Mateo 18 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 35 versitos |
1 En aquella sazón se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién, pues, es mayor en el reino de los cielos? *
2 Y llamando a sí a un niño, lo puso en medio de ellos,
3 y dijo: En verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos.
4 Así, pues, el que se hiciere pequeño como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos.
5 Y quien recibiere a uno de tales niños en mi nombre, a mí me recibe.
6 Y quien escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, mejor fuera que le colgasen alrededor del cuello una muela de tahona y le sumergiesen en alta mar.
7 ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Porque fuerza es que vengan los escándalos; mas ¡ay del hombre por quien viene el escándalo!
8 Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtalo y échalo lejos de ti; mejor te vale entrar en la vida manco o cojo, que con tus dos manos o tus dos pies ser arrojado al fuego eterno.
9 Y si tu ojo te escandaliza, sácalo y échalo lejos de ti; mejor te vale con sólo un ojo entrar en la vida, que con tus dos ojos ser arrojado en la gehena del fuego.
10 Guardaos no menospreciéis a uno de estos pequeñuelos, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven sin cesar el rostro de mi Padre, que está en los cielos. *
11 Porque el Hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido. *
12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿por ventura no dejará las noventa y nueve en los montes y se irá a buscar la descarriada?
13 Y si le aconteciere hallarla, en verdad os digo que se goza por ella más que por las noventa y nueve no descarriadas.
14 Así no es voluntad en el acatamiento de vuestro Padre, que está en los cielos, de que perezca uno de esos pequeñuelos.
15 Si pecare contra ti tu hermano, ve y corrígele entre ti y él solo. Si te escuchare, ganaste a tu hermano;*
16 mas si no te escuchare, toma todavía contigo a uno o dos, para que «Sobre el dicho de dos o tres testigos se falle todo pleito» (Dt 19:15);
17 y si no les diere oídos, dilo a la Iglesia; y si tampoco a la Iglesia diere oídos, míralo como al gentil y al publicano. *
18 En verdad os digo, cuanto atareis sobre la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis sobre la tierra será desatado en el cielo. *
19 En verdad también os digo que, si dos de entre vosotros se concertaren sobre la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será otorgado por mi Padre, que está en los cielos. *
20 pUes dondequiera que estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21 Entonces, llegándose Pedro, le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta siete veces?
22 Dícele Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
23 Por esto se asemejó el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24 y como comenzó a tomarlas, le fue presentado un deudor de diez mil talentos. *
25 No teniendo él con qué pagar, mandó su señor se le vendiese a él, a su mujer, a sus hijos y todo cuanto tenía, y con eso se le pagase.
26 Postrándose, pues, el siervo aquel, le suplicaba rendidamente, diciendo: Ten paciencia conmigo, y todo te lo pagaré.
27 Compadecido el señor de aquel siervo, le dejó ir libre y le perdonó la cantidad prestada.
28 Así que salió aquel siervo, se encontró con uno de sus consiervos que le debía cien denarios; y asiendo de él le ahogaba, diciendo: Paga todo lo que debes. *
29 Postrándose, pues, su consiervo, le suplicaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y te pagaré.
30 Mas él no quería, sino que fue y le echó en la cárcel hasta que pagase lo que debía.
31 Viendo, pues, sus consiervos lo que pasaba, se disgustaron sobremanera y se fueron a enterar a su señor de todo lo ocurrido.
32 Entonces, llamándole su señor, le dice: Siervo ruin, toda aquella deuda te perdoné porque me lo suplicaste.
33 ¿No era justo que también tú te compadecieses de tu consiervo, lo mismo que yo me compadecí de ti?
34 Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonareis cada uno a vuestro hermano con todo vuestro corazón. *

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 18,1

Habían discutido los apóstoles sobre quién era el mayor; no habiéndose puesto de acuerdo, apelaron a la solución del Maestro, aunque sin decirle palabra sobre la discusión precedente. No necesitaba el Maestro que le confesaran su falta.


Mateo 18,10

De estas palabras se colige que Dios ha confiado la custodia de cada hombre ya desde su nacimiento a la vigilancia y custodia de los santos ángeles.


Mateo 18,11

Esta sentencia es a la vez conclusión de lo que precede y transición para lo que sigue.


Mateo 18,15-17

En el proceso de la corrección, tres pasos señala el Maestro:
1) la corrección secreta;
2) la privada ante testigos;
3) la denunciación pública ante la autoridad.


Mateo 18,17

DILO A LA IGLESIA: es decir, a la autoridad constituida en la Iglesia. Existe, por tanto, en la Iglesia la potestad de juzgar. Y tal potestad sería irrisoria sin el correspondiente poder de imponer sanciones.


Mateo 18,18

Estas palabras, comparadas con las dichas antes a Pedro (Mat_16:19), son como su extensión. Pero con una diferencia esencial. Dichas a Pedro, en singular, expresaban una función soberana: dichas a todos los apóstoles, en plural y en general, no expresan una función soberana e independiente; de lo contrario, serían una anulación de la potestad soberana otorgada antes a solo Pedro.


Mateo 18,19-20

La eficacia de la oración asociada estriba en la presencia de Cristo, que, atraído por la caridad fraterna, refrenda la oración hecha en caridad.


Mateo 18,24

El talento de plata equivalía próximamente a 5.000 pesetas. Los DIEZ MIL TALENTOS importarían unos 50 millones.


Mateo 18,28

El denario osciló entre los 78 y los 87 céntimos de peseta.


Mateo 18,35

No quiere decir que Dios retracte el perdón, una vez otorgado, de los pecados: pero da a entender la enorme gravedad del pecado de quien se obstina en no perdonar, que en cierto modo equivale al cúmulo de los pecados antes cometidos y ya perdonados.