Lucas 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 80 versitos |
1 Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros,
2 como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra,
3 también yo he resuelto escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio,
4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
5 En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
6 Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor.
7 No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
8 Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno,
9 según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso;
10 la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
11 Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.
12 Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
13 Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.
14 Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento.
15 Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno,
16 y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios.
17 Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
18 Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
19 Respondiendo el ángel, le dijo: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia.
20 Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
21 El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario.
22 Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
23 Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa.
24 Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:
25 «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mí para quitar mi oprobio ante la gente».
26 ° En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
28 El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» ° .
29 Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
31 Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
32 Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33 reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
34 Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
35 El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
36 También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
37 porque para Dios nada hay imposible».
38 María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
39 En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá;
40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo
42 y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
43 ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
44 Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
45 Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
46 María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47 se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
48 porque ha mirado la humildad de su esclava. | Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: | su nombre es santo,
50 y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
51 Él hace proezas con su brazo: | dispersa a los soberbios de corazón,
52 derriba del trono a los poderosos | y enaltece a los humildes,
53 a los hambrientos los colma de bienes | y a los ricos los despide vacíos.
54 Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
55 —como lo había prometido a nuestros padres— | en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
56 María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
57 A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo.
58 Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
59 A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
60 pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan».
61 Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así».
62 Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase.
63 Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
64 Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
65 Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea.
66 Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.
67 Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, | porque ha visitado y redimido a su pueblo,
69 suscitándonos una fuerza de salvación | en la casa de David, su siervo,
70 según lo había predicho desde antiguo | por boca de sus santos profetas.
71 Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos | y de la mano de todos los que nos odian;
72 realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, | recordando su santa alianza
73 y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos
74 que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, | le sirvamos
75 con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
76 Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, | porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
77 anunciando a su pueblo la salvación | por el perdón de sus pecados.
78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, | nos visitará el sol que nace de lo alto,
79 para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, | para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
80 El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

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Introducción a Lucas

LUCAS

El Evangelio según san Lucas forma una unidad literaria y de contenido con Hechos de los Apóstoles, y, como consecuencia, cada una de estas obras ha de leerse teniendo en cuenta la otra. Atribuido por la tradición al médico compañero de Pablo evocado en Col 4:14, fue escrito posiblemente en la década de los setenta y está dirigido a cristianos de comunidades vinculadas a Pablo y situadas en regiones griegas, tal vez en torno a Éfeso. Lucas pone de relieve cómo la doctrina de Jesús y su Evangelio es para todos, judíos y griegos, y destaca el mensaje del Dios-Amor misericordioso para con los pecadores; de ahí que se le conozca como Evangelio de la misericordia. De algunos de sus acentos se puede concluir que sus destinatarios estaban viviendo ciertos problemas en relación con su adhesión a Jesucristo; entre ellos cabe destacar el sentido de la historia de la Iglesia, la razón de la incredulidad judía y el influjo negativo de la idea de salvación pagana. Lucas escribe su evangelio para confirmar a sus cristianos en la fe que han recibido (Luc 1:4), respondiendo a aquellos problemas principalmente con la teología del camino profético y salvador. El Evangelio de Lucas coincide con los otros dos sinópticos en la centralidad del «reino de Dios» y emplea el término «evangelizar el reino de Dios» (Luc 4:43). Tanto el Sermón de la llanura como el de las parábolas nos remiten al reino y al espíritu del reino (bienaventuranza a los pobres, perdón a los enemigos, oración).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Lucas 1,1-4*1:1-4 Elegante prólogo en cuatro partes compuesto según los modelos clásicos, donde Lucas menciona los precedentes de su obra, justifica su realización e indica tanto el modo en que la ha realizado como la finalidad pretendida.


Lucas 1,26-38*1:26-38 Al presentar en paralelo la anunciación de Juan y la de Jesús, Lucas no olvida resaltar la superioridad de este último, que es el Mesías. Además, destaca la fe confiada de María sobre las dudas de Zacarías.
Lucas 1,28*1:28 Favorecida por Dios de forma singular, María es invitada a alegrarse como la hija de Sión por la salvación que el Señor va a realizar en favor de su pueblo, y se le asegura ya la presencia dinámica y eficaz de Dios. Apoyados en la afirmación angélica y en el saludo de Isabel (Luc 1:42), los Padres de la Iglesia vieron en María a una segunda Eva, salida sin mancha de las manos de Dios, como «un inefable milagro» suyo.