Mateo 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 29 versitos |
1 No juzguen, para no ser juzgados.
2 Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.
3 ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?
4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Deja que te saque la paja de tu ojo", si hay una viga en el tuyo?
5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6 No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
7 Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
8 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
10 ¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
11 Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
12 Todos los que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
13 Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.
14 Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
15 Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
17 Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos.
18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
19 Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego.
20 Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
21 No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
22 Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?".
23 Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal".
24 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
25 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
26 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena".
27 Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
28 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza,
29 porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

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Introducción a Mateo


EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

El Evangelio que lleva el nombre de MATEO -un recaudador de impuestos que abandonó su trabajo para seguir a Jesús (9. 9)- fue escrito hacia el 80d.C. y está dirigido principalmente a los cristianos de origen judío.
Dado el carácter de los destinatarios, Mateo cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento y se apoya en ellos para mostrar que el designio de Dios anunciado por los Profetas alcanza su pleno cumplimiento en la persona y la obra de Jesús. Él es el "Hijo de David", el "Enviado" para salvar a su Pueblo, el "Hijo del hombre" que habrá de manifestarse como Juez universal, el "Rey de Israel" y el "Hijo de Dios" por excelencia. Mateo también aplica a Jesús en forma explícita los oráculos de Isaías sobre el "Servidor sufriente", que carga sobre sí nuestras debilidades y dolencias. Y al darle el título de "Señor", reservado sólo a Dios en el Antiguo Testamento, afirma implícitamente su condición divina.
Este evangelista atribuye una especial importancia a las enseñanzas de Jesús y las agrupa en cinco discursos, que forman como la trama de su Evangelio y están encuadrados por otras tantas secciones narrativas. El tema central de estos discursos es el Reino de Dios. En ellos, Cristo aparece como "el nuevo Moisés", que lleva a su plenitud la Ley de la Antigua Alianza. También es el "Maestro", que enseña "como quien tiene autoridad" (7. 29) la "justicia" de ese Reino inaugurado y proclamado por él.
El Evangelio de Mateo ha sido llamado con razón "el Evangelio de la Iglesia", por el papel preponderante que ocupa en él la vida y la organización de la comunidad congregada en nombre de Jesús. Esta comunidad es el nuevo Pueblo de Dios, el lugar donde el Señor resucitado manifiesta su presencia y la irradia a todos los hombres. Por eso ella está llamada a vivir en el amor fraterno y el servicio mutuo, como condiciones indispensables para hacer visible el verdadero rostro de Jesucristo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Mateo 7,1-29

1. Jesús no prohíbe formarse un juicio objetivo sobre los demás, sino condenarlos inapelablemente, usurpando así el lugar de Dios, que es el único Juez.

6. Esta expresión significa probablemente que no debe anunciarse el Evangelio a quienes se obstinan en rechazarlo.

22. "Aquel día" se refiere al día del Juicio final.

23. Sal_6:9.

29. La diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de los maestros judíos era que Jesús enseñaba apoyándose en su propia autoridad, mientras que los escribas apelaban continuamente a sus tradiciones.