Daniel  9 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 27 versitos |
1 En el primer año de Darío, hijo de Asuero, descendiente de los medos y que reinó sobre el reino de los caldeos,
2 en el primer año de su reinado, yo Daniel, entendí a través de la Escritura el número de los años cuando, por la palabra que Yahweh había hablado al profeta Jeremías, me di cuenta de que se cumplirían los setenta años de la desolación de Jerusalén.
3 Alcé mi rostro delante de Yahweh Dios, para rogar mediante oración y súplica, con ayuno, cilicio y ceniza,
4 y oré ante Yahweh mi Dios, y le confesé diciendo en oración: Oh Yahweh, Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que lo aman y guardan sus mandamientos:
5 Hemos cometido pecado, hemos cometido transgresión, hemos cometido impiedad, nos hemos rebelado y nos hemos desviado de tus mandamientos y de tus juicios.
6 No hemos prestado atención a tus siervos los profetas que han hablado en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a toda la gente del país.
7 A ti pertenece, oh Yahweh, la victoria, y nuestro es el oprobio de rostro, tal como acontece hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países adonde los has dispersado por motivo de la iniquidad que han cometido contra ti.
8 Nuestro es, oh Yahweh, el oprobio de rostro; de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, pues hemos pecado contra ti.
9 De Yahweh Dios provienen la misericordia y el perdón de los pecados, aunque nos hemos rebelado contra Él
10 y no hemos obedecido a la voz de Yahweh nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales Él puso delante de nosotros a través de sus siervos los profetas.
11 Todo Israel ha cometido transgresión contra tu ley y se han desviado y no han obedecido tu voz. Por tanto, has traído sobre ellos las maldiciones y los juramentos que están escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios, pues hemos pecado delante de Él.
12 Y Él ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jueces que nos juzgaron, trayendo sobre nosotros gran calamidad, ya que no se ha hecho cosa semejante a ésta bajo el cielo, como se ha hecho en Jerusalén.
13 Todo este mal ha venido contra nosotros tal como está escrito en la ley de Moisés, y no hemos orado delante de Yahweh nuestro Dios para arrepentirnos de nuestra iniquidad y entender tu verdad.
14 Por lo cual Yahweh ha incitado el mal trayéndolo sobre nosotros, porque Yahweh nuestro Dios es justo en todas sus obras que ha hecho; sin embargo, nosotros no hemos obedecido su voz.
15 Ahora, oh Yahweh, Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, y te hiciste de renombre como en este día, hemos pecado y hemos actuado inicuamente.
16 Oh Yahweh, de acuerdo a toda tu justicia que has hecho con nosotros, aparta tu ira y tu furor de tu ciudad, Jerusalén, y de tu monte santo, porque a causa de nuestros pecados y de la iniquidad de nuestros padres, tu pueblo ha sido dispersado por todo lugar, y Jerusalén se ha convertido en objeto de oprobio para todos los pueblos.
17 Escucha ahora, oh Dios, la oración de tu siervo y nuestra súplica; por amor a tu Nombre haz resplandecer tu rostro sobre tu santuario que está desolado, oh Yahweh.
18 Inclina tu oído, oh Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestros lugares desolados y devastados, y la ciudad en la cual es invocado tu Nombre; porque no presentamos nuestra oración delante de ti confiados en nuestra justicia sino en la multitud de tus misericordias.
19 ¡Escucha, oh Yahweh! ¡Perdónanos, oh Yahweh! Presta atención y actúa, oh Yahweh, y no te tardes, por amor a tu Nombre, oh Dios mío, porque tu Nombre es invocado en tu ciudad y en tu pueblo .
20 Mientras yo estaba orando y confesando mis culpas y las culpas de mi pueblo Israel, y presentando mis súplicas ante Yahweh Dios, por el santo monte de mi Dios,
21 mientras yo hablaba en oración, el varón Gabriel, a quien anteriormente había visto en visión, voló velozmente; vino volando desde el Cielo y se me acercó a la hora de la ofrenda vespertina;
22 llegó y se dirigió a mí, diciéndome: Daniel, ahora he salido a instruirte para que entiendas.
23 Desde el principio de tu oración salió la respuesta, y he venido a declarártela, porque tú eres grato. Presta atención a la respuesta y entiende la visión:
24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con las culpas y para acabar con los pecados; para perdonar la iniquidad y para traer lo justo desde la eternidad; y para cumplir la visión y las profecías, y para dar al Ungido las cosas santísimas.
25 Sabe y entiende que desde la salida de la orden para retornar y para reedificar Jerusalén y hasta la venida del Rey Ungido , transcurrirán siete semanas y sesenta y dos semanas. Volverá y reedificará Jerusalén, sus plazas y sus amplios caminos, al final de los tiempos.
26 Después de las sesenta y dos semanas se le dará muerte al Ungido. Ella, la ciudad santa, no será más. Será destruida en el tiempo de un rey que ha de venir; su fin será con inundación, hasta el final de la guerra desoladora que está determinada.
27 Él confirmará un pacto con muchos durante una semana y la mitad de una semana; y pondrá fin al sacrificio y a las ofrendas. Y sobre las alas de la abominación vendrá la destrucción, hasta que un súbito fin venga sobre la desolación.

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Introducción a Daniel 

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