Numeros  16 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 50 versitos |
1 Coré, hijo de Yisar, hijo de Queat, hijo de Leví; Datán y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo de Pélet, hijos de Rubén,
2 se alzaron contra Moisés, y con ellos doscientos cincuenta de los hijos de Israel, jefes de la comunidad, distinguidos en la asamblea, y de buena reputación.
3 Se amotinaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: «¡Basta ya! La comunidad entera, todos y cada uno, está consagrada, y el Señor está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os encumbráis por encima de la asamblea del Señor?».
4 Lo oyó Moisés y se postró rostro en tierra.
5 Luego dijo a Coré y a toda su cuadrilla: «Mañana por la mañana hará saber el Señor quién es el que le pertenece y quién es el consagrado: le dejará acercarse; a quien sea elegido le dejará acercarse.
6 Mirad, pues, lo que habéis de hacer Coré y toda su cuadrilla: tomad los incensarios,
7 ponedles fuego y echadles incienso mañana ante el Señor. Aquel a quien el Señor elija, es el consagrado. ¡Basta ya, hijos de Leví!».
8 Moisés dijo a Coré: «Escuchadme, hijos de Leví.
9 ¿Os parece poco que el Dios de Israel os haya apartado de la comunidad de Israel para que estéis junto a él, prestando el servicio a la Morada del Señor a disposición de la comunidad, atendiendo al culto en lugar de ella?
10 A ti y a todos tus hermanos, los hijos de Leví, os ha puesto junto a sí, ¡y todavía se os antoja pretender el sacerdocio!
11 Tú y toda tu cuadrilla os habéis amotinado contra el Señor, porque ¿quién es Aarón, para que protestéis contra él?».
12 Moisés mandó llamar a Datán y Abirón, hijos de Eliab. Pero ellos respondieron: «No queremos ir.
13 ¿Te parece poco habernos sacado de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que todavía te eriges como jefe sobre nosotros?
14 No nos has traído a ningún país que mana leche y miel, ni nos has dado una heredad de campos y viñedos. ¿Pretendes que estos hombres sean ciegos? ¡No acudiremos!».
15 Moisés se enojó mucho y dijo al Señor: «No aceptes su ofrenda. Yo no les he quitado ningún asno, ni le he hecho mal a ninguno de ellos».
16 Moisés dijo a Coré: «Tú y toda tu cuadrilla presentaos mañana delante del Señor; y Aarón con vosotros.
17 Que tome cada uno su incensario, le ponga incienso y lo presente delante del Señor; cada uno su incensario: doscientos cincuenta incensarios en total. Tú también, y Aarón, presentad cada uno vuestro incensario».
18 Tomó cada uno su incensario, le puso fuego, le echó incienso y se presentó a la entrada de la Tienda del Encuentro, lo mismo que Moisés y Aarón.
19 Coré reunió contra estos a toda la comunidad a la puerta de la Tienda del Encuentro. Y se apareció la gloria del Señor a toda la comunidad.
20 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
21 «Apartaos de esa comunidad, que los voy a consumir en un instante».
22 Ellos se postraron rostro en tierra y clamaron: «Oh Dios, Dios de los espíritus de toda carne: ¿por un solo hombre que ha pecado, vas a enojarte con toda la comunidad?».
23 Respondió el Señor a Moisés:
24 «Habla a esa comunidad y diles: “Alejaos de los alrededores de la morada de Coré, Datán y Abirón”».
25 Moisés se levantó y fue a donde estaban Datán y Abirón. Los ancianos de Israel le siguieron.
26 Y dijo a la comunidad: «Apartaos, por favor, de las tiendas de esos hombres malvados y no toquéis nada de cuanto les pertenece, no sea que perezcáis por todos sus pecados».
27 Ellos se apartaron de los alrededores de la morada de Coré, Datán y Abirón. Datán y Abirón, con sus mujeres, hijos y pequeñuelos, habían salido y estaban a la entrada de sus tiendas.
28 Moisés dijo: «En esto conoceréis que es el Señor quien me ha enviado para hacer todas estas obras y que no es ocurrencia mía:
29 si estos hombres mueren como muere cualquier mortal, según el destino común a todo hombre, es que el Señor no me ha enviado;
30 pero si el Señor obra algo portentoso, si la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y bajan vivos al Abismo, sabréis que esos hombres han despreciado al Señor».
31 Y sucedió que, nada más terminar de decir estas palabras, se abrió el suelo debajo de ellos;
32 la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a toda la gente de Coré, con todas sus posesiones.
33 Bajaron vivos al Abismo con todo lo que tenían. La tierra los cubrió y desaparecieron de la asamblea.
34 A sus gritos huyeron todos los israelitas que estaban a su alrededor, pues se decían: «No vaya a tragarnos la tierra».
35 Salía luego del Señor fuego que devoró a los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido el incienso.
36 (17:1) El Señor habló a Moisés:
37 (2) «Di a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que retire los incensarios de entre las cenizas y esparza las brasas a distancia,
38 (3) pues esos incensarios de pecado han sido consagrados a precio de la vida de esos hombres. Haced con ellos láminas de metal, para cubrir el altar, pues fueron presentados al Señor y quedaron así consagrados. Serán una señal para los hijos de Israel».
39 (4) Tomó el sacerdote Eleazar los incensarios de bronce que habían presentado los que perecieron en el fuego y los laminó con destino al altar.
40 (5) Sirven para avisar a los hijos de Israel que nadie que no sea de la estirpe de Aarón se acerque a ofrecer el incienso delante del Señor; no le ocurra lo que a Coré y a su cuadrilla, según se lo había anunciado el Señor por medio de Moisés.
41 (6) Al día siguiente, protestó toda la comunidad de los hijos de Israel contra Moisés y Aarón, diciendo: «Habéis matado al pueblo del Señor».
42 (7) Como se amotinaba la comunidad contra Moisés y Aarón, estos se volvieron hacia la Tienda del Encuentro. Y vieron que la Nube la había cubierto y se había aparecido la gloria del Señor.
43 (8) Moisés y Aarón se pusieron delante de la Tienda del Encuentro.
44 (9) El Señor dijo a Moisés:
45 (10) «Alejaos de esa comunidad, que voy a consumirlos en un instante». Pero ellos se postraron rostro en tierra.
46 (11) Y dijo Moisés a Aarón: «Toma el incensario, ponle brasas de las que hay sobre el altar, echa incienso y vete de prisa a la comunidad a expiar por ella. Porque la Ira ha salido ya de la presencia del Señor y ha comenzado la plaga».
47 (12) Aarón tomó el incensario como le había dicho Moisés y corrió a ponerse entre la gente; la plaga había comenzado ya en el pueblo. Echó el incienso e hizo la expiación por el pueblo.
48 (13) Se plantó entre los muertos y los vivos, y la plaga se detuvo.
49 (14) Los muertos por aquella plaga fueron catorce mil setecientos, sin contar los que murieron por el motín de Coré.
50 (15) Luego Aarón se volvió a donde estaba Moisés, a la puerta de la Tienda del Encuentro: había cesado ya la plaga.

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Introducción a Numeros 

NÚMEROS

Éxodo y Levítico habían dejado a los israelitas al pie de la montaña sagrada. Allí el Señor había entregado la Alianza y la Ley al pueblo, había sido construido el Santuario, había sido consagrado sacerdote Aarón y se había inaugurado el culto. Con esos elementos y el liderazgo de Moisés, el Israel de las doce tribus podía ya ponerse en marcha rumbo a la tierra prometida. Ahí es donde retoma Números el hilo de la historia; lo dejará cuando, al cabo de cuarenta años por el desierto, Israel se encuentre a las puertas de la tierra prometida.

Números contiene temas de honda significación para el pueblo de Dios:

1) Israel es el pueblo elegido y bendito;

2) este pueblo es también la morada del Señor;

3) Dios es, por el ministerio de Moisés, el único rey de su pueblo;

4) Aarón se presenta, sin tener la importancia de Moisés, como figura relevante, epónimo de la clase sacerdotal jerosolimitana;

5) se alude a la sucesión de los líderes que guiarán al pueblo;

6) Israel se presenta también como pueblo infiel; y

7) se ve cómo el castigo no es la última palabra de Dios, pues del desierto se espera que saldrá el verdadero pueblo de Israel.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Numeros  16,1-50*15:1-19:22 Se subraya en esta sección el origen divino de la potestad sacerdotal y la preeminencia de Aarón y sus descendientes. Se añaden leyes y episodios más o menos relacionados.