Mateo 6 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 34 versitos |
1 Mirad no obréis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de lo contrario no tenéis derecho a la paga cerca de vuestro Padre, que está en los cielos.
2 Por eso, cuando hicieres limosna, no mandes tocar la trompeta delante de ti, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para ser honrados de los hombres: en verdad os digo, firman el recibo de su paga.
3 Mas cuando tú hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga.
5 Y cuando oréis, no seréis como los hipócritas, porque son amigos de hacer la oración puestos de plantón en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para exhibirse delante de los hombres: en verdad os digo, firman el recibo de su paga.
6 Mas tú, cuando ores, entra en tu recámara y, echada la llave a tu puerta, haz tu oración a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga.
7 Y al orar no charléis neciamente como los gentiles, pues se imaginan que con su mucha palabrería serán escuchados.
8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, que bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis.
9 Vosotros, pues, habéis de orar así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el tu nombre, *
10 venga el tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. *
11 El pan nuestro de cada día dánosle hoy, *
12 y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; *
13 y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del malvado. *
14 Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial:
15 mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará las vuestras.
16 Y cuando ayunéis, no os pongáis tristes como los hipócritas, pues desfiguran sus rostros para figurar ante los hombres como ayunadores. En verdad os digo, firman el recibo de su paga.
17 Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara,
18 para que no parezcas a los hombres como quien ayuna, sino a tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que mira a lo escondido, te dará la paga.
19 No atesoréis tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orin los hacen desaparecer y donde los ladrones perforan las paredes y roban;
20 atesoraos más bien tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los hacen desaparecer y donde los ladrones no perforan las paredes y roban.
21 Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. *
22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere bueno, todo tu cuerpo estará iluminado; *
23 mas si tu ojo estuviere malo, todo tu cuerpo estará entenebrecido. Si, pues, la luz que hay en ti es oscuridad, ¿la oscuridad cuánta será?
24 Nadie puede ser esclavo de dos señores, porque o bien aborrecerá al uno y tendrá amor al otro, o bien se adherirá al primero y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.*
25 Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Por ventura la vida no vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? *
26 Poned los ojos en las aves del cielo, que ni siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Acaso vosotros no valéis más que ellas?
27 Y ¿quién de vosotros a fuerza de afanes puede añadir un solo codo a la duración de su vida?
28 Y por el vestido, ¿a qué congojaros? Considerad los lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan;
29 y yo os aseguro que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Y si la hierba del campo, que hoy parece y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿por ventura no mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
31 No os acongojéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos?, o ¿qué beberemos?, o ¿con qué nos vestiremos?
32 Pues tras todas esas cosas andan solícitos los gentiles. Que bien sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas.
33 Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y esas cosas todas se os darán por añadidura.
34 No os preocupéis, pues, por el día de mañana; que el día de mañana se preocupará de sí mismo: bástale a cada día su propia malicia. *

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 6,9

SANTIFICADO: venerado o alabado como santo.

|| NOMBRE: es no solamente la palabra «Dios» sino también los atributos de Eterno, Omnipotente, Bueno, con que le nombramos y honramos


Mateo 6,10

REINO: se traduciría más exactamente «reinado». Lo que se pide es la efectividad y extensión universal del reinado de Dios entre los hombres.

|| Tu VOLUNTAD: tanto los preceptos de Dios legislador como las disposiciones de Dios providente.

|| Así EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO: probablemente se refiere no sólo al cumplimiento de la divina voluntad, sino también a las dos primeras peticiones.


Mateo 6,11

DE CADA DÍA: probablemente el original epiusion significa (el pan del día) que viene , es decir, que comienza , que en el contexto viene a significar lo mismo que cotidiano .


Mateo 6,12

NUESTRAS DEUDAS para con Dios son principalmente nuestros pecados.
—La partícula comparativa COMO, además de expresar semejanza o proporcionalidad, connota los matices de causalidad, medida y condición .

|| NUESTROS DEUDORES son nuestros ofensores.


Mateo 6,13

No NOS DEJES CAER (literalmente no nos pongas ) EN LA TENTACIÓN: no pedimos vernos libres de toda tentación, sino no ser expuestos a tales tentaciones, que sean para nosotros ocasión próxima de pecado.

|| LÍBRANOS DEL MALVADO, es decir, del diablo. Esta interpretación es más probable que la corriente «líbranos de [todo] mal».


Mateo 6,21

Esta sentencia contiene toda una filosofía de valores. TESORO es un gran valor . La medida interna del valor es el aprecio de la inteligencia, y este aprecio es a su vez la medida de la atracción que el valor ejerce sobre el corazón. Y como el corazón ha de estar en el cielo, necesario es que se halle en el cielo lo que apreciáis como tesoro.


Mateo 6,22-23

En estas palabras hay dos comparaciones sobrepuestas. Comparación básica: los ojos corporales son como dos lamparitas que iluminan nuestros movimientos. Comparación principal a los ojos del cuerpo responden los del alma, nueva lamparilla espiritual, que ilumina todos los actos de la vida moral. Si esta luz o visión es objetiva y exacta, distinguimos la realidad de las cosas; de lo contrario, andamos entre tinieblas.


Mateo 6,24

Esta sección es una parábola, tan rápida como rica de sentido. El elemento básico de la imagen es la imposibilidad moral de ser a un tiempo esclavo de dos amos, que se hacen incompatibles. De ahí el sentido de la moralidad: Dios, el Señor del cielo, y el Dinero, amo del mundo, son dos señores rivales e incompatibles, a los cuales es imposible servir a un tiempo.


Mateo 6,25-34

Esta sección es a la vez delicioso poemita. Comienza enunciando el tema: NO OS PREOCUPÉIS POR VUESTRA VIDA. Sigue la doble demostración relativa al alimento y al vestido. Demostrada la tesis, se repite, por vía de consecuencia, apoyada por nuevas razones.


Mateo 6,34

Cada día tiene su PROPIA MALICIA. Quien excesivamente se preocupa por el día de mañana , acumula inútilmente en un solo día la malicia de dos.