Marcos 8 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 38 versitos |
1 Por aquellos días, como de nuevo hubiese mucho gentío y no tuviese qué comer, llamando a sí a los discípulos, díceles: *
2 Siento compasión de esta muchedumbre, pues ya tres días permanecen conmigo y no tienen qué comer;
3 y si los despidiere ayunos a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos.
4 Y le respondieron sus discípulos: ¿De dónde podrá uno aquí en la soledad saciar a éstos de panes?
5 Y les preguntaba: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete.
6 Y manda a la turba tenderse en el suelo; y tomando los siete panes, haciendo gracias, los partió, y dábalos a sus discípulos para que se los sirviesen; y los sirvieron a la turba.
7 Y tenían unos pocos pescadillos, y habiéndolos bendecido, dijo que también éstos los sirviesen.
8 Y comieron y se saciaron, y recogieron las sobras de los pedazos, siete espuertas.
9 Eran como unos cuatro mil, y los despidió.
10 Y luego, subiendo a la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
11 Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, demandando de él alguna señal procedente del cielo, con ánimo de tentarle,
12 Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Para qué esa generación demanda una señal? En verdad os digo, no se dará señal a esa generación.
13 y, dejados ellos, embarcando de nuevo, se fue a la ribera opuesta.
14 Y se olvidaron de tomar panes, y no tenían consigo en la barca sino un solo pan.
15 Y les prevenía diciendo: Tened ojo y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Heredes.
16 Y altercaban entre sí sobre que no tenían panes.
17 Y advirtiéndolo Jesús, les dice: ¿A qué viene el altercar entre vosotros sobre que no tenéis panes? ¿Todavía no reflexionáis ni entendéis? ¿Tenéis encallecido vuestro corazón?
18 ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos, no oís? ¿Y no recordáis,
19 cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis? Dicenle: Doce.
20 Y cuando los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de pedazos recogisteis? Y dicen: Siete.
21 Y decíales: ¿No comprendéis todavía?
22 Y vienen a Betsaida. Y tráenle un ciego, y le ruegan que le toque.
23 Y tomando de la mano al ciego, le sacó fuera de la aldea; y habiendo escupido en sus ojos, puestas sus manos sobre él, le preguntaba: ¿Ves algo? *
24 Y habiendo alzado los ojos, decía: Veo los hombres... Me parecen árboles... Los veo caminar.
25 Luego de nuevo puso las manos sobre sus ojos, y distinguía los objetos, y quedó restablecido, y veía de lejos claramente todas las cosas.
26 Y le despachó a su casa, diciendo: Que no entres siquiera en el pueblo. *
27 Y salió Jesús y sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo, y en el camino interrogaba a sus discípulos diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy? *
28 Ellos le contestaron diciendo: Juan el Bautista; y otros, Elías; otros, que uno de los profetas.
29 y él les preguntaba a ellos: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Mesías.
30 Y les ordenó terminantemente que a ninguno dijesen esto de él.
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que padecer muchas cosas y ser desechado por los ancianos, y por los sumos sacerdotes, y por los escribas, y ser entregado a la muerte, y a los tres días resucitar. *
32 Y les declaraba la cosa abiertamente. Y tomándole consigo Pedro, comenzó a reconvenirle.
33 Mas él, volviéndose y viendo a sus discípulos, increpó a Pedro y dice: Vete de aquí, quítateme de delante, Satanás, pues tus miras no son las de Dios, sino las de los hombres.
34 Y llamando a sí la turba junto con sus discípulos, díjoles: Si alguno quiere seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a cuestas su cruz y sígame.
35 Porque quien quisiere poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por el Evangelio, la salvará.
36 Pues ¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero y malograr su alma?
37 Pues ¿qué podrá dar un nombre a trueque de recuperar su alma?
38 Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras en esa generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los ángeles santos.

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Introducción a Marcos




EVANGELIO DE
SAN MARCOS

EL AUTOR. — Juan, apellidado Marcos ( Hch_12:12 ; Hch_12:25 ; Hch_15:37 ), o simplemente Juan ( Hch_13:5 ; Hch_13:13 ), era más generalmente designado por el apellido romano de Marcos ( Hch_15:39 ; Col_4:10 ; 2Ti_4:11 ; Flm_1:24 ; 1Pe_5:13 ). Era primo de Bernabé ( Col_4:10 ). Su madre se llamaba María, a cuya casa se dirigió San Pedro al ser liberado de la cárcel ( Hch_12:12 ). Esta casa, según todas las probabilidades, era el cenáculo, donde se celebró la última cena ( Mar_14:15 ; Luc_22:12 ) y adonde se recogieron los discípulos después de la ascensión del Señor ( Hch_1:13 ; Hch_2:2 ), y fue como la sede de la primitiva iglesia de Jerusalén ( Hch_4:23 ; Hch_4:31 ; Hch_5:42 ; Hch_12:12 ).

Se cree, a lo que parece con razón, que el joven «envuelto en una sábana» ( Mar_14:51-52 ) que en Getsemaní fue asido por los satélites y «desnudo se escapó de ellos», no era otro que el mismo Marcos, único que refiere este episodio. Acompañó con' Bernabé a Pablo en su primera misión ( Hch_13:5 ); mas pronto se retiró ( Hch_13:13 ). En la segunda misión, Bernabé quería llevarle otra vez consigo; pero Pablo no lo consintió. Entonces Bernabé, «tomando a Marcos» y separándose de Pablo, «se embarcó para Chipre» ( Hch_15:37-39 ). Más tarde se le halla con Pablo durante su primera prisión romana ( Col_4:10-11 ; Flm_1:24 ), y poco después con Pedro, que le llama cariñosamente «su hijo» ( 1Pe_5:13 ). Sobre él escribía Pablo durante su segunda prisión romana a Timoteo: «A Marcos tómale y tráele contigo, pues me va a ser útil para el ministerio» ( 2Ti_4:11 ). Según la tradición, Marcos fue quien, enviado por Pedro, fundó la iglesia de Alejandría. La misma tradición le llama «intérprete de Pedro».

Su OBRA. — La labor literaria de San Marcos en la composición de su Evangelio fue mínima. Sería, sin duda, exagerado decir que el segundo Evangelio es el disco fonográfico de la catequesis evangélica de San Pedro; pero tampoco puede negarse que las actividades que principalmente puso en juego el intérprete de Pedro fueron su memoria y su pluma. Con todo, la labor de San Marcos no fue puramente mecánica ni ininteligente. El, que, además de Pedro, había oído frecuentemente a Bernabé y a Pablo y se había ejercitado también en la predicación evangélica, se allanó modesta y abnegadamente a reproducir la predicación de Pedro en su forma romana. Esta humilde fidelidad, empero, no impidió que la catequesis de Pedro se matizase aquí y allá de ciertas reminiscencias paulinas.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Marcos escribió su Evangelio movido por las instancias de los fieles de Roma, en su mayoría gentiles, que vivamente se lo rogaron, deseosos de conservar por escrito la predicación oral de San Pedro. Los frecuentes latinismos, además de otros indicios, confirman este origen romano del segundo Evangelio. Dirigido principalmente a gentiles, pone de relieve, más que la mesianidad la divina filiación de Jesús. De ahí la cabida que en él se da a la narración de los milagros, y singularmente a la expulsión de los demonios.

PLAN. — Ya los antiguos advirtieron la sencillez del plan seguido por San Marcos, ajeno enteramente a aquellas ordenaciones o composiciones sistemáticas que pusieron de su parte Mateo y Lucas. El plan de Marcos es puramente itinerario y, consiguientemente, cronológico. En esta fidelidad cronológica consiste en gran parte el valor que para nosotros tiene el segundo Evangelio. Marcos, combinado con Juan, ha de ser la base de la ordenación cronológica de los Evangelios.

INTEGRIDAD. — Algunos críticos han dudado de la autenticidad del llamado final de Marcos. La diferencia de estilo de los últimos versículos (16:9-20), que ha dado pie a estas dudas, se explica perfectamente. Hasta 16:8, Marcos reproduce la predicación de Pedro con su estilo popular, vivo y dramático; desde 16:9 escribe ya por su cuenta y con su estilo propio, que no es el de Pedro. Como la predicación oral no incluía el relato de la resurrección, San Marcos quiso añadirlo, para no dejar incompleto su Evangelio.

NOTA. — El comentario y notas al segundo Evangelio son más breves. Ulteriores explicaciones podrán hallarse en el lugar paralelo de San Mateo.




Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Marcos 8,1

Es notable que a los discípulos, después de la primera multiplicación de los panes, no se les ocurriera la posibilidad de repetirse el milagro. No eran milagreros.


Marcos 8,23-25

Es gradual la curación, porque gradualmente se despertaba la fe en el ciego.


Marcos 8,26

Luego el ciego debía de tener su casa fuera del pueblo.


Marcos 8,27-30

Ha llegado el momento decisivo de manifestar abiertamente la mesianidad de Jesús. Los discípulos están ya preparados, y Pedro la proclama en nombre de todos. San Marcos, mero transmisor de la predicación de Pedro, calla la promesa del primado, porque Pedro modestamente la callaba.


Marcos 8,31

Confesada la mesianidad de Jesús, era necesario despojar esta fe de las fantasías mesiánicas que la desfiguraban. Para ello revela el Maestro a los atónitos discípulos el misterio de la cruz.