Marcos 10 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 52 versitos |
1 Y desde allí se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.
2 Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
3 Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?».
4 Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
5 Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto.
6 Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer.
7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer
8 y serán los dos una sola carne ° . De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
9 Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
10 En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
11 Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.
12 Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
13 Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
14 Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios.
15 En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
16 Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
17 Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
18 Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
19 Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
20 Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
21 Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
22 A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
23 Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
24 Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!
25 Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
26 Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
27 Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
28 Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
29 Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,
30 recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna.
31 Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
32 Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó a decirles lo que le iba a suceder:
33 «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles,
34 se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará».
35 Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
36 Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?».
37 Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
38 Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
39 Contestaron: «Podemos». Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar,
40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
41 Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
42 Jesús, llamándolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
43 No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor;
44 y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
45 Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».
46 Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.
47 Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
48 Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí».
49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama».
50 Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
51 Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó: «Rabbuni, que recobre la vista».
52 Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

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Introducción a Marcos

MARCOS

El Evangelio de san Marcos se abre con las siguientes palabras: Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mar 1:1). Estas contienen ya en sí mismas un avance de lo que significa evangelio (proclamación de una buena noticia) y de su contenido, que es la persona de Jesucristo Hijo de Dios. La tradición ha identificado a este Marcos con Juan Marcos, sobrino de Bernabé, que acompañó a Pablo en sus viajes apostólicos (Hch 15:37-39). La composición de la obra suele datarse en torno al año 70 d.C., cuando todavía estaba en vida la generación apostólica. Este evangelio, dentro de su carácter principalmente narrativo, contiene una profunda dimensión teológica. Ya el mismo término «evangelio» indica que el contenido del relato es una proclamación de la salvación para la humanidad. Al presentar a Jesucristo como Hijo en el título de su evangelio, San Marcos nos remite desde el comienzo al misterio de Dios como Padre de Jesucristo. En la escena de Getsemaní, Cristo se dirige a él llamándolo Abba, Padre (Mar 14:36). Dios es también nuestro Padre (Mar 11:25: vuestro Padre del cielo). Al mismo tiempo, en las proclamaciones del Padre acerca del Hijo y en la concepción del reino de Dios, descubrimos que la cristología es el centro del segundo evangelio. Por otra parte, en el conjunto del Evangelio y especialmente en algunos momentos y detalles del mismo (predicciones de la pasión, juicio ante el sanedrín y ante Pilato, cartel sobre la cruz), se descubre un acento particular en la condición sufriente del Mesías e Hijo de Dios, Jesucristo.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Marcos 10,8*10:8 En su respuesta a los fariseos, Jesús se remonta a la voluntad originaria de Dios, expresada en el Génesis y declara superada una forma de entender la relación varón-mujer. La doctrina de Jesús no debe entenderse de manera casuística, sino como propuesta del ideal del amor entre el varón y la mujer, basado en el reconocimiento del carácter personal de ambos y de su igual dignidad.