Mateo 9 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 38 versitos |
1 Y subiendo en la nave, hizo la travesía y vino a su ciudad.
2 Y he aquí que le traían un paralítico echado sobre una camilla. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Buen ánimo, hijo; perdonados te son tus pecados. *
3 Y he aquí que algunos de los escribas dijeron para sí: Este blasfema.
4 Y viendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿A qué revolvéis malos pensamientos en vuestros corazones?
5 Pues ¿cuál es más fácil, decir «Perdonados te son tus pecados» o decir «Levántate y anda»?
6 Pues para que entendáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, entonces dice al paralítico: Levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa.
7 Y levantándose, marchó a su casa.
8 y viéndolo las turbas, se asombraron y glorificaron a Dios, que había dado tan grande potestad a los hombres.
9 Y partiendo de allí, vio Jesús a su paso un hombre, llamado Mateo, sentado en su despacho de aduanas, y le dice: Sígueme. Y levantándose, le seguía.
10 Y aconteció que, estando él a la mesa en la casa, he aquí que muchos publícanos y pecadores, que habían acudido, estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. *
11 Y como lo vieron los fariseos, decían a sus discípulos: ¿Cómo es que vuestro Maestro come con publícanos y pecadores?
12 El, como lo oyó, dijo: No tienen los robustos necesidad de médico, sino los que están mal. *
13 Andad y aprended qué quiere decir Misericordia quiero, que no sacrificio (Os 6:6). Que no vine a llamar justos, sino pecadores.
14 Entonces se le acercan los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente y, en cambio, tus discípulos no ayunan?*
15 Y les dijo Jesús: ¿Acaso pueden afligirse los hijos de la sala nupcial en tanto que está con ellos el esposo? Días vendrán, cuando les sea arrebatado el esposo, y entonces ayunarán. *
16 Nadie echa un remiendo de paño tieso sobre un vestido viejo, porque quita su entereza al vestido y se hace un desgarrón peor.
17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; que si no, revientan los odres, y el vino se derrama, y los odres se echan a perder; sino echan vino nuevo en odres nuevos, y entrambos se conservan.
18 Mientras él les estaba diciendo estas cosas, de pronto un jefe, que acababa de llegar, se postraba delante de él, diciendo: Mi hija acaba de fallecer; mas ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. *
19 Y levantándose Jesús, le seguía, y con él sus discípulos.
20 Y en esto una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, acercándosele por detrás, tocó la franja de su manto. *
21 Porque decía para sí: «Como toque solamente su manto cobraré salud».
22 Mas Jesús, volviéndose y viéndola, dijo: Buen ánimo, hija; tu fe te ha dado la salud. Y cobró salud la mujer desde aquel momento.
23 Y llegado Jesús a la casa del jefe y viendo los flautistas y la turba alborotada, *
24 decía: Retiraos, que no ha muerto la niña, sino duerme. Y se burlaban de él.
25 Y una vez hubo sido despejada la turba, entrando, tomó la niña de la mano, y ella se levantó.
26 Y se extendió la fama del hecho por toda aquella tierra.
27 Al partir Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, que a gritos decían: Compadécete de nosotros, hijo de David.
28 Cuando hubo llegado a la casa, se le presentaron los ciegos, y les dice Jesús: ¿Creéis vosotros que puedo hacer eso? Dícenle: Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Según vuestra fe, hágase así con vosotros.
30 Y se les abrieron los ojos. Y Jesús les dio órdenes terminantes, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
31 Mas ellos, en saliendo de allí, esparcieron su fama por toda aquella tierra.
32 No bien habían salido los ciegos, cuando le presentaron un hombre mudo endemoniado.
33 Y habiendo sido lanzado el demonio, habló el mudo. Y se maravillaron las turbas, diciendo: Nunca jamás se vio tal en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Si lanza los demonios, es en virtud del príncipe de los demonios. *
35 Y recorría Jesús las ciudades todas y las aldeas, enseñando en sus sinagogas y predicando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
36 Y viendo las turbas, se le enternecieron las entrañas para con ellas, pues andaban deshechos y echados por los suelos, como ovejas que no tenían pastor.
37 Entonces dice a sus discípulos: La mies es mucha, mas los obreros pocos;
38 rogad, pues, al señor de la mies que despache obreros a su mies.

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Introducción a Mateo




DE LOS EVANGELIOS
EN GENERAL

NOMBRE. — Evangelio primitivamente significó albricias; luego pasó a significar la misma buena nueva. En sentido cristiano significó la Buena Nueva por antonomasia, «el mensaje de la salud» humana ( Efe_1:13 ). TRIPLE FASE DEL EVANGELIO. — La Buena Nueva de Cristo presentó tres fases sucesivas: 1) su realización histórica; 2) su anuncio o divulgación; 3) su redacción escrita; es decir: 1) el Evangelio realizado; 2) el Evangelio predicado; 3) el Evangelio escrito. EL EVANGELIO ORAL. — La predicación apostólica hubo de ser, ante todo, apologética: había de probar que Jesús de Nazaret era el Mesías e Hijo de Dios. Los que creían en Jesu-Cristo, naturalmente concebían vivos deseos de conocer sus milagros y sus discursos. Espontáneamente se harían eco de aquellas palabras del Maestro: «Dichosos vuestros ojos, que vieron, y vuestros oídos, que oyeron» ( Mat_13:16 ). Tal fue el objeto de la catequesis evangélica: suplir la visión y audición personal. Para la realización de este ideal, el hombre apropiado era Pedro. Aunque desprovisto de cultura refinada, era hombre inteligente y despierto, que había observado atentamente cuanto Jesús había dicho y hecho y lo conservaba grabado en su memoria. Dos cosas hubo de hacer Pedro: seleccionar la materia y ordenarla. En cuanto a la selección, Pedro vio que lo que Jesús había enseñado y obrado por su propia iniciativa y conforme a un plan premeditado, se contenía principalmente en su predicación galilaica; lo demás, hasta el último viaje a Jerusalén, había sido más bien ocasional. Al ministerio galilaico se atuvo, por tanto. El orden fue el que debía ser. La predicación de Galilea había sido una serie de viajes y excursiones. Con sólo seguir este orden itinerario se tenía el orden deseado, que era indirectamente orden cronológico. Esta predicación oral, iniciada en Jerusalén y dirigida a los judíos, al ser trasladada más tarde a Antioquia y a Roma, hubo de adaptarse a la mentalidad de los nuevos oyentes, griegos o latinos. De ahí las tres formas o variedades del Evangelio oral: la jerosolimitana, la antioquena, la romana. De ellas procedieron los Evangelios escritos. LOS EVANGELIO ESCRITOS. — Fueron cuatro los admitidos por la Iglesia: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La diferente personalidad de los autores y su relación respecto del Evangelio oral determina el carácter o rasgos diferenciales de los cuatro Evangelios escritos. Para San Mateo, que era apóstol y conocía personalmente cuanto Jesús había dicho y hecho, el Evangelio oral fue simplemente una norma directiva, conforme a la cual él ordenó su propio Evangelio. Para San Marcos, simple auxiliar de Pedro, la labor redaccional se redujo a poner por escrito el Evangelio oral de Pedro. Para San Lucas es su fuente de información, la principal, sin duda, a base de la cual él ordena las múltiples y variadas informaciones que va recogiendo. Para San Juan es algo puramente extrínseco; algo que él no quiere tocar, si ya no es, raras veces, para completarlo, precisarlo o explicarlo. EL PROBLEMA SINÓPTICO. — El hecho de utilizar como fuente común el Evangelio oral establece entre los tres primeros evangelistas notables afinidades, en virtud de las cuales han sido denominados Sinópticos. Pero la distinta manera de utilizarlos da origen a diferencias no menos notables. El conjunto de estas afinidades y diferencias revela una concordia discordante o una discordia concordante, que constituye el problema sinóptico. Las soluciones dadas a este problema se reducen a tres tipos principales: la que busca la solución en la misma predicación oral, la que apela a documentos escritos interpuestos y la que combina ambos elementos de solución. La solución de un problema tan complejo parece no puede ser sencilla, y por ende se busca generalmente en la combinación de múltiples elementos. AUTENTICIDAD, INTEGRIDAD, HISTORICIDAD. — La autenticidad de los Evangelios está garantizada por una prueba documental, cual no puede presentarla a su favor, ni remotamente, ningún otro escrito de la antigüedad. La integridad substancial, exenta de notables alteraciones y especialmente de interpolaciones, la han puesto en evidencia las numerosísimas y esmeradísimas ediciones que hace más de cuatro siglos vienen haciéndose de los Evangelios: ediciones hechas con los criterios más opuestos y rígidos, todas, sin embargo, substancialmente concordes. No es menos patente su historicidad. Es tan manifiesto el tono de lealtad y sinceridad con que hablan los evangelistas, y se muestran tan bien informados en aquello que narran, que es imposible no darles entera fe. Además, la conformidad de unos con otros y la exactitud reconocida de todo cuanto ha podido comprobarse por otras fuentes, corroboran su testimonio. Y esto que todos generalmente admiten cuando se trata de hechos puramente naturales, vale igualmente cuando se trata de los milagros. LENGUA Y CRONOLOGÍA. — A excepción de San Mateo, que escribió en arameo, los demás evangelistas escribieron en griego. En cuanto al tiempo de su composición, es enteramente cierto que los tres primeros Evangelios se escribieron antes del año 63, y el cuarto, a fines del siglo I. Mayores precisiones no pasan de ser probables. Es posible que San Mateo escribiese su Evangelio hacia el año 50, San Marcos hacia el año 55, San Lucas hacia el 60, San Juan hacia los años 95-100. La versión griega de San Mateo, única que se conserva, debió de hacerse entre los años 60 y 70. COMPARACIÓN DE LOS CUATRO EVANGELISTAS. — Es interesante comparar los rasgos comunes y los diferenciales de cada evangelista. Ninguno de ellos hace literatura o escribe como literato; pero todos, si no es Marcos, hacen obra literaria, tanto más apreciable cuanto menos resabiada de retórica académica. La obra de Marcos pertenece a la literatura oral o hablada; la de los demás, a la literatura escrita. La de Marcos podría calificarse de infraliteraria; la de los otros tres, de literaria, si no se prefiere calificarla, a lo menos la de Juan, de supraliteraria. Desde el punto de vista histórico, la obra de Marcos pertenece a la historia popular; la de Mateo, a la historia erudita semítica; la de Lucas, a la historia erudita helénica; la de Juan, a la historia filosófica o trascendental. El rasgo distintivo de Marcos es la viveza fresca y espontánea; el de Mateo, la coherencia y precisión algo esquemática; el de Lucas, la delicadeza y suavidad penetrante; el de Juan, la elevación y luminosidad. Sobrepuestas las cuatro narraciones, Mateo da la línea, Marcos el colorido, Lucas los matices, Juan la luz. Marcos suministra el elemento humano, Mateo el elemento judaico, Lucas el elemento helénico, Juan el elemento divino. De ahí resulta la imagen única en la historia: la del judío, que supera el judaísmo; la del hombre, que supera la humanidad; la del Hombre-Dios, Jesús de Nazaret, el héroe y protagonista de la cuádruple narración que forma los cuatro libros del único Evangelio, el libro más hermoso que jamás se ha escrito.

EVANGELIO DE
SAN MATEO

EL AUTOR Y SU OBRA. — Además de su doble nombre de Mateo y Leví, dos datos interesan especialmente: su apostolado y su anterior oficio de publicano. De ahí el doble sello personal que imprimió a su obra. Como apóstol podía conocer el material evangélico tan bien como Pedro o poco menos. Consiguientemente, primero en su Evangelio oral y luego en su Evangelio escrito, pudo proceder con una libertad y seguridad que no tenían ni Marcos ni Lucas. Si Mateo mantuvo en sus líneas generales el plan prefijado por San Pedro, en la ejecución pudo añadirle lo que en cada caso juzgase conveniente, sacado del tesoro riquísimo de su experiencia y de su memoria. Pero además, por sus hábitos anteriores, era entre los apóstoles el hombre indicado para redactar por escrito el Evangelio oral. Mientras que los principales apóstoles, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, habían sido hombres de redes y de anzuelos, San Mateo había sido hombre de pluma. DESTINATARIOS Y OBJETO. — Los destinatarios del primer Evangelio fueron los judíos de Palestina. En su Evangelio escrito, lo mismo que en su Evangelio oral, San Mateo se dirige a los judíos creyentes, esto es, a los que, previamente convencidos de la mesianidad de Jesús por el hecho de la resurrección, habían abrazado la fe cristiana; mas no por esto pierde de vista a los judíos incrédulos, con el fin de prevenir contra ellos y sus falacias a los creyentes. La tesis fundamental del primer Evangelio, la mesianidad y divinidad de Jesús de Nazaret, es substancialmente la misma que la de los otros evangelistas. Tres rasgos, empero, caracterizan peculiarmente a San Mateo: las frecuentes citas del A. T., la extensión y preponderancia dada a los discursos de Jesús y la mención explícita de la Iglesia y del primado de Pedro. ORDEN DEL PRIMER EVANGELIO. — San Mateo no siempre mantiene el orden cronológico. Dónde se hallan estas inversiones aparece fácilmente comparándole con San Marcos y San Lucas. Mientras en los capítulos 14-18 coincide con los paralelos de los otros dos sinópticos, en cambio en los precedentes capítulos 5-13 discrepa de ellos. En estos nueve capítulos, por tanto, hay que buscar las inversiones cronológicas. Para hacerse cargo de lo que representan estas inversiones, conviene analizar el contenido de esta parte sistemática de San Mateo. Comprende estas siete secciones:
A (5-7) Sermón del monte. B (8-9) Serie de milagros. C (10) Instrucciones misionales. D (11) Actitud reprobable de los judíos. E (12:1-21) Choque con los fariseos. F (12:22-50) Calumnias farisaicas. G (13) Parábolas del reino de los cielos. Las secciones A D F G proceden rectilíneamente; las transposiciones sólo se hallan en las secciones B C E. La más llamativa es la sección B, recopilación de hechos en gran parte ocasionales. La sección C, que debía seguir a G, es una anticipación. La sección E, que debía preceder a A, es un retraso motivado por la afinidad con F. A esto se reducen las inversiones de San Mateo: a una recopilación de hechos dispersos (B), una anticipación (C) y un ligero retraso (E). PLAN. — El primer Evangelio se divide en-tres partes desiguales: 1) la infancia; 2) la vida pública; 3) la consumación.

Dentro de la vida pública pueden distinguirse estos cinco períodos: 1) Periodo de preparación: investidura del Mesías (3-4). 2) En Galilea: el Mesías mal acogido (5-13). 3) Al N. y al E. de Galilea: la Iglesia en perspectiva (14-18). 4) Camino de Jerusalén (19-20). 5) En Jerusalén: entrada triunfal del Mesías (21-25).



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Mateo 9,2

PERDONADOS TE SON TUS PECADOS: esta declaración es un acto no sólo de bondad, sino también de gallarda osadía. La presencia del paralítico creaba un problema: el de los poderes taumatúrgicos de Jesús. Jesús, lejos de arredrarse, se complace en agudizar el problema, arrogándose otros poderes más divinos.


Mateo 9,10

PUBLÍCANOS Y PECADORES: los publícanos eran los compañeros de oficio; los pecadores, ¿serán hombres de negocios, sospechosos de complicidades turbias con los publícanos?


Mateo 9,12-13

Con tres razones rebate Jesús la cobarde censura de los fariseos.
La primera es una parábola en miniatura, tan transparente como intencionada.
La segunda es una contracensura, que tilda la ignorancia y dureza de entrañas de aquellos farsantes.
La tercera, finamente irónica, viene a decir: Como yo he venido a llamar no a justos, sino a pecadores, natural es que vengan a mí esos pecadores, y no vosotros los justos .


Mateo 9,14

LOS DISCÍPULOS DE JUAN: ¡coligados con los fariseos!

|| AYUNAMOS: es probable que aquél era para ellos día de ayuno.


Mateo 9,15-17

Responde Jesús con tres diminutas parábolas.
La primera es de altísimo valor teológico. En ella declara Jesús su divinidad y su futura pasión: su divinidad, al llamarse EL ESPOSO, que en los profetas no era otro que Yahveh; su pasión, al anunciar que el esposo les sería arrebatado.
La segunda parábola declara incompatibles la vejez judaica y la novedad evangélica.
La tercera, de sentido análogo, declara que el vino nuevo del Evangelio no podía ponerse en los odres viejos del fariseísmo.


Mateo 9,18

UN JEFE: el archisinagogo, llamado Jairo. Tenía fe, pero menguada.


Mateo 9,20

LA FRANJA: se refiere a las borlas que los israelitas llevaban en las extremidades inferiores de los mantos.


Mateo 9,20-22

Un milagro insertado en la narración de otro.


Mateo 9,23

LOS FLAUTISTAS y las plañideras asalariadas daban al luto de los judíos un carácter ruidoso y espectacular.


Mateo 9,34

Los fariseos han hallado la fórmula para explicar diabólicamente los enojosos milagros de Jesús. Pero esta fórmula diabólica presupone la historicidad de los hechos. Precisamente esta historicidad es la que a nosotros más nos interesa; la verdad filosófica y teológica de los hechos podemos conocerla nosotros directamente.