Marcos 6 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 56 versitos |
1 Y salió de allí, y sé va a su patria, y le siguen sus discípulos.
2 Y venido el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y los más, al oírle, se asombraban, diciendo: ¿De dónde a éste estas cosas? Y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿Y tales milagros, obrados por sus manos?
3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y no se hallan sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban en él.
4 Y les decía Jesús: No hay profeta desprestigiado si no es en su patria y entre sus parientes y en su casa.
5 Y no podía allí obrar milagro alguno, salvo que a unos pocos enclenques, imponiéndoles las manos, los curó. *
6 Y se maravillaba de su incredulidad. Y recorría las aldeas en torno enseñando.
7 Y llama a sí a los Doce, y comenzó a enviarlos dos a dos, y les daba potestad sobre los espíritus inmundos;
8 y les ordenó que nada tomasen para el camino sino un bastón solamente, no pan, no alforja, no calderilla en la faja;
9 sino calzados con sandalias, y que no vistiesen dos túnicas.
10 Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis de aquel lugar.
11 Y si algún lugar no os acogiere, y no os escucharen, saliendo de allí sacudid el polvo de debajo de vuestros pies como testimonio contra ellos.
12 Y saliendo, predicaron que hiciesen penitencia;
13 y lanzaban muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban.
14 Y oyó hablar el rey Herodes, porque su nombre se había hecho notorio, y decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso las potencias actúan en él».
15 Pero otros decían: «Es Elías»; oíros, empero, decían: «Es profeta, como uno de los profetas».
16 Y habiéndolo oído Herodes, decía: «El que yo decapité, Juan, éste ha resucitado».
17 En electo, el mismo Herodes había enviado a prender a Juan y le había puesto en cadenas en la prisión con motivo de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano, pues se había casado con ella. *
18 Porque decía Juan a Herodes: «No te es permitido tener la mujer de tu hermano ».
19 Herodias se la guardaba y quería matarle, y no podía;
20 porque Herodes miraba con respeto a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, y con lo que lo oía andaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21 Y llegado un día oportuno, cuando Herodes con ocasión de su natalicio dio un banquete a sus magnates y a los tribunos y a los primates de Galilea,
22 entró la hija de la misma Herodias y danzó y agradó a Herodes y a los comensales. Y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quisieres, y te lo daré.
23 Y le juró: Cualquiera cosa que me pidieres, te la daré, hasta la mitad de mi reino.
24 Y habiendo salido, dijo a su madre: ¿Qué debo pedir? Ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.
25 Y entrando luego apresuradamente al rey, hizo su petición, diciendo: Quiero que ahora mismo me des sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
26 Y, bien que muy contristado, el rey, en atención a los juramentos y a los comensales, no quiso darle un desaire.
27 Y al punto despachando el rey un satélite, le mandó traer su cabeza. Y habiendo ido, le decapitó en la cárcel,
28 y trajo su cabeza sobre una bandeja y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
29 Y habiéndolo oído sus discípulos, vinieron y se llevaron su cadáver y le dieron sepultura.
30 Y vienen los apóstoles a juntarse con Jesús, y le refirieron todo cuanto habían hecho y cuanto habían enseñado.
31 Y les dice: Venid vosotros solos aparte a un lugar solitario y tomad un poco de reposo. Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera para comer tenían tiempo desocupado.
32 Y se fueron en la barca a un lugar retirado a solas.
33 Y les vieron que se iban y los reconocieron muchos, y a pie, de todas las ciudades, concurrieron allá y llegaron antes que ellos.
34 Y al desembarcar vio Jesús gran muchedumbre, y se compadeció entrañablemente de ellos, porque andaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles largamente.
35 Y siendo ya muy avanzada la hora, llegándose a él sus discípulos le decían: El lugar es solitario, y la hora ya muy avanzada;
36 despídelos, para que yendo a los cortijos y aldeas del contorno puedan comprarse algo que comer.
37 El, respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dicen: ¿Habremos de ir a comprar panes por doscientos denarios y les daremos de comer?
38 El les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y habiéndolo averiguado le dicen: Cinco y dos peces.
39 Y mandó que los acomodasen a todos repartidos en ranchos sobre la verde hierba.
40 Y se recostaron distribuidos en cuadros por grupos de ciento y de cincuenta.
41 Y habiendo tomado los cinco panes y los dos peces, alzados los ojos al cielo, recitó la bendición, y partió los panes, y los iba dando a los discípulos para que se los sirviesen; también los dos peces los repartió a todos.
42 Y comieron todos y se saciaron.
43 Y recogieron los pedazos, que llenaban doce canastos, y las sobras de los peces.
44 Y eran los que habían comido los panes cinco mil hombres.
45 Y al punto ordenó apremiantemente a sus discípulos que se embarcasen y que se le adelantasen con rumbo a la ribera opuesta hacia Betsaida, en tanto que él despacha a la gente. *
46 Y habiéndose despedido de ellos, se fue al monte a orar.
47 Y cuando hubo anochecido, estaba la barca en alta mar, y él solo en tierra.
48 Y viéndolos jadeando en bogar, por serles contrario el viento, hacia la cuarta vigilia de la noche viene a ellos caminando sobre el mar, y los iba ya a pasar de largo.
49 Ellos, como le vieron que caminaba sobre el mar, creyeron que era un fantasma, y se pusieron a gritar,
50 porque todos le vieron y perdieron la serenidad. Mas él en seguida habló con ellos, y les dice: Tened buen ánimo; soy yo; no tengáis miedo.
51 Y subió a la barca con ellos, y amainó el viento. Y estaban desmesuradamente atónitos, mirándose unos a otros;
52 pues no se habían dado cuenta cabal de lo acaecido con los panes, sino que su corazón estaba entupido.
53 Y habiendo hecho la travesía, llegaron a tierra en Genesaret, y atracaron.
54 Y apenas habían salido de la barca, cuando algunos, reconociendo luego a Jesús,
55 se fueron a recorrer toda aquella comarca y comenzaron a trasladar en camillas a todos los que se hallaban mal, a donde oían que él estaba.
56 Y dondequiera que entraba, en las aldeas, o en las ciudades, o en los cortijos, ponían los enfermos en las plazas, y le rogaban les dejase tocar siquiera la franja de su manto; y cuantos le tocaron cobraban salud.

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Introducción a Marcos




EVANGELIO DE
SAN MARCOS

EL AUTOR. — Juan, apellidado Marcos ( Hch_12:12 ; Hch_12:25 ; Hch_15:37 ), o simplemente Juan ( Hch_13:5 ; Hch_13:13 ), era más generalmente designado por el apellido romano de Marcos ( Hch_15:39 ; Col_4:10 ; 2Ti_4:11 ; Flm_1:24 ; 1Pe_5:13 ). Era primo de Bernabé ( Col_4:10 ). Su madre se llamaba María, a cuya casa se dirigió San Pedro al ser liberado de la cárcel ( Hch_12:12 ). Esta casa, según todas las probabilidades, era el cenáculo, donde se celebró la última cena ( Mar_14:15 ; Luc_22:12 ) y adonde se recogieron los discípulos después de la ascensión del Señor ( Hch_1:13 ; Hch_2:2 ), y fue como la sede de la primitiva iglesia de Jerusalén ( Hch_4:23 ; Hch_4:31 ; Hch_5:42 ; Hch_12:12 ).

Se cree, a lo que parece con razón, que el joven «envuelto en una sábana» ( Mar_14:51-52 ) que en Getsemaní fue asido por los satélites y «desnudo se escapó de ellos», no era otro que el mismo Marcos, único que refiere este episodio. Acompañó con' Bernabé a Pablo en su primera misión ( Hch_13:5 ); mas pronto se retiró ( Hch_13:13 ). En la segunda misión, Bernabé quería llevarle otra vez consigo; pero Pablo no lo consintió. Entonces Bernabé, «tomando a Marcos» y separándose de Pablo, «se embarcó para Chipre» ( Hch_15:37-39 ). Más tarde se le halla con Pablo durante su primera prisión romana ( Col_4:10-11 ; Flm_1:24 ), y poco después con Pedro, que le llama cariñosamente «su hijo» ( 1Pe_5:13 ). Sobre él escribía Pablo durante su segunda prisión romana a Timoteo: «A Marcos tómale y tráele contigo, pues me va a ser útil para el ministerio» ( 2Ti_4:11 ). Según la tradición, Marcos fue quien, enviado por Pedro, fundó la iglesia de Alejandría. La misma tradición le llama «intérprete de Pedro».

Su OBRA. — La labor literaria de San Marcos en la composición de su Evangelio fue mínima. Sería, sin duda, exagerado decir que el segundo Evangelio es el disco fonográfico de la catequesis evangélica de San Pedro; pero tampoco puede negarse que las actividades que principalmente puso en juego el intérprete de Pedro fueron su memoria y su pluma. Con todo, la labor de San Marcos no fue puramente mecánica ni ininteligente. El, que, además de Pedro, había oído frecuentemente a Bernabé y a Pablo y se había ejercitado también en la predicación evangélica, se allanó modesta y abnegadamente a reproducir la predicación de Pedro en su forma romana. Esta humilde fidelidad, empero, no impidió que la catequesis de Pedro se matizase aquí y allá de ciertas reminiscencias paulinas.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Marcos escribió su Evangelio movido por las instancias de los fieles de Roma, en su mayoría gentiles, que vivamente se lo rogaron, deseosos de conservar por escrito la predicación oral de San Pedro. Los frecuentes latinismos, además de otros indicios, confirman este origen romano del segundo Evangelio. Dirigido principalmente a gentiles, pone de relieve, más que la mesianidad la divina filiación de Jesús. De ahí la cabida que en él se da a la narración de los milagros, y singularmente a la expulsión de los demonios.

PLAN. — Ya los antiguos advirtieron la sencillez del plan seguido por San Marcos, ajeno enteramente a aquellas ordenaciones o composiciones sistemáticas que pusieron de su parte Mateo y Lucas. El plan de Marcos es puramente itinerario y, consiguientemente, cronológico. En esta fidelidad cronológica consiste en gran parte el valor que para nosotros tiene el segundo Evangelio. Marcos, combinado con Juan, ha de ser la base de la ordenación cronológica de los Evangelios.

INTEGRIDAD. — Algunos críticos han dudado de la autenticidad del llamado final de Marcos. La diferencia de estilo de los últimos versículos (16:9-20), que ha dado pie a estas dudas, se explica perfectamente. Hasta 16:8, Marcos reproduce la predicación de Pedro con su estilo popular, vivo y dramático; desde 16:9 escribe ya por su cuenta y con su estilo propio, que no es el de Pedro. Como la predicación oral no incluía el relato de la resurrección, San Marcos quiso añadirlo, para no dejar incompleto su Evangelio.

NOTA. — El comentario y notas al segundo Evangelio son más breves. Ulteriores explicaciones podrán hallarse en el lugar paralelo de San Mateo.




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Marcos 6,5

NO PODÍA: en virtud de la norma, que él mismo se había impuesto, de exigir ordinariamente la fe como condición previa del milagro.


Marcos 6,17

EN LA PRISIÓN: en la fortaleza-palacio de Maqueronte, al E. del mar Muerto. En la fortaleza estaba preso Juan, en el palacio celebró Herodes el banquete.


Marcos 6,45

Los discípulos, contagiados por los intempestivos entusiasmos de la turba, hubieron de ser alejados bruscamente. No entendieron, como luego se dice (Mar_6:52), la significación del milagro.