1 La fiesta de bodas Una vez más, Jesús les puso un ejemplo a los sacerdotes, a los líderes judíos y a los fariseos: |
2 «En el reino de Dios pasa lo mismo que cuando un rey hizo una fiesta para celebrar la boda de su hijo. |
3 El rey envió a sus sirvientes para que llamaran a los invitados a la fiesta. Pero los invitados no quisieron ir. |
4 Entonces el rey envió a otros sirvientes con este mensaje: “La comida ya está lista. He mandado preparar la carne de mis mejores terneros. ¡Vengan a la fiesta!” |
5 »Pero los invitados no hicieron caso, y cada uno se fue a hacer otras cosas. Uno fue a ver sus terrenos, otro fue a atender su negocio, |
6 y los otros agarraron a los sirvientes del rey y los mataron a golpes. |
7 »El rey se enojó mucho, y envió a sus soldados para que mataran a esos invitados y quemaran la ciudad donde vivían. |
8 Luego, el rey dijo a sus sirvientes: “La fiesta de bodas está lista, y aquellos invitados no merecían venir. |
9 Vayan por las calles, e inviten a todos los que encuentren para que vengan a la fiesta de la boda.” |
10 »Los sirvientes fueron a las calles de la ciudad e invitaron a muchas personas, unas malas y otras buenas; y así el salón de la fiesta se llenó de invitados. |
11 »Cuando el rey entró al salón para conocer a los invitados, vio a uno que no estaba bien vestido para la fiesta, |
12 y le dijo: “¡Oye, tú! ¿Cómo hiciste para entrar, si no estás vestido para la fiesta?” »Pero él no contestó nada. |
13 Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad; allí la gente llora y rechina de terror los dientes.” |
14 »Esto pasa porque son muchos los invitados a participar en el reino de Dios, pero son muy pocos aquellos a los que Dios acepta.» |
15 Una trampa para Jesús Un día, los fariseos se reunieron y decidieron ponerle una trampa a Jesús, para hacer que dijera algo malo. |
16 Mandaron a algunos de sus seguidores, junto con unos partidarios del rey Herodes, para que dijeran a Jesús: —Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. Tú le enseñas a la gente que debe obedecer a Dios en todo. No te importa lo que digan los demás acerca de tus enseñanzas, porque tú no hablas para quedar bien con ellos. |
17 Dinos ahora qué opinas: ¿Está bien que le paguemos impuestos al emperador de Roma, o no? |
18 Pero como Jesús conocía las malas intenciones que tenían, les dijo: —¡Hipócritas! ¿Por qué quieren ponerme una trampa? |
19 Muéstrenme una de las monedas que se usan para pagar el impuesto. Entonces le trajeron una moneda de plata, |
20 y Jesús les preguntó: —¿De quién es la imagen que está en la moneda? ¿De quién es el nombre que tiene escrito? |
21 Ellos contestaron: —Del emperador romano. Jesús les dijo: —Pues denle al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios. |
22 Los fariseos quedaron asombrados al escuchar la respuesta, y se fueron. |
23 Los saduceos hablan con Jesús Ese mismo día, unos saduceos fueron a ver a Jesús. Los saduceos no creían que los muertos pueden volver a vivir, |
24 y por eso le preguntaron: —Maestro, Moisés escribió que, si un hombre muere sin tener hijos con su esposa, el hermano de ese hombre debe casarse con la viuda y tener hijos con ella. De acuerdo con la Ley, esos hijos le pertenecen al hermano muerto y llevan su nombre. |
25 »Pues bien, aquí vivieron una vez siete hermanos. El hermano mayor se casó, y tiempo más tarde murió sin tener hijos. Entonces el hermano que seguía se casó con la mujer que dejó el mayor, |
26 pero, tiempo después, también él murió sin tener hijos. Con el tercer hermano pasó lo mismo. Y así pasó con los siete hermanos. |
27 Finalmente, murió la mujer. |
28 »Ahora bien, cuando Dios haga que los muertos vuelvan a vivir, ¿de quién será esposa esta mujer, si estuvo casada con los siete? |
29 Jesús contestó: —Ustedes están equivocados. Ni saben lo que dice la Biblia, ni conocen el poder de Dios. |
30 Cuando Dios haga que los muertos vuelvan a vivir, nadie se va a casar, porque todos serán como los ángeles del cielo. |
31 Y en cuanto a si los muertos vuelven a vivir, ustedes pueden leer en la Biblia lo que Dios le dijo a Moisés: |
32 “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus antepasados”. Por tanto, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Dios todos ellos están vivos.[1] |
33 Al oír las enseñanzas de Jesús, la gente que estaba allí se quedó asombrada. |
34 Los dos mandamientos más importantes Cuando los fariseos se dieron cuenta de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se reunieron y fueron a ver a Jesús. |
35 Uno de ellos, que sabía mucho acerca de la ley de los judíos, quiso ponerle una trampa y le preguntó: |
36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de todos? |
37 (37-38) Jesús le respondió: —El primer mandamiento, y el más importante, es el que dice así: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas y con todo lo que eres.” |
39 Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ese, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.” |
40 Toda la enseñanza de la Biblia se basa en estos dos mandamientos. |
41 La pregunta acerca del Mesías Mientras los fariseos todavía estaban reunidos, Jesús les preguntó: |
42 —¿A qué familia pertenecerá el Mesías? Ellos respondieron: —A la familia del rey David. |
43 (43-45) Jesús les dijo: —Con la ayuda del Espíritu Santo, David escribió: “Dios le dijo a mi Señor el Mesías: ‘Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos.’” »A ver, explíquenme: Si el rey David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede el Mesías ser su descendiente? ¡Hasta David lo considera más importante que él mismo! |
46 Nadie pudo responderle a Jesús, y desde ese momento ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. |