Lucas 19 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 48 versitos |
1 Al entrar Jesús en Jericó, mientras pasaba por la ciudad,
2 cierto varón de nombre Zaqueo, que era rico y jefe de publicanos,
3 trataba de ver quién era Jesús, pero no le era posible debido a la multitud, porque Zaqueo era bajo de estatura,
4 y corriendo delante de Jesús, trepó a un sicómoro para verlo, porque Él iba a pasar por allí.
5 Al llegar Jesús a aquel lugar, lo vio y le dijo: Zaqueo, apresúrate a bajar, porque es necesario que hoy me quede en tu casa.
6 Y él se apuró, bajó y lo recibió gozoso.
7 Pero al ver esto, todos murmuraban diciendo: Ha entrado a alojarse con un hombre pecador.
8 Entonces Zaqueo, puesto de pie, dijo a Jesús: He aquí, Señor mío, la mitad de mis bienes repartiré entre los pobres, y a cualquiera que haya defraudado en algo, se lo restituiré cuadruplicado.
9 Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, por cuanto éste también es hijo de Abraham.
10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había extraviado.
11 Habiendo escuchado ellos estas cosas, les refirió nuevamente una parábola, pues Él estaba cerca de Jerusalén y ellos creían que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento.
12 Entonces dijo: Cierto varón de noble estirpe, partió para un país distante a recibir un reino para sí y después volver.
13 Llamando, pues, a diez siervos suyos, les hizo entrega de diez minas y les dijo: “Hagan negocio mientras vuelvo”.
14 Pero los que habitaban en su ciudad lo odiaban, y mandaron tras él unos mensajeros, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros”.
15 Y aconteció que al volver él, después de que recibió el reino, mandó llamar a sus siervos, a quienes les había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno de ellos.
16 Y se presentó el primero, diciendo: “Señor mío, tu mina ha producido diez minas más”.
17 Él le dijo: “Muy bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido hallado fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades fortificadas”.
18 Luego se presentó el segundo, y dijo: “Señor mío, tu mina ha producido otras cinco minas”.
19 Y dijo también a éste: “Tú también tendrás autoridad sobre cinco ciudades fortificadas”.
20 Después vino el otro, diciendo: “Señor mío, aquí está tu mina, la cual he tenido conmigo guardada en un pañuelo,
21 porque te tuve miedo, ya que eres varón estricto, que recoges lo que no depositas y cosechas lo que no siembras”.
22 Él le dijo: “Mal siervo, por tu propia boca te voy a juzgar. Te habías dado cuenta de que soy un hombre estricto; que recojo lo que no deposito y cosecho lo que no siembro.
23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en una mesa de cambistas, para que cuando yo regresara pudiera reclamarlo con sus intereses?”
24 Y dijo a los que se encontraban presentes: “Quítenle la mina y entréguensela al que tiene las diez minas”.
25 Ellos le dijeron: “Señor nuestro, él ya tiene diez minas”.
26 Él les respondió: “Les digo que a cualquiera que tenga le será dado, pero al que no tenga, aun lo que tenga se le quitará.
27 “Y respecto a esos enemigos míos, los que se oponían a que yo reinara sobre ellos, tráiganlos y mátenlos en mi presencia”.
28 Después de que Jesús dijo estas cosas, siguió avanzando hacia Jerusalén.
29 Al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte llamado Huerto de Los Olivos, mandó a dos de sus discípulos,
30 diciéndoles: Vayan a la aldea que está enfrente de nosotros, y cuando hayan entrado en ella, he aquí que hallarán atado un pollino, en el cual ningún hombre ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo.
31 Pero si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, respóndanle de esta manera: “Porque nuestro Señor lo necesita”.
32 Entonces los enviados fueron y lo encontraron tal y como Él les había dicho.
33 Y mientras desataban al pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatan ese pollino?
34 Entonces ellos les contestaron: Porque nuestro Señor lo necesita.
35 Y lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron que Jesús montara en él.
36 Mientras Él avanzaba, extendían sus mantos por el camino,
37 y cuando se acercaron a la cuesta del monte del Huerto de Los Olivos, la multitud entera de discípulos comenzó a regocijarse, y alababan a Dios en alta voz por todos los portentos que habían visto,
38 diciendo:
¡BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DE YAHWEH! ¡Paz en el Cielo y gloria en las alturas!
39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
40 Él les dijo: Yo les digo que si éstos callaran, las piedras aclamarían.
41 Cuando se acercó y contempló la ciudad, lloró a causa de ella,
42 y dijo: ¡Oh, si realmente hubieras sabido las cosas que son de tu paz al menos en este tu día! Pero ahora están encubiertas a tus ojos.
43 Y vendrán sobre ti días en los cuales tus enemigos te pondrán bajo sitio y te presionarán por todas partes,
44 y te derribarán, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no reconociste el tiempo de tu visitación.
45 Entrando, pues, al templo, empezó a expulsar a los que compraban y vendían en él,
46 diciéndoles: Está escrito: “MI CASA ES CASA DE ORACIÓN”, pero ustedes la han convertido en CUEVA DE LADRONES.
47 Y Él enseñaba diariamente en el templo, pero los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo procuraban darle muerte,
48 pero no hallaban el modo de hacerlo, porque el pueblo entero estaba pendiente de Él para escucharlo.

Patrocinio

 
 

Introducción a Lucas

Fuente: