Mateo 20 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 34 versitos |
1 Porque es semejante el reino de los cielos a un hombre amo de casa, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. *
2 Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. *
3 Y habiendo salido hacia la hora tercia, vio a otros que estaban en la plaza parados, *
4 y les dijo: Id también vosotros a la viña, y os daré lo que fuere justo.
5 Ellos fueron. Habiendo salido otra vez hacia la hora sexta y nona, hizo lo mismo.
6 Cerca de la hora undécima, habiendo salido, halló a otros por allí, y les dice: ¿Por qué os estáis ahí todo el día holgando?
7 Dícenle: Porque nadie nos ha contratado. Díceles: Id también vosotros a la viña.
8 Venido el atardecer, dijo el amo de la viña a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos hasta llegar a los primeros.
9 Y venidos los de la hora undécima, cobraron cada uno su denario.
10 Viniendo luego los primeros, pensaron que cobrarían más y cobraron también ellos su correspondiente denario.
11 Mas habiéndolo recibido, murmuraban contra el amo de casa,
12 diciendo: Estos últimos trabajaron una hora sola, y los igualaste a nosotros, los que hemos soportado el peso del día y el calor.
13 El, respondiendo a uno de ellos, dijo: Amigo, no te hago agravio. ¿No te concertaste conmigo por un denario?*
14 Toma lo tuyo y vete. Y si quiero a este último darle lo mismo que a ti,
15 ¿no me es permitido hacer de lo mío lo que quiero? ¿O ha de ser malo tu ojo porque yo soy bueno?
16 Así serán los últimos primeros, y los primeros últimos. Porque muchos son llamados, mas pocos elegidos. *
17 Al tiempo que subía a Jerusalén, tomó Jesús aparte a los doce discípulos, y en el camino les dijo:
18 Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas, y le condenarán a muerte,
19 y le entregarán a los gentiles para que se mofen de él y le azoten y le crucifiquen. Y al tercer día resucitará.
20 Entonces se llegó a él la madre de los hijos de Zebedeo junto con sus hijos, postrándose y en ademán de pedirle algo.
21 El le dijo: ¿Qué quieres? Dícele: Di que se sienten estos dos hijos míos uno a tu diestra y uno a tu izquierda en tu reino.
22 Respondiendo Jesús, dijo: No sabéis qué pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber? Dícenle: Podemos.*
23 Díceles: Mi cáliz ciertamente beberéis; mas el sentarse a mi derecha y a mi izquierda, no me corresponde a mí otorgarlo; mas es para quienes está reservado por mi Padre.
24 Y en cuanto oyeron esto los diez, se enojaron con los dos hermanos.
25 Mas Jesús, llamándoles a sí, dijo: Sabéis que los jefes de las naciones los tratan despóticamente y los grandes abusan con ellos de su autoridad.
26 No ha de ser así entre vosotros; antes quien quisiere entre vosotros venir a ser grande, será vuestro servidor;
27 y quien quisiere entre vosotros ser primero, será vuestro esclavo:
28 como el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos. *
29 Y al salir ellos de Jericó los siguió un gran gentío.
30 y he aquí que dos ciegos sentados junto al camino, en oyendo decir qué Jesús pasaba por allí, se pusieron a gritar, diciendo: Ten piedad de nosotros, Señor, Hijo de David.
31 Pero la gente los increpaba, diciéndoles que callasen. Mas ellos gritaron más, diciendo: Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David.
32 Y deteniéndose Jesús, llamólos y dijo: ¿Qué queréis haga yo con vosotros?
33 Dícenle: Señor, que se abran nuestros ojos.
34 Compadecido Jesús, tocó sus ojos. Y al punto recobraron la vista y le siguieron.

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 20,1-16

Para orientarse en la interpretación de esta parábola hay que tener presente que en ella lo sustancial es la inversión o trueque entre primeros y últimos. Semejante inversión resalta principalmente cuando los obreros de última hora son preferidos a los de las primeras horas en dos cosas: en que reciben antes el jornal, en que la paga es proporcionalmente mayor. De esto precisamente se querellan los que habían SOPORTADO EL PESO DEL DÍA, y la igualdad de la paga les parecía una irritante desigualdad. Con la parábola, el Maestro profetizaba la historia futura. Que los gentiles fueran admitidos en la Iglesia, pero en un plano de inferioridad, lo celebraban los judíos; pero que la gentilidad fuera equiparada a Israel, eso no podían tolerarlo. Y se verificó la sentencia de la parábola: que vinieron a ser LOS ÚLTIMOS PRIMEROS, Y LOS PRIMEROS ÚLTIMOS.


Mateo 20,2

EN UN DENARIO: era el salario que solía darse a los obreros por un día de trabajo,


Mateo 20,3

Las horas se cuentan desde la salida del sol.


Mateo 20,13-15

Se expresa la ley de la divina Providencia, que se desenvuelve en dos planos diferentes: el de la justicia y el de la gracia. En el de la justicia, Dios da a todos lo que les debe (en cuanto se puede hablar de deberes en Dios); pero en el de la gracia, a unos da más, a otros menos, según su sabiduría y beneplácito.


Mateo 20,16

Dos sentencias enuncia el Maestro, cuya conexión parece debe explicarse en que la segunda expresa explícitamente lo que la primera sugiere virtualmente. La primera sólo expresa la inversión de primeros y últimos; pero en la realidad la inversión debía convertirse en exclusión de los que de primeros pasaban a últimos,


Mateo 20,22-23

En la petición de los hermanos distingue el Señor dos cosas: una general, que ellos daban por supuesta; otra particular, que ahora pedían: la preeminencia. Respecto de la primera les advierte que, para que la promesa de sentarse en los tronos se haga efectiva, es menester que antes pasen por la pasión. Respecto de la segunda, que semejantes preeminencias no se otorgan por intrigas ambiciosas.


Mateo 20,28

A DAR SU VIDA COMO RESCATE POR MUCHOS: breve síntesis del dogma de la redención, en que se declara:
1) que los hombres eran esclavos y cautivos;
2) que de esta esclavitud y cautiverio los rescató Cristo;
3) que el precio de este rescate fue su vida o su sangre;
4) que el beneficio de este rescate recayó sobre la muchedumbre del género humano.