Marcos 12 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 44 versitos |
1 Y comenzó a hablarles en parábolas. Una viña plantó un hombre, y la rodeó con una cerca, y cavó un lagar, y edificó una torre (Is 5:1-2), y la arrendó a unos labradores, y se ausentó de aquel país. *
2 Y envió a los labradores a su tiempo un siervo, para que recibiese de los labradores su tanto de los frutos de la viña;
3 y cogiéndole le maltrataron a golpes y le despidieron con las manos valías.
4 Y de nuevo envió a ellos otro siervo, y también a éste descalabraron y ultrajaron.
5 Y envió otro: también a éste mataron. Y muchos otros, de los cuales a unos golpean, a otros matan.
6 Todavía uno tenía, su hijo querido; envióle el último a ellos, diciendo: Respetarán a mi hijo.
7 Mas aquellos labradores se dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y nuestra será la herencia.
8 Y asiendo de él, lo mataron y lo echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Vendrá y hará perecer a los labradores y entregará su viña a oíros,
10 ¿Nunca leísteis esta escritura (Sal 117:22-23): «La piedra que reprobaron los constructores, ésta vino a ser piedra angular.
11 Por obra del Señor se hizo esto, y es maravilloso a nuestros ojos»?
12 Y buscaban manera de apoderarse de él, y temieron a la turba, porque entendieron que por ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron.
13 Y envían a él algunos de los fariseos y de los herodianos con el fin de cogerle en palabras.
14 Y viniendo le dicen: Maestro, sabemos que eres veraz y no tienes respetos humanos; porque no eres aceptador do personas, sino que enseñas el camino de Dios en verdad. ¿Es lícito dar tributo a César o no? ¿Lo damos o no lo damos?
15 El, conociendo su bellaquería, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.
16 Ellos se lo trajeron. Y les dice: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Ellos dijeron: De César.
17 Jesús, respondiendo, les dijo: Lo que es de César restituidlo a César, y lo que es de Dios, a Dios. Y se maravillaban de él.
18 Y vienen a él unos saduceos, esos que dicen no haber resurrección, y le preguntaban diciendo:
19 Maestro, Moisés nos dejó escrito que «Si el hermano de uno muriere y dejare mujer sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su hermano» (Dt 25:5-6). *
20 Siete hermanos había: y el primero tomó mujer, y al morir no dejó descendencia;
21 y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia, y el tercero lo mismo;
22 y los siete no dejaron descendencia. Posteriormente a todos, también la mujer murió.
23 En la resurrección, cuando resucitaren, ¿de quién de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.
24 Díjoles Jesús: ¿No andaréis errados por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios?
25 Pues cuando resuciten de entre los muertos, no se casan ni ellos ni ellas sino que son como ángeles en los cielos,
26 Y acerca de los muertos, de que resucitan, ¿no leísteis en el libro de Moisés, en La zarza, cómo le habló Dios, diciendo: «Yo el Dios de Abrahán, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob»? (Ex 3:6). *
27 No es Dios de muertos, sino de vivos. Muy errados andáis.
28 Y llegándose uno de los escribas, que les había oído discutir, viendo que les había contestado muy bien, le preguntó: ¿Cuál es el mandamiento primero de todos?
29 Respondió Jesús: El primero es: «Escucha, Israel; el Señor, nuestro Dios, es un solo Señor,
30 y amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza» (Dt 6:4-5).
31 El segundo es éste: «Amaras a tu prójimo como a ti mismo» (Lev 19:18). Mayor que éstos, otro mandamiento no le hay.
32 Y le dijo el escriba: Muy bien, Maestro, con verdad dijiste que «Uno es, y no hay otro fuera de él»;
33 y el «amarle con todo el corazón, y con toda la inteligencia, y con toda la fuerza», y el «amar al prójimo como a sí mismo», vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Y Jesús, viendo que había respondido sensatamente, díjole: No andas lejos del reino de Dios. Y nadie ya osaba interrogarle.
35 Y tomando Jesús la mano, decía, mientras estaba enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David?
36 El mismo David dijo, movido del Espíritu Santo (Sal 109:1): «Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga tus enemigos como escabel de tus pies». *
37 El mismo David le dice Señor, ¿y de dónde es hijo suyo? Y la turba, que era numerosa, le escuchaba con gusto.
38 Y en su enseñanza decía: Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con su amplio ropaje y de ser saludados en las plazas,
39 y de los primeros asientos en las sinagogas y de los primeros puestos en las cenas;
40 que devoran las casas de las viudas con achaque de recitar largas oraciones: ésos recibirán rigorosa sentencia.
41 Y habiéndose sentado frente al gazofilacio, miraba atentamente cómo la gente iba echando monedas de cobre en el gazofilacio; y muchos ricos echaban mucho;
42 y llegando una viuda pobre, echó dos ochavos, que hacen un cuarto.
43 Y llamando a sí a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esa viuda pobre echó más que todos los que echan en el gazofilacio;
44 porque todos los demás echaron de sus sobrantes; ella, empero, de su indigencia echó cuanto tenía, todo el sustento de su vida.

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Introducción a Marcos




EVANGELIO DE
SAN MARCOS

EL AUTOR. — Juan, apellidado Marcos ( Hch_12:12 ; Hch_12:25 ; Hch_15:37 ), o simplemente Juan ( Hch_13:5 ; Hch_13:13 ), era más generalmente designado por el apellido romano de Marcos ( Hch_15:39 ; Col_4:10 ; 2Ti_4:11 ; Flm_1:24 ; 1Pe_5:13 ). Era primo de Bernabé ( Col_4:10 ). Su madre se llamaba María, a cuya casa se dirigió San Pedro al ser liberado de la cárcel ( Hch_12:12 ). Esta casa, según todas las probabilidades, era el cenáculo, donde se celebró la última cena ( Mar_14:15 ; Luc_22:12 ) y adonde se recogieron los discípulos después de la ascensión del Señor ( Hch_1:13 ; Hch_2:2 ), y fue como la sede de la primitiva iglesia de Jerusalén ( Hch_4:23 ; Hch_4:31 ; Hch_5:42 ; Hch_12:12 ).

Se cree, a lo que parece con razón, que el joven «envuelto en una sábana» ( Mar_14:51-52 ) que en Getsemaní fue asido por los satélites y «desnudo se escapó de ellos», no era otro que el mismo Marcos, único que refiere este episodio. Acompañó con' Bernabé a Pablo en su primera misión ( Hch_13:5 ); mas pronto se retiró ( Hch_13:13 ). En la segunda misión, Bernabé quería llevarle otra vez consigo; pero Pablo no lo consintió. Entonces Bernabé, «tomando a Marcos» y separándose de Pablo, «se embarcó para Chipre» ( Hch_15:37-39 ). Más tarde se le halla con Pablo durante su primera prisión romana ( Col_4:10-11 ; Flm_1:24 ), y poco después con Pedro, que le llama cariñosamente «su hijo» ( 1Pe_5:13 ). Sobre él escribía Pablo durante su segunda prisión romana a Timoteo: «A Marcos tómale y tráele contigo, pues me va a ser útil para el ministerio» ( 2Ti_4:11 ). Según la tradición, Marcos fue quien, enviado por Pedro, fundó la iglesia de Alejandría. La misma tradición le llama «intérprete de Pedro».

Su OBRA. — La labor literaria de San Marcos en la composición de su Evangelio fue mínima. Sería, sin duda, exagerado decir que el segundo Evangelio es el disco fonográfico de la catequesis evangélica de San Pedro; pero tampoco puede negarse que las actividades que principalmente puso en juego el intérprete de Pedro fueron su memoria y su pluma. Con todo, la labor de San Marcos no fue puramente mecánica ni ininteligente. El, que, además de Pedro, había oído frecuentemente a Bernabé y a Pablo y se había ejercitado también en la predicación evangélica, se allanó modesta y abnegadamente a reproducir la predicación de Pedro en su forma romana. Esta humilde fidelidad, empero, no impidió que la catequesis de Pedro se matizase aquí y allá de ciertas reminiscencias paulinas.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Marcos escribió su Evangelio movido por las instancias de los fieles de Roma, en su mayoría gentiles, que vivamente se lo rogaron, deseosos de conservar por escrito la predicación oral de San Pedro. Los frecuentes latinismos, además de otros indicios, confirman este origen romano del segundo Evangelio. Dirigido principalmente a gentiles, pone de relieve, más que la mesianidad la divina filiación de Jesús. De ahí la cabida que en él se da a la narración de los milagros, y singularmente a la expulsión de los demonios.

PLAN. — Ya los antiguos advirtieron la sencillez del plan seguido por San Marcos, ajeno enteramente a aquellas ordenaciones o composiciones sistemáticas que pusieron de su parte Mateo y Lucas. El plan de Marcos es puramente itinerario y, consiguientemente, cronológico. En esta fidelidad cronológica consiste en gran parte el valor que para nosotros tiene el segundo Evangelio. Marcos, combinado con Juan, ha de ser la base de la ordenación cronológica de los Evangelios.

INTEGRIDAD. — Algunos críticos han dudado de la autenticidad del llamado final de Marcos. La diferencia de estilo de los últimos versículos (16:9-20), que ha dado pie a estas dudas, se explica perfectamente. Hasta 16:8, Marcos reproduce la predicación de Pedro con su estilo popular, vivo y dramático; desde 16:9 escribe ya por su cuenta y con su estilo propio, que no es el de Pedro. Como la predicación oral no incluía el relato de la resurrección, San Marcos quiso añadirlo, para no dejar incompleto su Evangelio.

NOTA. — El comentario y notas al segundo Evangelio son más breves. Ulteriores explicaciones podrán hallarse en el lugar paralelo de San Mateo.




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Marcos 12,1-12

Esta parábola es terriblemente diáfana. Sin que el Maestro la declarase, la entendieron perfectamente los interesados. Su significación coincide sustancialmente con la de la higuera maldita, que es como su preludio.


Marcos 12,19-25

Este era el argumento Aquiles, con que los saduceos pretendían probar que no habría resurrección. No se esperaban los arguyentes que el Maestro les iba a dar una solución, cual nunca habían sabido darles sus contrincantes los fariseos.


Marcos 12,26

LA ZARZA es el título del pasaje del Éxodo en que se habla de la zarza desde la cual habló Dios a Moisés (Éxo_3:2-6).


Marcos 12,36

Dos verdades enseña aquí el Maestro: la inspiración divina de las Escrituras y el carácter mesiánico del Sal_109:1-31.