Ezequiel  37 Septuaginta en Español (Jünemann, 1992) | 28 versitos |
1
Resurrección de los muertos.
Reunión de Judá con Israel.
Y fue hecha sobre mí la mano del Señor, y sacóme en espíritu el Señor, y me puso en medio del campo; y éste estaba lleno de huesos humanos;
2 y condújome por entre ellos de contorno en contorno; y he aquí muchos sobremanera sobre el haz de la llanura, secos sobremanera.
3 Y me dijo: «Hijo de hombre ¿si vivirán estos huesos?» Y dije: «Señor; tú sabes esto.»
4 Y díjome: «Profetiza sobre estos huesos y les dirás: «Los huesos, los secos, oíd palabra del Señor»:
5 «Esto dice el Señor a estos huesos: «He aquí yo traigo sobre vosotros espíritu de vida;
6 y daré sobre vosotros nervios y subiré sobre vosotros carnes; y extenderé sobre vosotros piel, y daré mi espíritu sobre vosotros y viviréis; y conoceréis que yo soy el Señor.»
7 Y profeticé, según me mandó. Y aconteció, mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor, y acercáronse los huesos, entre sí a su juntura.
8 Y vi, y he aquí sobre ellos nervios y carnes nacían; y subían entre ellos pieles encima; y espíritu no había en ellos.
9 Y díjome: «Profetiza sobre el espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: «Esto dice el Señor: «De los cuatro vientos ven y sopla sobre estos muertos, y vivan.»
10 Y profeticé según que me mandó; y entró en ellos el espíritu, y vivieron y pusiéronse sobre sus pies, congregación mucha sobremanera.
11 Y hablóme el Señor, diciendo: Hijo de hombre, estos huesos, toda la casa de Israel es; y ellos dicen: «Secos se han tornado nuestros huesos, ha perecido nuestra esperanza, hemos discordado (a) ».
12 Por esto profetiza y di: «Esto dice el Señor: «He aquí yo abro vuestras tumbas; y os sacaré de vuestras tumbas; y os introduciré en la tierra de Israel;
13 y conoceréis que yo soy el Señor, cuando yo abriere vuestras tumbas, para sacar yo de las tumbas a mi pueblo
14 y daré mi espíritu en vosotros y viviréis; y os pondré sobre vuestra tierra; y conoceréis que yo, el Señor, he hablado, y así lo haré», dice el Señor.
15 Y fue hecha palabra de Señor a mí, diciendo:
16 «Hijo de hombre, tómate vara y escribe sobre ella: a Judá y los hijos de Israel los añadidos a él; y vara segunda te tomarás, y la escribirás: «Para José, vara de Efraín y todos los hijos de Israel los añadidos a él.»
17 Y las juntarás entre sí, para ti, en vara una, para atarlas; y estarán en tu mano.
18 Y será: cuando te dijeren los hijos de tu pueblo: «¿No nos indicas qué es esto para ti?»
19 Y les dirás: Esto dice el Señor: «He aquí yo tomaré la tribu de José, la en mano de Efraín, y las tribus de Israel las unidas con él, los daré sobre la tribu de Judá y serán en vara una para la mano de Judá.
20 Y serán las varas sobre las que tú has escrito, sobre ellas, en tu mano, a faz de ellos»;
21 y les dirás: «Esto dice el Señor Señor: «He aquí yo tomo toda la casa de Israel de en medio de las gentes, donde han entrado, allí, y los congregaré de todos los en contorno de ellos; y los introduciré en la tierra de Israel;
22 y los daré en gente, en la tierra mía, y en los montes de Israel; y príncipe uno será de ellos, y no serán ya en dos gentes; y no se separarán, no, ya en dos reinos;
23 para que no se manchen ya en sus ídolos. Y los libraré de todas sus iniquidades en que pecaron en ellas; y los purificaré, y me serán mi pueblo; y yo el Señor les seré su Dios;
24 y mi siervo David, príncipe en medio de ellos: será pastor uno de todos; pues en mis preceptos andarán, y mis juicios guardarán y los harán.
25 Y habitarán sobre su tierra que yo he dado a mi siervo Jacob; donde habitaron, allí sus padres; y habitarán sobre ella, ellos. Y David, mi siervo, príncipe por el siglo;
26 y pactaré con ellos pacto de paz; pacto sempiterno será con ellos; y pondré mi santuario en medio de ellos por el siglo;
27 y estará mi tabernáculo en ellos; y seré, para ellos, su Dios; y ellos serán mi pueblo.
28 Y conocerán las gentes que yo soy el Señor, el que los santifico; cuando estuviere mi santuario en medio de ellos por el siglo.»


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Introducción a Ezequiel 

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Fuente: Jünemann (1992)

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Notas

Ezequiel  37,11
11 a. Sonado mal, no se nos quiere oír; somos el desecho.