Daniel  2 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 49 versitos |
1 En el año segundo del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor un sueño: su espíritu se turbó de tal modo que le era imposible dormir.
2 El rey mandó llamar a los magos y adivinos, a los hechiceros y a los caldeos, para que explicaran al rey aquel sueño. Vinieron, pues, y se presentaron ante el rey.
3 El rey les dijo: Tuve un sueño, y mi espíritu está turbado por el deseo de comprender este sueño.
4 Los caldeos respondieron al rey en arameo: ¡Vivas por siempre, oh rey! Cuenta el sueño a tus siervos y te daremos la interpretación.
5 Respondió el rey a los caldeos diciéndoles: Es asunto que tengo decidido: Si no me dais a conocer el sueño y su interpretación, seréis descuartizados, y vuestras casas serán convertidas en muladar;
6 pero si me dais a conocer el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones, regalos y grandes honores. Por tanto, dadme a conocer el sueño y su interpretación.
7 Respondieron ellos por segunda vez y dijeron: Cuente el rey el sueño a sus siervos, y nosotros le daremos la interpretación.
8 El rey replicó: Veo claramente que pretendéis ganar tiempo, porque sabéis que es un asunto que tengo decidido.
9 Ahora bien, si no me descubrís el sueño, es que habéis tomado vuestra decisión: habéis concertado entre vosotros decirme falsedades y mentiras mientras pasa el tiempo. Por tanto, decidme el sueño, y entonces conoceré que podéis darme su interpretación.
10 Los caldeos respondieron al rey diciéndole: No hay nadie en el mundo que pueda resolver lo que pretende el rey. Por eso, ningún rey, por grande y poderoso que fuera, preguntó jamás cosa semejante a ningún mago, adivino o caldeo.
11 La propuesta que el rey hace es tan difícil, que nadie se la puede descubrir al rey, a no ser los dioses, cuya morada no está entre los hombres.
12 Ante esto, el rey se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los sabios de Babilonia.
13 Promulgado el decreto de dar muerte a los sabios, buscaron también a Daniel y a sus compañeros para matarlos.
14 Entonces Daniel se dirigió con prudencia y sensatez a Aryok, jefe de la guardia del rey, que había salido a matar a los sabios de Babilonia.
15 Tomó la palabra y dijo a Aryok, oficial del rey: ¿Por qué se promulga un decreto tan severo por parte del rey? Aryok explicó entonces el asunto a Daniel,
16 y Daniel fue a pedir al rey que le concediera tiempo para dar a conocer al rey la interpretación.
17 Daniel se fue después a su casa y comunicó el asunto a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías,
18 a fin de que imploraran la misericordia del Dios del cielo acerca de aquel misterio, con el objeto de que no mataran a Daniel y a sus compañeros con los demás sabios de Babilonia.
19 El misterio le fue revelado a Daniel en una visión nocturna, y por eso Daniel bendijo al Dios del cielo.
20 Daniel comenzó a hablar diciendo: Bendito sea el nombre de Dios de eternidad en eternidad, porque la sabiduría y la fuerza le pertenecen.
21 Él es quien cambia los tiempos y los momentos, quien depone a los reyes y los entroniza, quien otorga la sabiduría a los sabios y la ciencia a los inteligentes.
22 El es quien revela oscuridades y secretos, quien conoce lo que hay en las tinieblas, y la luz mora junto a él.
23 A ti, Dios de mis padres, alabo y ensalzo, porque me diste sabiduría y poder; y ahora me has revelado lo que te hemos pedido: el enigma del rey nos lo has dado a conocer.
24 Daniel se dirigió después a Aryok, a quien el rey había dado el encargo de dar muerte a los sabios de Babilonia, y le dijo: No mates a los sabios de Babilonia. Llévame a la presencia del rey, y yo daré a conocer al rey la interpretación.
25 Aryok llevó entonces a Daniel rápidamente a la presencia del rey y le dijo: He hallado a un hombre entre los deportados de Judá que dará a conocer al rey la interpretación.
26 El rey tomó la palabra y le dijo a Daniel, a quien llamaban Beltsassar: ¿Eres tú capaz de revelarme el sueño que tuve y su interpretación?
27 Daniel respondió al monarca diciendo: El misterio que el rey desea saber, no hay sabios, ni adivinos, ni magos, ni astrólogos que puedan revelárselo al rey;
28 pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y él ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los días. Tu sueño y las visiones de tu mente, las que tuviste mientras estabas en el lecho, son las siguientes:
29 En cuanto a ti, ¡oh rey!, mientras estabas en el lecho, tus pensamientos se elevaron hacia lo que habrá de suceder en lo venidero, y el que revela los misterios te manifestó lo que ha de suceder.
30 En cuanto a mí, no me ha sido revelado este misterio porque tenga yo una sabiduría superior a la de todos los demás vivientes, sino para dar a conocer al rey la interpretación, y tú comprendas los pensamientos de tu corazón.
31 Tú, ¡oh, rey!, tuviste una visión. Viste una estatua. Era una estatua muy grande y de extraordinario brillo. Se erguía frente a ti, y su aspecto era terrible.
32 La cabeza de esa estatua era de oro puro; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce;
33 sus piernas, de hierro, y sus pies, en parte de hierro y en parte de arcilla.
34 Estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra de la montaña sin intervención de mano alguna, chocó contra los pies de la estatua, que eran de hierro y de arcilla, y los pulverizó.
35 Entonces se desmenuzaron también el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro, y quedaron como tamo de las eras en verano. El viento se los llevó sin dejar rastro alguno; mas la piedra que chocó contra la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra.
36 Éste es el sueño. Ahora expondremos al rey su interpretación.
37 Tú, ¡oh rey!, eres rey de los reyes, a quien el Dios del cielo concedió el imperio, el poder, la fuerza y la gloria.
38 En tus manos puso a los hijos de los hombres, a las bestias del campo y a las aves del cielo en cualquier lugar donde moren, haciéndote dueño de todo. La cabeza de oro eres tú.
39 Después de ti surgirá otro reino, inferior al tuyo; luego un tercer reino, que será de bronce y dominará toda la tierra.
40 Habrá un cuarto reino, duro como el hierro, semejante al hierro que todo lo pulveriza y tritura; y, como el hierro que tritura, así él pulverizará y triturará a todos aquéllos.
41 Los pies y los dedos que viste, en parte de arcilla figulina y en parte de hierro, son un reino que será dividido, pero tendrá en sí algo de la solidez del hierro, puesto que viste el hierro mezclado con arcilla figulina.
42 Y como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte y otra parte será frágil.
43 El hierro que viste mezclado con arcilla figulina significa que se mezclarán mediante semen humano, pero no se unirán el uno al otro, como el hierro no se amalgama con la arcilla.
44 Y en el tiempo de esos reyes, suscitará el Dios del cielo un reino que nunca será destruido, y ese reino no será entregado a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos esos reinos y él subsistirá eternamente.
45 Por eso viste que una piedra se desprendió de la montaña sin intervención de mano alguna, y pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande dio a conocer al rey lo que sucederá en el futuro. Verdadero es el sueño y cierta su interpretación.
46 Entonces el rey Nabucodonosor, cayó rostro en tierra, se postró ante Daniel y mandó que le ofrecieran oblaciones y perfumes.
47 Tomando el rey la palabra, le dijo a Daniel: Verdaderamente, vuestro Dios es el Dios de los dioses, el Señor de los reyes y el revelador de los misterios, ya que tú has podido revelar este misterio.
48 Después, el rey enalteció a Daniel y le hizo muchos y grandes regalos. Lo nombró gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.
49 Daniel pidió al rey que pusiera al frente de la administración de la provincia de Babilonia a Sadrak, Mesak y AbedNegó. Daniel permaneció en la corte del rey.

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Introducción a Daniel 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas