Marcos 11 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 33 versitos |
1 Y cuando llegan cerca de Jerusalén y de Betania, junto al monte de los Olivos, envía dos de sus discípulos,
2 y les dice: Id a la aldea que está frente a vosotros, y luego que entréis en ella hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre jamás se sentó; desatadle y traedle.
3 Y si alguien os dijere: «¿Por qué hacéis eso?», decid: «El Señor tiene necesidad de él, y luego lo hace traer de nuevo acá».
4 Y fueron y hallaron un pollino atado junto a la puerta, fuera en el camino que daba la vuelta, y lo desatan.
5 Y algunos de los allí presentes les decían: ¿Qué hacéis con desatar el pollino?
6 Ellos les dijeron según que Jesús les había dicho, y les dejaron hacer.
7 Y traen el pollino a Jesús, y le echan encima sus mantos, y montó en él. *
8 Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros follaje, cortado de los campos.
9 Y tanto los que precedían como los que seguían clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito él que viene en el nombre del Señor!
10 ¡Bendito el reino, que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las supremas alturas!
11 Y entró en Jerusalén en el templo, y echando en torno una mirada sobre todo, como fuese ya tardía la hora, salió para Betania con los Doce.
12 Y al otro día, salidos de Betania, tuvo hambre.
13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue allá por si acaso hallaba en ella alguna cosa; y llegado a ella, nada halló sino hojas, porque no era el tiempo de higos. *
14 Y tomando la palabra le dijo: ¡No más para siempre coma nadie fruto de ti! Y lo estaban oyendo sus discípulos.
15 Y llegan a Jerusalén. Y habiendo entrado en el templo, comenzó a echar de allí a los que vendían y a los que compraban en el templo y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas, *
16 y no consentía que nadie trasladase objeto alguno pasando por el templo;
17 y enseñaba y les decía: ¿Es que no está escrito que «Mi casa será llamada casa de oración para todas las gentes»? (Is 56:7). Mas vosotros la habéis hecho «cueva de ladrones» (Jer 7:11).
18 Y lo oyeron los sumos sacerdotes y los escribas, y buscaban manera cómo acabar con él; porque le tenían miedo, pues todo el pueblo andaba asombrado de su enseñanza.
19 Y cuando se hizo tarde, se salía fuera de la ciudad.
20 Y al pasar por allí, a la madrugada, vieron que la higuera se habla secado desde las raíces.
21 Y acordándose Pedro, le dice: Rabí, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe de Dios.
23 En verdad os digo que quien dijere a este monte: «Quítate de ahí y échate en el mar», y no titubeare en su corazón, sino que tuviere fe de que lo que dice se hace, lo alcanzará.
24 Por esto os digo: Todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo recibisteis y lo alcanzaréis.
25 Y cuando estáis en pie orando, perdonad, si algo tenéis contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestros pecados.
26 Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre, que está en los cielos, perdonará vuestros pecados.
27 Y llegan de nuevo a Jerusalén. Y en el templo, estando él paseando, vienen a él los sumos sacerdotes y los escribas y los ancianos,
28 y le decían: ¿Con qué potestad haces esas cosas? ¿O quién te dio esa potestad de hacerlas?
29 Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa, y respondedme, y os diré con qué potestad hago estas cosas.
30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.
31 Y discurrían consigo, diciendo: «¿Qué vamos a decir? Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
32 Pero... ¿vamos a decir: De los hombres? » Tenían miedo al pueblo, porque todos tenían a Juan como que realmente era profeta.
33 Y respondiendo, dicen a Jesús: No lo sabemos. Y Jesús les dice: Tampoco yo os digo con qué potestad hago estas cosas.

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Introducción a Marcos




EVANGELIO DE
SAN MARCOS

EL AUTOR. — Juan, apellidado Marcos ( Hch_12:12 ; Hch_12:25 ; Hch_15:37 ), o simplemente Juan ( Hch_13:5 ; Hch_13:13 ), era más generalmente designado por el apellido romano de Marcos ( Hch_15:39 ; Col_4:10 ; 2Ti_4:11 ; Flm_1:24 ; 1Pe_5:13 ). Era primo de Bernabé ( Col_4:10 ). Su madre se llamaba María, a cuya casa se dirigió San Pedro al ser liberado de la cárcel ( Hch_12:12 ). Esta casa, según todas las probabilidades, era el cenáculo, donde se celebró la última cena ( Mar_14:15 ; Luc_22:12 ) y adonde se recogieron los discípulos después de la ascensión del Señor ( Hch_1:13 ; Hch_2:2 ), y fue como la sede de la primitiva iglesia de Jerusalén ( Hch_4:23 ; Hch_4:31 ; Hch_5:42 ; Hch_12:12 ).

Se cree, a lo que parece con razón, que el joven «envuelto en una sábana» ( Mar_14:51-52 ) que en Getsemaní fue asido por los satélites y «desnudo se escapó de ellos», no era otro que el mismo Marcos, único que refiere este episodio. Acompañó con' Bernabé a Pablo en su primera misión ( Hch_13:5 ); mas pronto se retiró ( Hch_13:13 ). En la segunda misión, Bernabé quería llevarle otra vez consigo; pero Pablo no lo consintió. Entonces Bernabé, «tomando a Marcos» y separándose de Pablo, «se embarcó para Chipre» ( Hch_15:37-39 ). Más tarde se le halla con Pablo durante su primera prisión romana ( Col_4:10-11 ; Flm_1:24 ), y poco después con Pedro, que le llama cariñosamente «su hijo» ( 1Pe_5:13 ). Sobre él escribía Pablo durante su segunda prisión romana a Timoteo: «A Marcos tómale y tráele contigo, pues me va a ser útil para el ministerio» ( 2Ti_4:11 ). Según la tradición, Marcos fue quien, enviado por Pedro, fundó la iglesia de Alejandría. La misma tradición le llama «intérprete de Pedro».

Su OBRA. — La labor literaria de San Marcos en la composición de su Evangelio fue mínima. Sería, sin duda, exagerado decir que el segundo Evangelio es el disco fonográfico de la catequesis evangélica de San Pedro; pero tampoco puede negarse que las actividades que principalmente puso en juego el intérprete de Pedro fueron su memoria y su pluma. Con todo, la labor de San Marcos no fue puramente mecánica ni ininteligente. El, que, además de Pedro, había oído frecuentemente a Bernabé y a Pablo y se había ejercitado también en la predicación evangélica, se allanó modesta y abnegadamente a reproducir la predicación de Pedro en su forma romana. Esta humilde fidelidad, empero, no impidió que la catequesis de Pedro se matizase aquí y allá de ciertas reminiscencias paulinas.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Marcos escribió su Evangelio movido por las instancias de los fieles de Roma, en su mayoría gentiles, que vivamente se lo rogaron, deseosos de conservar por escrito la predicación oral de San Pedro. Los frecuentes latinismos, además de otros indicios, confirman este origen romano del segundo Evangelio. Dirigido principalmente a gentiles, pone de relieve, más que la mesianidad la divina filiación de Jesús. De ahí la cabida que en él se da a la narración de los milagros, y singularmente a la expulsión de los demonios.

PLAN. — Ya los antiguos advirtieron la sencillez del plan seguido por San Marcos, ajeno enteramente a aquellas ordenaciones o composiciones sistemáticas que pusieron de su parte Mateo y Lucas. El plan de Marcos es puramente itinerario y, consiguientemente, cronológico. En esta fidelidad cronológica consiste en gran parte el valor que para nosotros tiene el segundo Evangelio. Marcos, combinado con Juan, ha de ser la base de la ordenación cronológica de los Evangelios.

INTEGRIDAD. — Algunos críticos han dudado de la autenticidad del llamado final de Marcos. La diferencia de estilo de los últimos versículos (16:9-20), que ha dado pie a estas dudas, se explica perfectamente. Hasta 16:8, Marcos reproduce la predicación de Pedro con su estilo popular, vivo y dramático; desde 16:9 escribe ya por su cuenta y con su estilo propio, que no es el de Pedro. Como la predicación oral no incluía el relato de la resurrección, San Marcos quiso añadirlo, para no dejar incompleto su Evangelio.

NOTA. — El comentario y notas al segundo Evangelio son más breves. Ulteriores explicaciones podrán hallarse en el lugar paralelo de San Mateo.




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Marcos 11,7-11

Jesús consiente, finalmente, en ser aclamado rey, cuando su realeza va a ser la causa de su muerte y el titulo de su cruz. El Mesías había de reinar redimiendo a los hombres con la muerte de cruz. Su crucifixión debía ser su entronización.


Marcos 11,13-14

La maldición de la higuera es una parábola en acción. En este sentido es indiferente que el tiempo no fuese de higos. Lo sustancial era un árbol con hojas prometedoras y sin fruto: imagen del judaísmo incrédulo.


Marcos 11,15-19

Las numerosas notas locales, cronológicas y personales en que está encuadrada esta expulsión de los profanadores del templo hace imposible su identificación con la narrada por San Juan (Jua_2:13-33).