Mateo 12 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 50 versitos |
1 En aquella sazón, yendo Jesús de camino en día de sábado, pasó por los sembrados. Sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comerlas. *
2 Los fariseos, en viéndolo, le dijeron: Mira, tus discípulos hacen lo que no es permitido hacer en sábado. *
3 El les dijo: ¿No leísteis qué hizo David cuando tuvo hambre él y los que con él iban?
4 ¿Cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, lo que no le era permitido comer, ni a él ni a los que con él iban, sino a solos los sacerdotes?
5 ¿O no leísteis en la ley que en día de sábado los sacerdotes en el templo violan el sábado y son inculpables?
6 Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el templo.
7 Y si hubierais entendido qué quiere decir Misericordia quiero, que no sacrificio (Os 6:6), no habríais condenado a esos hombres sin culpa.
8 Porque señor es del sábado el Hijo del hombre
9 Y de allí se trasladó a la sinagoga de ellos.
10 Y se encontró allí con un hombre que tenía seca la mano. Y le interrogaron, diciendo: ¿Es permitido tal vez en día de sábado curar? Su intento era tener de qué acusarle,
11 El les dijo: ¿Qué hombre habrá entre vosotros que tenga una oveja, y si ésta en día de sábado cayere en una hoya, por ventura no la cogerá y la levantará?
12 Pues ¡qué diferencia va de un hombre a una oveja! Así que es permitido en día de sábado hacer bien.
13 Entonces dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió y quedó restablecida, sana como la otra.
14 En saliendo los fariseos, habido consejo contra él, tomaron la resolución de hacerle perecer.
15 Jesús, como lo supo, se retiró de allí, y le siguieron muchos, y los curó a todos,
16 y les ordenó severamente que no le pusiesen en descubierto,
17 para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Isaías, que dice (42:1-4):
18 «He aquí mi siervo, a quien escogí; | mi amado, en quien se agradó mi alma; | pondré mi Espíritu sobre él, | y proclamará justicia a las naciones, |
19 No porfiará, ni dará voces, | ni oirá alguno en las plazas su voz. |
20 La caña cascada no la quebrará, | y la mecha humeante no la apagará | hasta que haga triunfar la justicia; |
21 y en su nombre esperarán las naciones.»
22 Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo, y lo curó, de suerte que el mudo y ciego hablaba y veía. *
23 y estaban asombradas todas las turbas, y decían: ¿No es tal vez éste el hijo de David?
24 Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: Este no lanza los demonios sino en virtud de Belzebú, príncipe de los demonios.
25 Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie.
26 Y si Satanás lanza a Satanás, se dividió contra sí mismo; ¿cómo, pues, se mantendrá en pie su reino?
27 Y si yo lanzo los demonios en virtud de Belzebú, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por eso ellos serán vuestros jueces.
28 Y si en virtud del Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, señal es que ha llegado a vosotros el reino de Dios. *
29 o ¿cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y arrebatarle su ajuar si primero no atare al fuerte? Sólo entonces saqueará su casa.
30 Quien no está conmigo, contra mí está; y quien no allega conmigo, desparrama.
31 Por eso os digo: todo otro pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. *
32 y quien dijere palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; mas quien la dijere contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero. *
33 Una de dos: o haced bueno el árbol y bueno también su fruto, o haced malo el árbol y malo también su fruto, porque del fruto se conoce el árbol.
34 Engendros de víboras, ¿cómo podéis hablar cosas buenas siendo vosotros malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
35 El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas, y el nombre malo, del mal tesoro saca cosas malas.
36 Os certifico que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán razón en el día del juicio.
37 Porque por tus palabras serás dado por justo y por tus palabras serás condenado. *
38 Entonces tomaron la palabra algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver de ti una señal.
39 El, respondiendo, les dijo: Una generación perversa y adúltera reclama una señal, y otra señal no se le dará sino la señal de Jonás el profeta.
40 Porque, como estuvo Jonás en el vientre de la bestia marina tres días y tres noches (Jon 2:1), así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. *
41 Los ninivitas se alzarán en el juicio contra esa generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás; y mirad, hay algo más que Jonás aquí.
42 La reina del Mediodía se alzará en el juicio contra esa generación y la condenará, porque vino de los últimos confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, hay algo más que Salomón aquí.
43 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda vagando por sequedades, buscando reposo, y no le halla.
44 Entonces dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y llegando la halla desocupada, barrida y aderezada.
45 Vase entonces y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando se establecen allí, y resultan las postrimerías de aquel hombre peores que los principios. Así le acaecerá también a esa generación perversa.
46 Estando aún él hablando a las turbas, he aquí que su madre y sus hermanos estaban fuera, buscando cómo hablarle.
47 Díjole uno: Sabe que tu madre y tus hermanos están fuera, buscando cómo hablarte.
48 El, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? *
49 Y extendiendo su mano a sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
50 Porque quien hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre.

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 12,1

Reanuda San Mateo el orden cronológico, que en adelante apenas invertirá.
—Este episodio de las espigas arrancadas acaeció en primavera, cerca de la Pascua; dato interesante para establecer la cronología interna de la vida pública de Jesús. Esta Pascua no fue la mencionada por San Juan en Jua_2:13, ni tampoco la mencionada en Jua_6:4. Y si a estas tres Pascuas añadimos la última, resultan cuatro Pascuas diferentes, que encuadran los tres años de la vida pública.


Mateo 12,1-50

El pensamiento dominante de todo el capítulo 12 es la hostilidad de los judíos. La incomprensión señalada en el capítulo 11 se concentra en los jefes y se convierte en abierta hostilidad.


Mateo 12,2

Los fariseos acusaban a los discípulos de violar el sábado. Para ellos, arrancar las espigas era segar; frotarlas era trillar: cosas vedadas en sábado.


Mateo 12,22

Este milagro es distinto del antes mencionado (Mat_9:32-34) y también, probablemente, del referido por San Lucas en Luc_11:14-23.


Mateo 12,28-29

De la derrota de Satanás deduce Jesús el advenimiento del reino de Dios.


Mateo 12,31

BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU es aquí el pecado de atribuir de mala fe al espíritu malo las obras hechas por virtud del Espíritu Santo.


Mateo 12,32

NI EN ESTE MUNDO NI EN EL VENIDERO: pueden, por tanto, algunos pecados ser perdonados después de la muerte: afirmación implícita del purgatorio.


Mateo 12,37

En Mat_7:21-23 se consideraban vanas las palabras desmentidas por las obras; aquí se consideran importantes, como expresión normal de nuestro sentir y querer.


Mateo 12,40

TRES DÍAS Y TRES NOCHES significaban tres días (civiles), aun incompletos.


Mateo 12,48

¿QUIÉN ES MI MADRE? Habla Jesús como profeta: su dignidad de Hijo de Dios y Redentor queda aún en la sombra. En la sombra debían quedar entre tanto también las prerrogativas de María. Por lo demás, la sentencia final, lejos de rebajar a María, la enaltece.