Lucas 22 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 71 versitos |
1 Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua. *
2 Y andaban los sumos sacerdotes y los escribas buscando manera cómo hacerle desaparecer, porque temían al pueblo.
3 Y entró Satanás en Judas el llamado Iscariote, que era del número de los Doce;
4 y se fue a hablar con los sumos sacerdotes y los jefes de la policía sobre cómo se le entregaría.
5 Y se alegraron, y se concertaron en que le darían dinero.
6 Y se comprometió. Y andaba buscando buena coyuntura para entregársele sin alboroto de la turba.
7 Y llegó el día de los Ázimos, en que debía sacrificarse la Pascua; *
8 y envió a Pedro y Juan, diciendo: Id a prepararnos la Pascua, para que la comamos. *
9 Ellos le dijeron; ¿Dónde quieres que la preparemos?
10 El les dijo: Cuando entréis en la ciudad, veréis que os sale al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; id tras él hasta la casa en que entre; *
11 y diréis al amo de la casa: «Te dice el Maestro: ¿Dónde está la estancia donde coma la Pascua con mis discípulos?» *
12 Y él os mostrará una sala superior, grande, provista de mesas y divanes; allí preparad lo necesario.
13 Y habiendo ido, lo hallaron como él les había dicho; y prepararon la Pascua.
14 Y cuando fue la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con él.
15 Y les dijo: Con deseo deseé comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. *
16 Porque os digo que no la comeré hasta que tenga su cumplimiento en el reino de Dios.
17 Y tomando un cáliz, habiendo dado gracias, dijo: Tomadle y distribuidle entre vosotros. *
18 Porque os digo que a partir de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.
19 Y tomando un pan, habiendo dado gracias, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: Este es mi cuerpo, que por vosotros es entregado; haced esto en memoria de mí. *
20 Y el cáliz asimismo después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, el que por vosotros es derramado.
21 Mas he aquí que la mano del que me entrega está conmigo sobre la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre, según lo que está decretado, se va; mas ¡ay del hombre aquel por cuyas manos es entregado!
23 Y ellos comenzaron a discutir unos con otros sobre quién era de ellos el que iba a hacer esto.
24 Y se suscitó entre ellos una rivalidad sobre quién de ellos era considerado como el mayor.*
25 Mas él les dijo: Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen el mando sobre ellas son apellidados bienhechores.
26 Mas vosotros no así; antes bien, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que manda como el que sirve.
27 Pues ¿quién es mayor: el que está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es verdad que el que está sentado a la mesa? Mas yo cu medio de vosotros estoy como quien sirve;
28 y vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
29 y yo dispongo a favor vuestro, como dispuso a mi favor mi Padre, un reino,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 Simón, Simón, mira, Satanás os reclamó para zarandearos como el trigo;
32 pero yo rogué por ti, que no desfallezca tu fe; y tú un día, vuelto sobre ti, conforta a tus hermanos. *
33 Pero él le dijo: Señor, contigo pronto estoy a ir aun a la cárcel y a la muerte.
34 Él dijo: Dígote, Pedro, no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.
35 y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, alforja y sandalias, ¿acaso os faltó algo? Ellos dijeron: Nada.
36 Dijoles: Mas ahora quien tenga bolsa tómela; asimismo también alforja; y quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una. *
37 Porque os digo que tiene que cumplirse en mí esto que está escrito: «Y fue contado entre los delincuentes» (Is 53:12). Pues lo que a mí se refiere, toca a su fin.
38 Ellos dijeron: Señor, mira, hay aquí dos espadas. El les dijo: ¡Basta ya!.*
39 Y saliendo de allí, se dirigió, según costumbre, al monte de los Olivos; y le siguieron también los discípulos. *
40 Y en llegando al lugar, díjoles: Orad, para que no entréis en tentación.
41 Y él, arrancándose de ellos, se apartó a la distancia como de un tiro de piedra, y puestas las rodillas, oraba *
42 diciendo: Padre, si quieres, traspasa de mí este cáliz; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya. *
43 Y se le apareció un ángel venido del cielo, que le confortaba. *
44 Y venido en agonía, oraba más intensamente. Y se hizo su sudor como grumos de sangre, que caían hasta el suelo. *
45 Y levantándose de la oración, vino a los discípulos y los halló durmiendo por efecto de la tristeza.
46 Y les dijo: ¿Cómo dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación.
47 Estando él hablando todavía, he aquí una turba, y el que se llamaba Judas, uno de los Doce, iba delante de ellos. Y se llegó a Jesús para besarle. *
48 Mas Jesús le dijo: ¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?
49 Y viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron: Señor, ¿herimos con la espada?
50 E hirió uno de ellos al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha.
51 Respondiendo Jesús, dijo: Dejadles, no haya más. Y tocando la oreja, le sanó.
52 y dijo Jesús a los que habían venido contra él, sumos sacerdotes y jefes de la policía del templo y ancianos: ¡Como contra un salteador salisteis con espadas y bastones!
53 Estando yo cada día entre vosotros en el templo, no extendisteis las manos contra mí. Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.
54 Y como le hubieron prendido, le llevaron y le introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro le iba siguiendo de lejos. *
55 Y como hubiesen encendido fuego en medio del atrio y se hubiesen sentado juntos, sentóse Pedro entre ellos. *
56 Viéndole una muchacha sentado a la lumbre y mirándole fijamente, dijo: También éste andaba con él.
57 Mas él le negó, diciendo: No le conozco, mujer.
58 Y tras breve espacio, otro, viéndole, dijo: También tú eres de ellos. Mas Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
59 Y habiendo pasado cosa de una hora, otro de allí se afirmaba en ello, diciendo: De veras que también éste andaba con él, pues es galileo.
60 Dijo Pedro: Hombre, no sé lo que dices. Y al instante, estando él hablando todavía, cantó un gallo.
61 Y volviéndose el Señor, miró a Pedro; y recordó Pedro la palabra del Señor, tal como le había dicho: «Antes que el gallo cante, hoy me negarás tres veces».*
62 Y saliéndose afuera lloró amargamente.
63 Y los hombres que le tenían aprisionado le escarnecían hiriéndole, *
64 y habiéndole envuelto con un velo, le preguntaban diciendo: Profetiza: ¿quién es el que te dio?
65 Y otras muchas cosas con que le insultaban decían contra él.
66 Y en cuanto se hizo de día se reunió en junta el senado del pueblo y sumos sacerdotes y escribas, y le llevaron a su sanhedrín;*
67 y decían: Si tú eres el Mesías, dínoslo. Díjoles: Si os lo dijere, no me creeréis;*
68 y si, por otra parte, os interrogare, no me responderéis.
69 No obstante, a partir de ahora estará el Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios (Sal 109:1; Dan 7:13).
70 Dijeron todos: ¿Conque tú eres el Hijo de Dios? El les dijo: Vosotros decís que yo soy.
71 Ellos dijeron: ¿A qué necesitamos ya de testimonio? Pues nosotros mismos lo oímos de su propia boca.

Patrocinio

 
 

Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

Patrocinio

Notas

Lucas 22,1-6

Dos rasgos propios tiene Lucas referentes a la traición: que «entró Satanás en Judas y que el traidor «se comprometió» a entregar a su Maestro.


Lucas 22,7

EL DÍA DE LOS ÁZIMOS o «el primer día de los Ázimos», como precisan los otros sinópticos, era propiamente el primer día de la Pascua, el 15 de Nisán; pero por diferentes razones se extendió esta denominación al día 14 desde el amanecer. En este día 14 debía SACRIFICARSE el cordero pascual. Esta observación de Lucas prueba que la cena del Señor fue verdaderamente pascual. Si los pontífices, como parece indicar San Juan (Jua_18:28), comieron la Pascua al día siguiente, ello fue un retraso o traslado deliberado de la fiesta.


Lucas 22,8

PEDRO Y JUAN: es Lucas quien nos ha conservado los nombres de los dos enviados a preparar la Pascua.


Lucas 22,10

Se vale Jesús de esta designación indirecta y misteriosa para que Judas no se enterase antes de hora del lugar de la cena.


Lucas 22,11

TE DICE EL MAESTRO: esta expresión supone que Jesús se dirige a uno de los discípulos domiciliados en Jerusalén, conocido, sin duda, de Pedro y de Juan, pero no identificado entonces por ellos. Este hombre era, según todas las probabilidades, el padre de Marcos; y su casa, el cenáculo, fue la cuna de la primitiva Iglesia.


Lucas 22,15

CON DESEO DESEÉ: el motivo de tan vehementes deseos fue la institución de la sagrada Eucaristía, preludio y representación de la pasión y muerte, con que se establecería el reino de Dios sobre la tierra.


Lucas 22,17

TOMANDO UN CÁLIZ: fue probablemente la primera (o la segunda) de las cuatro copas rituales que se bebían durante la cena pascual. De todos modos, no es el cáliz que se había de consagrar, del cual se habla después (Luc_22:20).


Lucas 22,19-20

Son de notar los rasgos propios del relato de Lucas:
1) QUE POR VOSOTROS ES ENTREGADO el pan eucarístico es el cuerpo de Jesús en cuanto entregado a la muerte, es decir, sacrificado: nueva confirmación del carácter sacrifical de la Eucaristía.
2) HACED ESTO: con el mandato confiere Jesús a los apóstoles la potestad. La palabra que consagró el pan consagra sacerdotes a los apóstoles.
3) DESPUÉS DE HABER CENADO: era, por tanto, la tercera copa ritual; el llamado «cáliz de la bendición» (1Co_10:16), que se servía inmediatamente después de terminada la comida del cordero.
4) EL QUE POR VOSOTROS ES DERRAMADO: para justificar esta metonimia es menester que la sangre sea derramada precisamente en cuanto está contenida en el cáliz; otra confirmación, y más espléndida, de la sacrificalidad eucarística. La consagración del cáliz es una efusión, mística en la forma, real en el fondo, de la sangre redentora de Cristo.


Lucas 22,24-26

Esta contienda hubo de preceder a la institución de la Eucaristía. Suscitada verosímilmente por la apetencia de los primeros puestos en la mesa, hubo de ocurrir al principio de la cena. De hecho, el Maestro parece aludir al lavatorio de los pies (Luc_22:27). Pero más que la distribución cronológica interesa la enseñanza de que la autoridad debe ser un servicio.


Lucas 22,32

La oración de Jesús para que no desfalleciera la fe de Pedro fue eficaz. En este supuesto encarga el Maestro al discípulo que él a su vez confirme en la fe a sus hermanos. De la firmeza de Pedro en la fe cuida el mismo Cristo; de la firmeza de los demás ha de cuidar Pedro. Y esta prerrogativa se otorgó a Pedro, no en atención a su persona, sino por razón de su oficio. La misma prerrogativas por tanto, corresponde a los sucesores de Pedro, los Romanos Pontífices. De ahí la infalibilidad pontificia. De ahí también en los obispos de Roma la obligación y el derecho de fortalecer en la fe a los demás obispos y a todos los fieles.


Lucas 22,36

Las palabras de Jesús son metafóricas. Viene a decir: ahora cada cual tendrá que mirar por si.


Lucas 22,38

Los discípulos entendieron materialmente las palabras del Maestro. Como no era entonces hora de entrar en razones, Jesús les responde: ¡BASTA YA! No se hable más de esto.


Lucas 22,39

SEGÚN COSTUMBRE: según esto, el ir al monte de los Olivos era entregarse en manos de sus enemigos, quienes allá irían a buscarle, guiados por Judas, que conocía muy bien aquel lugar (Jua_18:2).


Lucas 22,41

ARRANCÁNDOSE DE ELLOS: expresión de la violencia que el Maestro tuvo que hacerse para apartarse en aquellas circunstancias de sus queridos discípulos.

|| PUESTAS LAS RODILLAS: así comenzó Jesús su oración, que luego, abrumado por la desolación, prosiguió postrado, el rostro sobre el suelo.


Lucas 22,42

Esta es la oración de las grandes crisis del alma.

|| NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA: de estas palabras coligieron los Santos Padres la coexistencia de dos voluntades en Cristo, correspondientes a su doble naturaleza, la humana y la divina, en la unidad de persona.


Lucas 22,43

Como no distingue Lucas los tres tiempos de la oración del huerto, no es posible saber con entera certeza con cuál de ellos coincide la aparición del ángel. Parece, con todo, más verosímil que fuese en el tercer tiempo.


Lucas 22,44

Con la oración creció la agonía; pero también a mayor agonía, más intensa oración. AGONÍA significa «lucha», y en este caso es la vivísima angustia del Salvador, provocada por la exacerbación del terror y de la tristeza, que había invadido su corazón, y por la violenta reacción de su voluntad contra estos sentimientos. Esta agonía determinó el sudor de sangre. Recogiendo las indicaciones del evangelista médico, parece ser que con el sudor copioso se mezcló gran cantidad de sangre, cuyas gotas, coaguladas al contacto del aire, CAÍAN HASTA EL SUELO. Esta tremenda agonía, que parece haber empalmado con la desolación o desamparo de la cruz, fue el más profundo abatimiento y anonadamiento a que llegó el Hombre-Dios y es el más oscuro misterio de su psicología. Pero es también la lección más elocuente de lo que es la gravedad del pecado.


Lucas 22,47-53

Son numerosos los rasgos característicos de Lucas:
a) Judas, como capitán de aquella tropa, IBA DELANTE DE ELLOS,
b) Las sentidas palabras de Jesús al traidor (Luc_22:48).
c) La pregunta de los discípulos, no contestada (Luc_22:49).
d) La orden de Jesús: DEJADLES, NO HAYA MÁS; y la curación de la temeraria herida (Luc_22:51).
e) La designación de las personas a quienes se dirige la querella (Luc_22:52).
f) La sentencia final: ESTA ES VUESTRA HORA Y EL PODER DE LAS TINIEBLAS, es decir, de Satanás, que, como antes había entrado en Judas (Luc_22:3), así ahora azuzaba a los judíos.


Lucas 22,54

San Lucas omite la sesión nocturna del sanhedrín, si bien la supone en el relato que luego hace de la sesión matinal.


Lucas 22,55-60

La conciliación del relato de las negaciones de Pedro con los relatos de los otros evangelistas no es difícil si se tiene en cuenta que las negaciones no fueron tres actos o momentos aislados, sino más bien tres tiempos o escenas de alguna duración, en que el discípulo, acosado por varios, tuvo que responder a unos y a otros.


Lucas 22,61

VOLVIÉNDOSE EL SEÑOR MIRÓ A PEDRO: no hay razón alguna para desvirtuar o espiritualizar el sentido natural de estas palabras. Jesús, pues, volvió su rostro a Pedro y le miró. Dónde, cuándo y cómo fue esto, ya no lo dice el evangelista. Pudo ser que Jesús fuese entonces trasladado para comparecer por segunda vez ante el sanhedrín y, al pasar por el patio cerca de donde estaba Pedro, tuviera ocasión de dirigirle una mirada. Serían como las cinco de la mañana.


Lucas 22,63-64

Estos ultrajes, los más humillantes tal vez que sufrió Jesús en el decurso de su pasión, refiérelos Lucas después de las negaciones de Pedro, a diferencia de Mateo y Marcos, que los refieren antes. En realidad, acaecieron entre la primera y la tercera de las negaciones, es decir, entre la doble sesión del sanhedrín.


Lucas 22,66

EN CUANTO SE HIZO DE DÍA: lo más pronto que fue posible para que la sesión fuera legal. La sesión precedente, nocturna, había sido ilegal.


Lucas 22,67

Interrogan directamente al reo, prescindiendo de la prueba testifical, que no había dado resultado. Fue inicuo e inhumano querer sonsacar al reo una confesión que motivase la sentencia de condenación dada de antemano.


Lucas 22,67-76

Jesús pudiera haber callado, o responder con una evasiva, o desconcertarlos con una contrapregunta, como él sabia bien hacerlo: pero «había llegado su hora». El que antes, cuando no amenazaba peligro, había evitado una declaración explícita de su mesianidad y divina filiación, ahora, cuando la declaración va a determinar su muerte, se confiesa abiertamente Mesías e Hijo de Dios.