Zacarías 7 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 14 versitos |
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Libro de los oráculos (7—8)

El ayuno conmemorativo

El año cuarto del reinado de Darío, en el día cuarto del noveno mes —el mes de Casleu º—, el Señor dirigió su palabra a Zacarías.
2 Betel-Sareser había enviado a Réguem-Mélec º, junto con sus colaboradores, para implorar el perdón del Señor
3 y preguntar a los sacerdotes del Templo del Señor del universo y a los profetas lo siguiente: — ¿Debemos hacer duelo el quinto mes º y ayunar tal como lo hemos hecho durante muchos años?
4 Entonces el Señor del universo me dirigió su palabra en estos términos:
5 — Di a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra * : — Cuando ayunaban y hacían duelo en el quinto y séptimo mes º desde hace ya setenta años, ¿acaso lo hacían para honrarme a mí? º
6 Y cuando comían y bebían, ¿no lo hacían acaso para su provecho?
7 Además, ¿no eran ésas las palabras que el Señor pronunció por medio de los más antiguos profetas, cuando Jerusalén y las ciudades de su entorno estaban habitadas y vivían en paz, y cuando el Négueb y la Sefela º estaban también habitados?
8 De nuevo el Señor dirigió su palabra a Zacarías:
9 — Así dice el Señor del universo: Juzguen con justicia y equidad, y practiquen con sus hermanos el amor y la fidelidad. º
10 No opriman a la viuda, al huérfano, al extranjero o al pobre, y no maquinen en su interior nada malo contra el prójimo.
11 Pero no me hicieron caso, sino que me volvieron la espalda y, rebeldes, rehusaron escucharme. º
12 Endurecieron como un diamante su corazón para no prestar oído a la ley ni a las palabras que el Señor del universo les dirigía inspirando a los antiguos profetas. A causa de ello el Señor del universo se enojó sobremanera.
13 Y así como el Señor llamó y ellos no escucharon, así yo —dice el Señor del universo— tampoco los escuché cuando me invocaron, º
14 sino que los dispersé entre naciones que no conocían. La tierra quedó asolada cuando ellos la abandonaron y nadie pasaba por allí º. Así es como convirtieron en desierto un país tan espléndido. º

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Introducción a Zacarías

INTRODUCCIÓN


Con el nombre de Zacarías nos transmite la Biblia un libro profético de catorce capítulos. Puede decirse, sin embargo, que los comentaristas actuales se manifiestan unánimes en un punto: la diferencia entre los ocho primeros capítulos y el resto de la obra es tan grande en lo que se refiere a situaciones históricas de fondo, estilo, vocabulario y temática, que debemos hablar propiamente de dos libros. A falta de conocer el nombre concreto del profeta autor del que sería el segundo libro (Zac 9:1-17; Zac 10:1-12; Zac 11:1-17; Zac 12:1-14; Zac 13:1-9; Zac 14:1-21), se le empieza a conocer como “Segundo Zacarías”


PRIMER ZACARÍAS (Zac 1:1-21Zac 8:1-23)


1. Trasfondo histórico-cultural


a) La historia. En el reinado de Darío I, dos profetas se pisan los talones: a los dos meses de finalizar la profecía de Ageo, comienza la de Zacarías, que prolonga su actividad por dos años, del 520 al 518 a. C. Zacarías refleja, como Ageo, las dos grandes preocupaciones de los judíos de la época: la reconstrucción del Templo y la restauración escatológica.


Comparados con los profetas preexílicos y sus denuncias contra el Templo y contra la actividad desarrollada en él, puede parecer extraña la importancia que Ageo y Zacarías le conceden. Pero es que los tiempos y las circunstancias han cambiado. El problema fundamental de los desterrados que vuelven de Babilonia es reencontrar su propia identidad y reconstruir la comunidad. En este contexto se inserta la preocupación de estos dos profetas por la reconstrucción del Templo. La comunidad de los retornados es débil, pues el destierro había jugado en contra de la cohesión. Por otra parte, la profecía de Ezequiel había impreso a la fe durante el destierro una fuerte dimensión cultual que ahora era difícil de abandonar, so pena de abandonar también la fe.


Pero aun siendo casi idénticos el contexto histórico y las preocupaciones fundamentales, es diversa la sensibilidad de Ageo y Zacarías, y diversos, por tanto, los matices de sus respectivas profecías. La esperanza mesiánica reviste en Zacarías un aliento y una dimensión a más largo plazo. El tema de la reconstrucción del Templo le preocupa, como a Ageo (ver Esd 4:1; Esd 6:14), pero en Zacarías prevalece el de la restauración escatológica; la reconstrucción del Templo pasa a un segundo término.


Zacarías escribe cuando Darío I, una vez sofocadas (no sin violencia) una serie de revueltas, consolida su reinado y, hacia el año 520 a. C., restaura la paz en todo el imperio persa. En cuanto al tema de la repatriación, Darío sigue la misma política tolerante que su antecesor Ciro. Pero la situación anímica de los judíos repatriados ha cambiado: después del primer intento de reconstruir el Templo en el año 537 a. C., desaparece el entusiasmo inicial, cunde el desánimo y los repatriados, ante un cúmulo casi insuperable de dificultades, dejan para tiempos mejores la reconstrucción del Templo y cada uno se dedicó a reconstruir y cuidar lo suyo: su vivienda y sus campos. Así las cosas, era preciso revitalizar aquella comunidad desalentada, infundiéndole esperanza.


b) La persona. El nombre de Zacarías significa en hebreo “el Señor se ha acordado”. Según el encabezamiento del libro (Zac 1:1), Zacarías sería hijo de Berequías y nieto de Idó. Pero si hay que identificarlo (como así parece) con el Zacarías mencionado junto con Ageo en Esd 5:1 y Esd 6:14 como uno de los principales artífices de la reconstrucción del Templo, sería directamente hijo de Idó (Berequías habría entrado aquí de soslayo, por influencia de Isa 8:2). Otros son más concordativos e interpretan el ben Idó de los textos de Esdras como nieto de Idó. La cosa cuadraría perfectamente, quizás demasiado perfectamente.


Si además se trata del mismo Zacarías que aparece en Neh 12:16 como jefe de la familia sacerdotal de Idó, estaríamos ante un profeta de estirpe sacerdotal. Esta procedencia podría ayudar a explicar más y mejor su interés por el culto y el Templo.


2. Aspectos literarios


Los primeros capítulos (Zac 1:1-21Zac 6:1-15) de esta parte del libro se estructuran en torno a ocho visiones (o siete, si se admite como añadido posterior la de Zac 3:1-7, que tiene como finalidad la rehabilitación del sacerdocio, y literariamente está compuesta de modo diferente al resto). Son todas ellas visiones de reconstrucción no siempre fáciles de interpretar.


La primera (Zac 1:8-16), la de los caballeros montados en caballos de diferentes colores, describe el castigo de las naciones y la bendición de Jerusalén.


La segunda (Zac 1:18-21), la de los cuatro cuernos y los cuatro herreros, se refiere al castigo de los paganos.


La tercera (Zac 2:1-3), la del hombre cordel en mano para medir Jerusalén va acompañada de una vibrante invitación a que los exiliados retornen del destierro de Babilonia.


La cuarta (Zac 3:1-10) — para algunos de dudosa autenticidad — , la del cambio de las vestiduras sucias del sacerdote Josué por vestiduras limpias, evoca la restauración del sacerdocio en sus funciones institucionales.


La quinta (Zac 4:1-14), la del candelabro de oro, las siete lámparas y los dos olivos, se refiere a la exaltación de Zorobabel (gobernador) y de Josué (sumo sacerdote).


La sexta (Zac 5:1-4), la del rollo lleno de maldades que vuela sobre toda Judá, constituye el anuncio de la eliminación de todo pecador antes de que llegue la salvación.


La séptima (Zac 5:5-11), la de la mujer en el recipiente, simboliza la maldad que emigra hacia un país enemigo, donde se convertirá en falsa divinidad.


La octava (Zac 6:1-8), la de los cuatro carros arrastrados por caballos de distintos colores, significa el cumplimiento universal del programa mesiánico.


El resto de texto (cps. Zac 7:1-14Zac 8:1-23) está enmarcado entre una pregunta acerca del ayuno en recuerdo de la destrucción del Templo (Zac 7:3) y la correspondiente respuesta (Zac 8:18-19). En medio de la pregunta y la respuesta hay una crítica al ayuno (Zac 7:4-7) al mejor estilo de Isaías, una exhortación a la justicia acompañada de una lectura religiosa del exilio provocado por los pecados de injusticia (Zac 7:8-14), y una serie de promesas referidas a la prosperidad de Jerusalén (Zac 8:1-17). El texto del Primer Zacarías culmina con cuatro versículos de un especial alcance universalista: la llamada “fórmula del mensajero” — así dice el Señor — anuncia la peregrinación de todos los pueblos al Señor (Zac 8:20-23).


3. Contenido y dimensión religiosa


El estilo del Primer Zacarías puede despistar. Jerónimo, el traductor de la Vulgata, definió el conjunto como “oscurísimo libro del profeta Zacarías”. Tampoco nosotros nos sentimos del todo a gusto con unas formas tan visionarias y, a veces, apocalípticas. Pero en medio de estos géneros proféticos, se contienen interesantes y hermosas dimensiones religiosas:


— Un nuevo acercamiento profético a la realidad del Templo. La situación es nueva, y nueva es la actitud del profeta respecto al Templo. Zacarías ve en la reconstrucción del Templo una ocasión y un símbolo de la reconstrucción de la comunidad. Ocasión, por lo que significa de tarea común, más allá de los intereses particulares (las propias casas y campos); símbolo, por la importancia emblemática del Templo reconstruido.


Por lo demás, Zacarías no lo cifra todo en la simple reconstrucción material del Templo. Su denuncia social, al mejor estilo profético clásico, exige una religión interior con profundas raíces en el espíritu y no se conforma con las manifestaciones externas de puros ritos y cultos (Zac 1:4; Zac 5:3-4; Zac 7:5-10; Zac 8:16-19).


— La presencia de Dios, a pesar de las dificultades. Es verdad que narrativamente se pasa, de una presencia divina más directamente percibida y comunicada, propia de los profetas preexílicos, a una presencia con más intermediarios e intérpretes. Pero, aun así, se percibe vivamente en Zacarías un fuerte sentido de un Dios providente que no abandona ni a su pueblo ni a las naciones.


— Un servidor de la esperanza. Zacarías se presenta como el paladín de una “esperanza activa”. Anuncia para un futuro más o menos lejano una era mesiánica, pero pide que se actúe ya: hay que reconstruir el Templo y hay que reconstruir la comunidad de culto. En cuanto a la esperanza mesiánica, una vez desaparecido el gobernador Zorobabel, se concentra en el sumo sacerdote. Es una esperanza que más tarde encontrará nuevas formas en textos extrabíblicos (el libro de los Jubileos y los escritos de Qumrán) y que la carta a los Hebreos, en el NT, proclama cumplida en Jesús (Heb 3:1-19).


SEGUNDO ZACARÍAS (Zac 9:1-17Zac 14:1-21)


La crítica es unánime: esta parte ofrece características tan distintas con relación a la anterior, que no puede ser atribuida a un mismo autor. El trasfondo histórico-cultural no es el mismo: ya no estamos frente al problema de la reconstrucción de la comunidad, de la ciudad y del Templo. El mesianismo se ha desplazado de las personas concretas de Zorobabel y del sacerdote Josué (en la primera parte) a un personaje sin identificar: un rey justo y victorioso, pero al mismo tiempo pobre, cabalgando sobre un asno (Zac 9:9); un rey que en el día del Señor — día de triunfo y de luz — (Zac 14:1; Zac 14:4; Zac 14:6-7; Zac 14:13; Zac 14:20) va a inaugurar un reino mesiánico universal (Zac 14:3; Zac 4:9).


La crítica no se pone de acuerdo, sin embargo, en la fecha de composición, dándose hipótesis extremas: desde quienes defienden una datación preexílica, hasta quienes lo colocan en el siglo II a. C. La opinión que parece más acertada es la que sitúa estos oráculos a finales del siglo IV o principios del III a. C. Y esto, por la referencia concreta al apogeo y caída de la potencia greco-macedónica (Zac 9:1Zac 11:3), y porque estos capítulos reflejan disensiones crecientes en el seno de la comunidad judía, que coinciden con las que se dieron en la comunidad postexílica.


Desde el punto de vista literario, el bloque tiene dos partes tan bien definidas que incluso algunos han pensado en un “tercer” Zacarías que sería el autor de Zac 12:1Zac 14:21.


a) La primera parte (Zac 9:1Zac 11:17) anuncia la intervención definitiva de Dios, una intervención que supone la integración de los pueblos vecinos, una vez vencidos y purificados (Zac 9:1-8). En este contexto surge el rey-mesías que, desde la humildad, instaura el reino ideal (Zac 9:10-17; Zac 10:3Zac 11:3), aunque quien de veras realiza la tarea es Dios; todo otro apoyo es falaz (Zac 10:1-2).


b) La segunda parte es una ventana abierta a la esperanza: el pueblo será liberado de los enemigos exteriores y se le dará un espíritu nuevo (Zac 12:1Zac 13:9). Todo arrancará de un resto que terminará por acoger de nuevo la alianza (Zac 13:7). Desde ahí, la salvación alcanzará al mundo entero: todos los pueblos se unirán a Israel para confesar el reinado de Dios.


Es claro que el mensaje clave del Segundo Zacarías se centra en el mesianismo. A través de un mesías “no nombrado” el Señor llevará a cabo la salvación, abriéndola a todos los pueblos, si bien con la condición de observar las prescripciones rituales y cultuales judías. Se trata, por tanto, de un “universalismo limitado”.


El mesías “no nombrado”, sí es, sin embargo, tipificado como:


- Mesías-rey, con la particularidad de ser un rey al modo de los “pobres del Señor”.


- Mesías-buen pastor, con claras referencias a los pastores de Eze 34:1-31, abriendo la perspectiva al pastoreo que realiza Dios mismo.


- Mesías-traspasado, cercano a la figura sufriente del Siervo del Señor, presente en los célebres poemas del Segundo Isaías.


Esta rica perspectiva mesiánica hace lógico el uso abundante del Segundo Zacarías en el NT, específicamente en los Evangelios.


Fuente:

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Notas

Zacarías 7,1— ... el mes de Casleu: La fecha señalada corresponde a nuestros meses noviembre-diciembre del año 518 a. C.


Zacarías 7,2— Betel-Sareser... Réguem-Mélec: No tenemos ninguna información sobre estos personajes. Tal vez por eso algunos consideran que Réguem-Mélec no es un nombre propio, sino más bien un título honorífico que traducen por superintendente (u oficial ) del rey.
Zacarías 7,3— el quinto mes: Era el mes (equivalente a nuestros junio-julio) en que se conmemoraba el aniversario de la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 538 a. C. Se quiere, pues, saber si hay que seguir con el ayuno conmemorativo, toda vez que ya se ha iniciado la reconstrucción del Templo.
Zacarías 7,5— el pueblo de la tierra: Expresión de significado diferente según los tiempos y las circunstancias (ver notas a Jer 1:18 y Jer 37:2). Aquí parece referirse a la aristocracia rural (en algún lugar se traduce por terratenientes) defensora del yavismo y de la dinastía davídica.

— séptimo mes: Este ayuno del séptimo mes conmemoraba el asesinato del gobernador Godolías en agosto-septiembre del año 587 a. C. (2Re 25:25; Jer 41:1-3).
Zacarías 7,5Isa 58:3-7; Joe 2:12; Joe 2:15; (ver Mat 6:16-17).
Zacarías 7,7— Négueb... Sefela: El Négueb es la región meridional de Judá, lindante con el desierto de Sinaí; la Sefela estaba conformada por los valles intermedios entre el macizo central de Palestina y la costa mediterránea.
Zacarías 7,9Éxo 22:21-22; Isa 1:17; Miq 2:1.
Zacarías 7,11Zac 1:4+; Éxo 32:9; Isa 6:10; Isa 48:4; Jer 18:12.
Zacarías 7,13Isa 65:12; Isa 66:4; Jer 7:13.
Zacarías 7,14Deu 4:27.
Zacarías 7,14— nadie pasaba por allí: Lit. nadie iba ni venía.