1 La muerte de Juan el Bautista En aquel tiempo, Herodes Antipas era gobernador de Galilea. Y cuando supo lo que la gente decía acerca de Jesús, |
2 un día les dijo a sus asistentes: «En realidad, ese Jesús es Juan el Bautista, que ha vuelto a vivir. Por eso tiene poder para hacer milagros». |
3 (3-4) Tiempo atrás, Juan el Bautista le había dicho a Herodes: «¡Lo que has hecho no está bien! Herodías es la esposa de tu hermano Felipe, y tú se la quitaste para casarte con ella». Entonces Herodes se enojó contra Juan, y ordenó que lo arrestaran, lo encadenaran y lo pusieran en la cárcel. |
5 Herodes quería matar a Juan. Pero no se atrevía a matarlo porque le tenía miedo a la gente, pues muchos creían que Juan era un profeta. |
6 Cuando Herodes celebró su cumpleaños, la hija de Herodías bailó delante de los invitados. |
7 A Herodes le gustó mucho el baile de la muchacha. Por eso prometió darle lo que ella le pidiera. |
8 Herodías escuchó eso, y convenció a su hija de que le pidiera a Herodes la cabeza de Juan el Bautista. |
9 Al oír esto, Herodes se puso muy triste, pues había prometido darle todo lo que ella le pidiera, y no podía romper una promesa hecha delante de sus invitados. Así que no tuvo más remedio, y ordenó a sus sirvientes que le dieran a la muchacha lo que pedía. |
10 Entonces los sirvientes fueron a la cárcel y le cortaron la cabeza a Juan, |
11 la pusieron en un plato, y se la llevaron a la muchacha. Ella se la entregó a su madre. |
12 Los discípulos de Juan pasaron a recoger el cuerpo de su maestro y lo enterraron. Después, fueron y le contaron a Jesús lo que había sucedido. |
13 Jesús da de comer a mucha gente Cuando Jesús oyó lo que le habían hecho a Juan el Bautista, subió a una barca y se fue a donde pudiera estar solo. Cuando la gente de los pueblos cercanos supo que Jesús se iba, lo siguió por tierra. |
14 Jesús bajó de la barca y vio que allí había una gran cantidad de gente. Entonces tuvo compasión de ellos y sanó a todos los que estaban enfermos. |
15 Cuando ya empezaba a atardecer, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: —Este es un lugar solitario, y se está haciendo tarde. Dile a la gente que se vaya a los pueblos y compre su comida. |
16 Jesús les contestó: —No tienen que irse. Denles ustedes de comer. |
17 Los discípulos respondieron: —Pero no tenemos más que cinco panes y dos pescados. |
18 Jesús les dijo: —Tráiganlos aquí. |
19 Luego de ordenar que la gente se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y dio gracias a Dios. Después partió los panes y se los dio a los discípulos, para que ellos los repartieran a la gente. |
20 Todos comieron hasta quedar satisfechos. Y cuando los discípulos recogieron los pedazos que sobraron, llenaron doce canastas. |
21 Los que comieron fueron como cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños. |
22 Jesús camina sobre el agua Después de esto, Jesús ordenó a los discípulos: «Suban a la barca y vayan a la otra orilla del lago. Yo me quedaré aquí para despedir a la gente, y los alcanzaré más tarde.» |
23 Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció. |
24 Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza. |
25 Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. |
26 Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma! |
27 Enseguida Jesús les dijo: —¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo! |
28 Entonces Pedro le respondió: —Señor, si realmente eres tú, ordena que yo camine también sobre el agua y vaya hasta donde tú estás. |
29 Y Jesús le dijo: —¡Ven! De inmediato Pedro bajó de la barca. Caminó sobre el agua y fue hacia Jesús. |
30 Pero cuando sintió la fuerza del viento, tuvo miedo. Allí mismo empezó a hundirse, y gritó: —¡Señor, sálvame! |
31 Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: —Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste? |
32 En cuanto los dos subieron a la barca, el viento dejó de soplar. |
33 Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios! |
34 Jesús sana a los enfermos en Genesaret Jesús y sus discípulos cruzaron el lago hasta llegar al pueblo de Genesaret. |
35 Cuando los del pueblo reconocieron a Jesús, dieron aviso por toda la región. Entonces la gente llevó a los enfermos adonde estaba Jesús, |
36 y le rogaban que al menos los dejara tocar el borde de su manto. ¡Y todos los enfermos que tocaron el manto de Jesús quedaron sanos! |