéh Sebaot, Dios de Israel: ¡Vuestros holocaustos, unidlos a vuestros sacrificios y comed la carne!
22 Pues yo no hablé a vuestros padres ni les di orden alguna, el día en que los saqué del país de Egipto, sobre asunto de holocaustos y sacrificios,
23 sino que sólo les impuse este precepto: Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andad por todo aquel camino que os señale, para que os vaya bien.
24 Pero no me escucharon ni aplicaron su oído, sino que caminaron según sus planes, según la obstinación de su corazón malvado, y retrocedieron en vez de avanzar.
25 Desde el día en que vuestros padres salieron del país de Egipto hasta hoy, os he enviado a todos mis siervos los profetas día tras día, al tiempo debido y sin cesar;
26 pero no me escucharon ni aplicaron su oído, sino que han endurecido su cerviz y se han portado peor que sus padres.
27 Les dirás estas cosas, y no te escucharán; los llamarás y no te responderán.
28 Deberás por tanto decirles: Ésta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahvéh, su Dios, ni ha aceptado la corrección. La fidelidad ha desaparecido, ha sido cercenada de su boca.
29 Córtate el pelo y tíralo, entona una lamentación en las colinas, pues Yahvéh desechó y repudió a la generación que provoca su ira.
30 Porque los hijos de Judá han hecho lo que es malo a mis ojos - oráculo de Yahvéh -, y han puesto sus ídolos en el templo sobre el cual se invoca mi nombre, profanándolo.
31 Han edificado los altos lugares de Tófet, que está en el valle de BenHinnom, para quemar en el fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no mandé ni me vino a la mente.
32 Por eso, mirad que vienen días - oráculo de Yahvéh - en que no se volverá a decir ni Tófet ni valle de BenHinnom, sino valle de la mortandad, pues tendrán que enterrar en Tófet por falta de sitio.
33 El cadáver de este pueblo servirá de alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, sin que nadie las espante.
34 Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa; pues el país será un desierto.

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas