Lucas 23 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 56 versitos |
1 Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, le llevaron a Pilato.
2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado amotinando nuestra gente, y prohibiendo dar tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey. *
3 Pilato le interrogó, diciendo: ¿Tú eres el Rey de los judíos? El, respondiendo, le dijo: Tú lo dices. *
4 Pilato dijera los sumos sacerdotes y a las turbas: Ningún delito hallo en este hombre.
5 Ellos insistían con fuerza, diciendo: Amotina el pueblo, enseñando por toda la Judea, y habiendo comenzado por Galilea ha llegado hasta acá.
6 Pilato, como lo oyese, preguntó si el hombre era galileo.
7 Y entendiendo que era de la jurisdicción de Heredes, le remitió a Herodes, que estaba también él en Jerusalén por aquellos días. *
8 Herodes, viendo a Jesús, se regocijó en extremo; porque desde hacía mucho tiempo estaba deseoso de verle, pues había oído decir muchas cosas de él, y esperaba verle hacer algún prodigio. *
9 Y le preguntaba con mucha palabrería. Mas él no le respondió nada.
10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con ahínco.
11 Menosprecióle también Herodes, juntamente con su cuerpo de guardia, y haciendo burla de él, le vistió un ropaje luciente y le remitió a Pilato.
12 Hiciéronse amigos uno de otro, Herodes y Pilato, aquel día, pues antes eran enemigos entre sí.
13 Pilato, habiendo convocado a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, les dijo:
14 Me presentasteis a ese hombre como amotinador del pueblo, y he aquí que yo, habiéndole interrogado delante de vosotros, no hallé en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. *
15 Pero ni Herodes tampoco, pues lo remitió a nosotros; y he aquí que nada digno de muerte se le ha probado.
16 Le castigaré, pues, y le soltaré.
17 Y tenía necesidad de soltarles un preso cada año por la fiesta. *
18 Levantaron el grito, toda la muchedumbre a una, diciendo: Quita de en medio a éste y suéltanos a Barrabás.
19 El cual, con motivo de un motín acaecido en la ciudad y de un homicidio, había sido echado en la cárcel.
20 De nuevo les habló Pilato, deseando soltar a Jesús.
21 Mas ellos clamaron diciendo: ¡Crucifica, crucifícale!
22 El, por tercera vez, les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte hallé en él. Así que, después de haberle castigado, le soltaré.
23 Mas ellos instaban a grandes voces, exigiendo que fuera crucificado, y sus voces se hacían más violentas.
24 Y Pilato dio orden de que se efectuase su demanda:
25 soltó al que demandaban, al que por motín y homicidio había sido echado en la cárcel, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. *
26 Y como le hubieron sacado, echando mano a un tal Simón de Cirene que venía del campo, le pusieron en hombros la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
27 Seguíale gran muchedumbre de pueblo y de mujeres, las cuales le plañían y lamentaban. *
28 Volviéndose Jesús a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mi, sino llorad más bien sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos.
29 Porque, mirad, vendrán días en que dirán: «Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron ».
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: «Caed sobre nosotros», y a los collados: «Sepultadnos» (Os 10:8).
31 Porque si en el leño verde esto hacen, ¿en el seco qué se hará?
32 Eran también llevados otros dos, malhechores, para ser ajusticiados con él.
33 Y cuando hubieron llegado al lugar llamado «Cráneo», allí crucificaron a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y al repartir sus vestidos, echaron suertes (Sal 21:19).*
35 Y estaba allí el pueblo mirando; y hacían befa de él también los jefes, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
36 Burlábanse de él también los soldados, acercándose, ofreciéndole vinagre
37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también por encima de él una inscripción escrita en letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
39 Uno de los malhechores que estaban colgados, le insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. *
40 Mas el otro, respondiendo, le reconvenía, diciendo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?
41 Nosotros, a la verdad, lo estamos justamente, pues recibimos el justo pago de lo que hicimos; mas éste nada inconveniente ha hecho.
42 Y decía a Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu realeza.
43 Díjole: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Y era ya como la hora sexta, y se produjeron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora nona,
45 habiendo faltado el sol: y se rasgó por medio el velo del santuario. *
46 y clamando con voz poderosa, Jesús dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Sal 30:6). Y, dicho esto, expiró. *
47 Viendo el centurión lo acaecido, glorificó a Dios, diciendo: Realmente este hombre era justo.
48 Y todas las turbas allí reunidas para este espectáculo, considerando las cosas que habían acaecido, se volvían golpeando los pechos. *
49 Estaban allí a bastante distancia todos sus conocidos y las mujeres que le habían acompañado desde Galilea, viendo estas cosas. *
50 Y en esto un hombre por nombre José, que era sanhedrita y varón bueno y justo
51 —éste no había dado su asentimiento al consejo y al acto de los judíos—, natural de Arimatea, ciudad de los judíos, el cual esperaba el reino de Dios,
52 éste, presentándose a Pilato, demandó el cuerpo de Jesús.
53 Y habiéndolo descolgado, lo envolvió en una sábana y le depositó en un monumento excavado en la peña, en donde nadie todavía había sido puesto.
54 Era día de Parasceve y rayaba el sábado. *
55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, habiendo seguido de cerca, inspeccionaron el monumento y cómo había sido colocado su cuerpo.
56 Y habiéndose vuelto, prepararon aromas y perfumes; y durante el sábado guardaron reposo conforme al precepto de la ley.

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 23,2

Es Lucas quien nos ha transmitido la triple acusación formulada contra Jesús en el tribunal de Pilato. El presidente, despreciando las dos primeras acusaciones, sólo toma en consideración la tercera.


Lucas 23,3

Por Juan (Jua_18:33) sabemos que este interrogatorio fue secreto.


Lucas 23,7

Es la primera evasiva a que apela Pilato para salirse de aquel proceso.


Lucas 23,8-12

Este episodio es exclusivo de Lucas.


Lucas 23,14-16

Dice el juez: Considerando que en ese hombre no se halla delito alguno, LE CASTIGARÉ. Nueva lógica y nueva justicia. Es el segundo expediente o evasiva.


Lucas 23,17-25

Es el tercer expediente de una política de compromisos, que termina fatalmente en una cobarde capitulación.


Lucas 23,25

LO ENTREGÓ A SU VOLUNTAD: toda la pasión es una serie de entregas : Judas entrega a Jesús a los judíos; los judíos lo entregan a Pilato; Pilato lo entrega a la voluntad de la turba y a los soldados y verdugos para que lo azoten y crucifiquen. Mas todas estas entregas hubieran sido ineficaces si antes el Padre no hubiera entregado a su propio Hijo (Rom_8:32) o si el Hijo mismo no se hubiera entregado por nosotros (Efe_5:2). Con razón San Pablo condensa la pasión de Cristo en esta frase: «Fue entregado por nuestros delitos» (Rom_4:25).


Lucas 23,27-31

Debemos a la diligencia de Lucas el habernos conservado este interesante episodio. Las palabras de Jesús son una sentida lamentación de la ruina de Jerusalén, que era una espina clavada en su corazón.


Lucas 23,34

PADRE, PERDÓNALOS: tal vez no haya en todo el Evangelio palabras más reveladoras de la inefable misericordia del Corazón de Jesús. Y no las dijo una vez sola, sino que las DECÍA y repetía mientras le estaban clavando en la cruz, mientras ultrajaban su agonía. Pero más significativa que la súplica es la excusa: PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.


Lucas 23,39-43

Otra de las joyas del tercer Evangelio.


Lucas 23,45

HABIENDO FALTADO EL SOL: la expresión original, que pudiera significar eclipse, no quiere decir sino que faltó la luz del sol a causa de las espesas tinieblas que durante tres horas envolvieron la tierra,

|| SE RASGÓ POR MEDIO EL VELO interior DEL SANTUARIO: Lucas antepone a la muerte del Salvador este milagro, que Mateo y Marcos refieren después de ella. Esta diferente colocación parece indicar que el milagro coincidió con el momento de la muerte.


Lucas 23,46

PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU: parece, a nuestro modo de hablar, que, consumada la obra de la redención, se disipan las tinieblas que habían envuelto el Corazón del Redentor y renace la serenidad. Satisfecha ya plenamente la divina justicia, el Hijo ve ante sí al Padre de su amor, y con filial confianza deposita en sus manos su último aliento y su alma.


Lucas 23,48

TODAS LAS TURBAS…SE VOLVÍAN GOLPEANDO LOS PECHOS: Lucas es el único evangelista que habla de esta penitencia general. Entre las turbas no estaban ya los jefes de los judíos, a quienes las espesas tinieblas habían alejado del Calvario.


Lucas 23,49

TODOS SUS CONOCIDOS: parece, pues, que también los apóstoles y otros discípulos se hallaron presentes a la muerte del Maestro.


Lucas 23,54

RAYABA EL SÁBADO: la aparición de las tres primeras estrellas señalaba el principio del sábado judío.