Mateo 19 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 30 versitos |
1 Aconteció que, cuando hubo Jesús concluido estos razonamientos, se partió de Galilea y vino a los confines de la Judea allende el Jordán,
2 y le siguieron grandes muchedumbres, y los curó allí.
3 Y se le acercaron unos fariseos, tentándole y diciendo: ¿Es lícito repudiar a su mujer por cualquier motivo? *
4 El, respondiendo, dijo: ¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra? *
5 Y dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne (Gen 2:24).
6 Así que ya no son dos, sino una carne. Lo que Dios, pues, juntó, el hombre no lo separe.
7 Dícenle: ¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar libelo de divorcio y repudiar?
8 Díceles: Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no ha sido así.
9 Y os digo que quien repudiare a su mujer, no interviniendo fornicación, y se casare con otra, adultera, y quien se casare con la repudiada, adultera. *
10 Dícenle los discípulos: Si tal es la situación del hombre respecto de la mujer, no vale la pena casarse,
11 El les dijo: No todos son capaces de comprender esta palabra, sino aquellos a quienes ha sido dado.
12 Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que lo son por obra de los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron tales por razón del reino de los cielos. Quien sea capaz de comprender, comprenda. *
13 Entonces le fueron presentados unos niños para que pusiese las manos sobre ellos y recitase una oración; mas los discípulos les riñeron.
14 Pero Jesús dijo: Dejad en paz a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los tales es el reino de los cielos.
15 Y habiendo puesto las manos sobre ellos, se partió de allí.
16 Y he aquí que uno, llegándosele, dijo: Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida eterna?
17 El le dijo: ¿A qué me preguntas sobre lo que es bueno? Uno solo es bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
18 Dícele: ¿Cuáles? Jesús dijo: Lo de No matarás, no adulterarás, no robarás, no dirás falso testimonio;
19 Honra al padre y a la madre y Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Ex 20:12-16; Lev 19:18; Dt 5:16-20).
20 Dícele el joven: Todo esto lo guardé. ¿Qué más necesito?
21 Díjole Jesús: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y vuelto acá, sígueme.
22 Como el joven oyó esta palabra, se fue entristecido, porque era persona que poseía muchos bienes.
23 Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos.
24 De nuevo os digo: más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de los cielos.
25 Al oír esto los discípulos, se asombraban sobremanera y decían: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
26 Fijando en ellos su mirada, díjoles Jesús: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
27 Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: Mira, nosotros lo dejamos todo y te seguimos: ¿qué habrá, pues, para nosotros? *
28 Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros, que me seguisteis, al tiempo de la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar las doce tribus de Israel. *
29 y todo aquel que dejó casas, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por causa de mi nombre, recibirá el cien doblado y poseerá en herencia la vida eterna.
30 Y muchos primeros serán postreros, y muchos postreros serán primeros. *

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 19,3

Dos puntos hay que distinguir en esta pregunta: lo que se presupone y lo que se pregunta. Se presupone la licitud del repudio; se pregunta si el repudio puede hacerse POR CUALQUIER MOTIVO. El Maestro responde por partes.


Mateo 19,4-6

Respondiendo al primer punto, establece el Maestro la indisolubilidad del matrimonio.


Mateo 19,9

Distingue el Maestro dos cosas esencialmente distintas; la disolubilidad del vínculo conyugal y la separación material. La primera la niega en absoluto; la segunda la reprueba también, con una sola excepción: en el caso de adulterio.


Mateo 19,12

Tres géneros de EUNUCOS distingue el Maestro. Los dos primeros, los forzosos, o por naturaleza o por violencia, se han de entender en sentido literal. El tercer género se ha de entender en sentido metafórico o espiritual, y son los célibes voluntarios, que escogen la continencia POR RAZÓN DEL REINO DE LOS CIELOS.


Mateo 19,27

No reprueba el Maestro las miras interesadas de Pedro. El temor de Dios y la esperanza, si no son lo más perfecto, son, con todo, buenos. Ni deben condenarse, sino superarse con el amor de Dios.


Mateo 19,28

AL TIEMPO DE LA REGENERACIÓN: la restauración final será como una nueva generación del universo.

|| OS SENTARÉIS…: como jueces asesores.

|| LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL: expresión figurada de la universalidad de los hombres.


Mateo 19,29

La promesa del CIEN DOBLADO, si se cumple principalmente en los bienes espirituales, se extiende también a los bienes temporales conducentes a la vida eterna.


Mateo 19,30

Esta sentencia tiene estrecha conexión con lo que precede. Dice el Maestro: al tiempo de la regeneración no ocurrirá lo que se imaginan los judíos: que ellos serán los triunfadores y los primeros, mientras que los gentiles serán los vencidos y los últimos; antes muchos de esos primeros pasarán a ser los últimos, y viceversa. Para recalcar esta sentencia propone la parábola que sigue.