Marcos 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 45 versitos |
1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios ° .
2 Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino;
3 voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”»;
4 se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
5 Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.
6 Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
9 Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma.
11 Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
12 A continuación, el Espíritu lo empujó al desierto.
13 Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.
14 Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios;
15 decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
16 Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
18 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
20 A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
21 Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar;
22 estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
24 «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
25 Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!» ° .
26 El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él.
27 Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
28 Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
29 Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella.
31 Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
32 Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados.
33 La población entera se agolpaba a la puerta.
34 Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
35 Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar.
36 Simón y sus compañeros fueron en su busca y,
37 al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca».
38 Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
39 Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
40 Se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme».
41 Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio».
42 La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
43 Él lo despidió, encargándole severamente:
44 «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
45 Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

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Introducción a Marcos

MARCOS

El Evangelio de san Marcos se abre con las siguientes palabras: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mar 1:1). Estas contienen ya en sí mismas un avance de lo que significa evangelio (proclamación de una buena noticia) y de su contenido, que es la persona de Jesucristo Hijo de Dios. La tradición ha identificado a este Marcos con Juan Marcos, sobrino de Bernabé, que acompañó a Pablo en sus viajes apostólicos (Hch 15:37-39). La composición de la obra suele datarse en torno al año 70 d.C., cuando todavía estaba en vida la generación apostólica. Este evangelio, dentro de su carácter principalmente narrativo, contiene una profunda dimensión teológica. Ya el mismo término «evangelio» indica que el contenido del relato es una proclamación de la salvación para la humanidad. Al presentar a Jesucristo como Hijo en el título de su evangelio, San Marcos nos remite desde el comienzo al misterio de Dios como Padre de Jesucristo. En la escena de Getsemaní, Cristo se dirige a él llamándolo Abba, Padre (Mar 14:36). Dios es también nuestro Padre (Mar 11:25: vuestro Padre del cielo). Al mismo tiempo, en las proclamaciones del Padre acerca del Hijo y en la concepción del reino de Dios, descubrimos que la cristología es el centro del segundo evangelio. Por otra parte, en el conjunto del Evangelio y especialmente en algunos momentos y detalles del mismo (predicciones de la pasión, juicio ante el sanedrín y ante Pilato, cartel sobre la cruz), se descubre un acento particular en la condición sufriente del Mesías e Hijo de Dios, Jesucristo.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Marcos 1,1*1:1 Es la introducción a toda la obra. El «Evangelio», es decir, la «Buena Noticia» que proclama san Marcos con su escrito, tiene como objeto central la persona misma de Jesús, Mesías e Hijo de Dios, como se manifiesta en la confesión de fe Pedro (Mar 8:29) y en la del centurión (Mar 15:39).


Marcos 1,25*1:25 Varias veces en Marcos, Jesús impone silencio a quienes lo reconocen, han contemplado sus milagros o percibido su gloria (Mar 1:25; Mar 1:34; Mar 3:12; Mar 1:44; Mar 5:43; Mar 7:33; Mar 8:23; Mar 8:26; Mar 8:30; Mar 9:9). El dato, de indudable valor histórico, sirve al evangelista para contrarrestar una cristología triunfalista que amenazaba a su comunidad. El secreto se desvelará al pie de la cruz: el crucificado es Mesías e Hijo de Dios (Mar 15:39).