1 Contra los fariseos y Jerusalén Hipocresía y ambición farisaicas Entonces Jesús habló a las turbas y a sus discípulos, |
2 diciendo: «Sobre la de Moisés cátedra sentáronse los escribas y los fariseos; |
3 todo, pues, cuanto os dijeren, haced, y guardad, pero, según sus obras, no hagáis; que dicen y no hacen. |
4 Y atan cargas pesadas e insoportables y pónenlas sobre los hombros de los hombres; pero ellos con su dedo no quieren moverlas. |
5 Y todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres; pues ensanchan (a) sus filacterias (b) y extienden sus franjas; (c) |
6 y aman el primer lecho en los banquetes, y las primeras sillas en las sinagogas; |
7 y las salutaciones en las ágoras y ser llamados de los hombres rabbí, (d) |
8 vosotros, empero, no os llaméis rabbí, que uno es vuestro maestro, y todos vosotros hermanos sois. |
9 Y padre no llaméis vuestro sobre la tierra; pues uno es vuestro padre: el celestial. |
10 Ni os llaméis guías que vuestro guía es uno: el Cristo. |
11 Y el mayor de vosotros será vuestro servidor. |
12 Y quienquiera que se ensalzare, será humillado; y quienquiera que se humillare, será ensalzado.» |
13 «Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, que ni vosotros entráis ni a los que entran, dejáis entrar! |
14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque devoráis las casas de las viudas, orando con aparato, largamente (e) por esto llevaréis más abundante juicio! |
15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque atravesáis la mar y la árida por hacer un prosélito y cuando sucede, hacéisle hijo de la gehenna duplo que vosotros! |
16 ¡Ay de vosotros, ductores ciegos, los que decís: «Quien jurare en el templo, —nada es, pero, quien jurare en el oro (f) del templo, se obliga! (g) ». |
17 ¡Necios y ciegos! pues ¿quién es mayor; el oro o el templo que santifica el oro? |
18 Y: «Quien jurare en el altar nada es; pero, quien jurare en la ofrenda la sobre él, se obliga». |
19 ¡Necios y ciegos! pues ¿qué es mayor: la ofrenda o el altar, el que santifica la ofrenda? |
20 Quien jurare, en el altar, jura en él y en todo sobre él; |
21 y quien jurare en el templo, jura en él y en el que se aposenta en él; |
22 y quien jurare en el cielo, jura en el trono de Dios y el sentado sobre él. |
23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el eneldo y el comino, y tenéis dejado lo más grave de la ley: el juicio, y la misericordia y la fe! Y esto era necesario hacer, y aquello no dejar. |
24 ¡Ductores ciegos, los que coláis el mosquito, y el camello tragáis! |
25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas porque limpiáis lo de fuera del cáliz y de la escudilla, y por dentro rebosan de rapiña e intemperancia! |
26 Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del cáliz y de la escudilla, para que quede también lo de fuera de él limpio. |
27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque semejáis tumbas recién blanqueadas; las que por fuera parecen hermosas, pero por dentro rebosan de huesos de muertos y de toda impureza! |
28 Así también vosotros, por fuera ciertamente parecéis a los hombres, justos, pero por dentro estáis henchidos de hipocresía e injusticia. |
29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los monumentos de los justos! |
30 y decís: «Si fuéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos de ellos partícipes en la sangre de los profetas» |
31 Así que atestiguáis de vosotros mismos que hijos sois de los que mataron a los profetas. |
32 Y vosotros llenasteis la medida de vuestros padres, |
33 serpientes, engendros de víboras ¿cómo huiréis del juicio de la gehenna? |
34 Por esto, he aquí que yo envío a vosotros profetas, y sabios y escribas; de ellos mataréis y crucificaréis; y de ellos azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, |
35 para que venga sobre vosotros toda sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías (h) , hijo de Baraquías; a quien matasteis entre el templo y el altar. |
36 En verdad dígoos: vendrá todo esto sobre esta generación. |
37 Jerusalén, Jerusalén, la matadora de los profetas y apedreadora de los enviados a ella —¡cuántas veces quise ir juntando tus hijos del modo que un ave va juntando sus pollos bajo sus alas, y no quisisteis! |
38 He aquí se os abandonará (i) vuestra casa. |
39 Pues dígoos que no me veréis, no, desde ahora hasta que digáis:
Bendito el que viene en nombre de Señor.»
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