Ezequiel  8 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 18 versitos |
1 El año sexto, el día cinco del sexto mes, estando yo sentado en mi casa y los ancianos de Judá sentados en mi presencia, se posó sobre mí la mano del Señor Yahvéh.
2 Miré y vi una figura que parecía un hombre. Desde lo que parecían las caderas para abajo era fuego; y desde las caderas para arriba tenía la apariencia de un resplandor, como el centelleo del electro.
3 Alargó una especie de mano y me asió por un mechón de pelos de mi cabeza; entonces el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo, y me llevó en visiones divinas a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que mira al norte, allí donde estaba el emplazamiento del ídolo del celo que provoca el celo.
4 Y he aquí que la gloria del Dios de Israel estaba allí, tal como yo la había visto en la llanura.
5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza tus ojos hacia el norte. Alcé los ojos hacia el norte, y he aquí que al norte de la puerta del altar, a la entrada, estaba aquel ídolo del celo.
6 Me dijo: Hijo de hombre. ¡Ya ves lo que hacen éstos, las grandes abominaciones que comete aquí la casa de Israel para alejarme de mi santuario! Pero aún volverás a ver otras abominaciones mayores.
7 Después me llevó a la entrada del atrio. Miré y vi un agujero en la pared.
8 Me dijo: Hijo de hombre, abre un boquete a través de la pared. Abrí un boquete a través de la pared y apareció una puerta.
9 Entra - me dijo - y mira las perversas abominaciones que éstos cometen aquí.
10 Entré y miré; y vi que había toda clase de imágenes de reptiles y de animales detestables, todos los ídolos de la casa de Israel pintados en todo alrededor de la pared.
11 Y setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre los cuales se encontraba Yaazanyá, hijo de Safan, estaban de pie ante ellos, cada uno con su incensario en la mano, mientras subía el perfume de una nube de incienso.
12 Entonces me dijo: ¡Ya ves, hijo de hombre, lo que hacen en la oscuridad los ancianos de la casa de Israel, cada uno en su cámara de pinturas! Pues dicen: Yahvéh no nos ve; Yahvéh ha abandonado el país.
13 Y añadió: Aún volverás a ver otras abominaciones mayores que cometen.
14 Luego me llevó a la entrada de la puerta del templo de Yahvéh que mira al norte, y vi que había allí unas mujeres sentadas llorando a Tammuz.
15 Y me dijo: ¡Ya ves, hijo de hombre! Volverás a ver aún otras abominaciones mayores que éstas.
16 Me llevó entonces al atrio interior del templo de Yahvéh, y vi que allí a la entrada del santuario de Yahvéh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al santuario de Yahvéh y de cara al oriente, adorando al sol en dirección al oriente.
17 Me dijo: ¡Ya ves, hijo de hombre! ¿Le basta, acaso, a la casa de Israel cometer las abominaciones que cometen aquí? Al contrario, han llenado el país de violencia y continúan irritándome. ¡Míralos llevándose el ramo a las narices!
18 Pues bien, también yo obraré con furor; no se apiadará mi vista ni tendré compasión. Clamarán ante mis oídos a grandes gritos, pero no los escucharé.

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Introducción a Ezequiel 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas