Lucas 5 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 39 versitos |
1 Y aconteció que, como la turba se agolpase sobre él y escuchase la palabra de Dios, él estaba de píe junto al lago de Genesaret.
2 Y vio dos lanchas que estaban junto al lago; los pescadores, que habían bajado de ellas, estaban lavando las redes.
3 Y subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que bogase un poco apartándose de la playa; y sentado en la barca enseñaba a las turbas.
4 Y en cuanto cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro y soltad vuestras redes para la pesca.
5 Y respondiendo Simón, dijo: Maestro, con haber estado bregando toda la noche, nada cogimos; pero sobre tu palabra soltaré las redes.
6 Y como esto hicieron, prendieron gran cantidad de peces, y se rompían sus redes.
7 E hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniendo los ayudasen. Y vinieron y llenaron ambas barcas, tanto que se hundían. *
8 Y viendo esto Simón Pedro, postróse a los pies de Jesús, diciendo: Retírate de mí, porque soy hombre pecador, Señor.
9 Era que el espanto le había invadido, y no menos a todos los que con él estaban, con motivo de la redada de los peces que habían cogido, *
10 y lo mismo también a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que formaban sociedad con Simón. Y dijo a Simón Jesús: No temas; de hoy más serán hombres los que pescarás.
11 Y habiendo sacado las barcas a tierra, abandonándolo todo, le siguieron.
12 Y aconteció que, hallándose él en cierta ciudad, se le presenta de pronto un hombre todo lleno de lepra; y al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, me puedes limpiar.
13 Y extendiendo la mano, le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante la lepra desapareció de él.
14 Y él le ordenó no decirlo a nadie, sino: Anda, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación según lo que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio. *
15 Pero se extendía cada vez más su fama, y concurrían grandes muchedumbres para oír y para ser curados de sus enfermedades;
16 mas él se retiraba a sitios solitarios y se daba a la oración. *
17 Y aconteció un día que estaba él enseñando, y estaban sentados unos fariseos y doctores de la ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén; y el poder del Señor estaba en él para sanar. *
18 Y he aquí unos hombres llevando sobre una camilla un hombre que estaba paralítico, y buscaban manera de introducirle y ponerle delante de él.
19 Y no hallando por dónde introducirle a causa de la muchedumbre, subidos a la terraza, por entre las tejas le descolgaron junto con su camilla hasta ponerle en medio delante de Jesús. *
20 y viendo la fe de ellos, dijo: Hombre, perdonados te son tus pecados.
21 Y comenzaron a pensar los escribas y los fariseos, diciendo: ¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? *
22 Conociendo Jesús sus pensamientos, respondiendo les dijo: ¿Qué andáis pensando en vuestros corazones?
23 ¿Qué es más hacedero, decir: «Perdonados te son tus pecados », o decir: «Levántate y anda»?
24 Mas para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad de perdonar pecados sobre la tierra—dijo al paralizado—, yo te digo: Levántate y, tomando a cuestas tu camilla, anda a tu casa.
25 Y al instante, habiéndose levantado a vista de ellos, tomando a cuestas aquello sobre que había estado tendido, se marchó a su casa glorificando a Dios.
26 Y se apoderó de todos el estupor y glorificaban a Dios y se llenaron de temor, con que decían: Hoy hemos visto cosas increíbles.
27 Y tras esto salió y vio un publicano por nombre Leví sentado en su despacho de aduanas, y le dijo: Sígueme.*
28 Y abandonándolo todo, levantándose, le seguía.
29 Y le hizo Leví un gran convite en su casa, y había gran muchedumbre de publícanos y de otros que estaban con ellos a la mesa. *
30 y murmuraban los fariseos y sus escribas, diciendo a los discípulos de Jesús: ¿Cómo es que coméis y bebéis con los publícanos y pecadores?
31 Y respondiendo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médicos los sanos, sino los que se hallan mal;*
32 no he venido a llamar justos, sino pecadores a penitencia.
33 Ellos le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oraciones; asimismo también los de los fariseos; los tuyos, en cambio, comen y beben. *
34 Mas Jesús les dijo: ¿Por ventura podéis hacer ayunar a los hijos de la sala nupcial en tanto que el esposo está con ellos?
35 Mas vendrán días, y cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán en aquellos días.
36 Y les decía también una parábola: Nadie echa sobre un vestido viejo un remiendo cortándolo de un vestido nuevo; de lo contrario, fuera de que rasga el nuevo, tampoco con el viejo cuadra el remiendo tomado del nuevo.
37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de lo contrario, romperá el vino nuevo los odres, y él se derramará y los odres se echarán a perder;
38 sino que vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.
39 Y nadie después de beber añejo le quiere nuevo; porque dice: «Bueno es el añejo».

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Introducción a Lucas




EVANGELIO DE
SAN LUCAS

EL AUTOR. — Un antiquísimo prólogo a los Evangelios escribe: «Lucas, de nación siró, antioqueno, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, después siguió a Pablo». En el libro de los Hechos, sin nombrarse, habla repetidas veces de sí usando el plural «nosotros». La primera mención de este «nosotros» ocurre ya, probablemente (según el llamado texto occidental), en Hch_11:27-28 , por estas palabras: «Por aquellos días bajaron de Jerusalén unos profetas a Antioquia, y había grande alegría. Estando nosotros reunidos, levantándose uno de ellos por nombre Agabo…». Esto acontecía hacia el año 40. Y si así es, San Lucas pertenecía a la primera generación de los fieles antioquenos, amaestrados, si no conquistados, por Bernabé. En otras tres ocasiones habla de sí el autor de los Hechos: en el viaje de Tróade a Filipos, durante la segunda misión de San Pablo ( Hch_16:10-17 ); en e' viaje de Filipos a Jerusalén, al fin de la tercera misión ( Hch_20:5-15 ; Hch_21:1-18 ), y en el viaje de Cesárea a Roma ( Hch_27:1-44 ; Hch_28:1-16 ). Durante su primera prisión romana dos veces menciona San Pablo a San Lucas, llamándole su colaborador y médico querido ( Col_4:14 ; Flm_1:24 ). Y en su última prisión, en vísperas de su martirio, recuerda el Apóstol, agradecido, que «sólo Lucas está con él» ( 2Ti_4:11 ).

Su OBRA. — El evangelista médico pudo haber hecho con Bernabé o con Pablo, cuya predicación oral se proponía consignar por escrito, lo que Marcos había hecho no mucho antes con San Pedro: reproducirla simplemente. Mas su cultura helénica le inspiró otros pensamientos, humanamente más altos.

Lucas no había visto al Señor: para conocer su obra y su doctrina hubo de apelar a informaciones ajenas. Y lo hizo en grande escala. Lo que uno ignoraba o no recordaba, lo sabía o recordaba otro. La base o punto de referencia de todos estos datos recogidos era la catequesis oral de Bernabé y de Pablo, que era para Lucas la fuente principal de sus informaciones. Tal es en Lucas la manera característica de enfocar el Evangelio oral: no como obra ya hecha y acabada, sino como documento informativo o fuente de una obra más vasta.

Ya en este acopio de datos y uso de las fuentes se muestra Lucas original. Adquiere nuevo relieve esta originalidad con la composición u ordenación sistemática del material recogido, con las notas cronológicas, que conectan la vida del Salvador con la historia universal; con la sobria elegancia de su lengua y estilo, unida a la más escrupulosa fidelidad en reproducir los documentos históricos.

Otras cualidades pudieran mencionarse que caracterizan la obra de San Lucas, entre las cuales no ocupa el último lugar aquel espíritu de suavidad y delicadeza que le ha merecido el título de
Scriba mansuetudinis Christi.

DESTINATARIOS Y OBJETO. — San Lucas dedica su Evangelio al «excelentísimo Teófilo» (1:3), hombre ilustre recién convertido al cristianismo; pero en realidad se dirige a las iglesias fundadas por San Pablo, principalmente a los fieles venidos de la gentilidad, pero sin olvidar a los judíos. El fin que se propone en la redacción de su Evangelio exprésalo él mismo en el prólogo: «para que reconozcas la firmeza de las enseñanzas que recibiste» (1:4). Más generalmente, la tesis del tercer Evangelio es la universalidad de la salud por Cristo; es el tema de la Epístola de San Pablo a los Romanos: El Evangelio «es una fuerza de Dios ordenada a la salud para todo el que cree» (1:16). Si el Evangelio de San Mateo podría llamarse mesiánico; el de San Marcos, taumatúrgico; el de San Juan, teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia.

ORDEN. — Promete San Lucas escribir su Evangelio «por su orden» (1:3). Este «orden», acorde generalmente con el de San Marcos, es, sin duda, cronológico; mas no es esto precisamente lo que él quiere expresar, sino más bien, como él mismo lo declara en el prólogo, «el trabajo de coordinar [sistemáticamente] una narración»
(1:1). Semejante ordenación lleva consigo algunas veces ciertas inversiones cronológicas. Las más características son ciertas anticipaciones en razón de concluir o redondear una materia antes de pasar a otra diferente. Ejemplo típico de este procedimiento de anticipación es la relación de la prisión de Juan Bautista (3:19-20) antes del relato del bautismo de Jesús (3:21-22), en que ya no se menciona a Juan.

LA LENGUA. — El griego usado por San Lucas es más castizo y elegante que el de los otros evangelistas. Su prólogo es un período cuadrimembre, harmónicamente construido, que recuerda el de Dioscórides a su obra médica. Pero más que por su relativa elegancia interesa la lengua de San Lucas en cuanto es sello de autenticidad y garantía de verdad y escrupulosidad histórica. Su tecnicismo médico señala como autor al «médico querido», compañero de San Pablo. Sus frecuentes términos paulinos delatan al discípulo y colaborador del grande Apóstol. Razón, pues, tiene la tradición cristiana cuando afirma que el autor del tercer Evangelio es Lucas, el médico y discípulo de San Pablo. Más interesantes son todavía los numerosos aramaísmos , que tan rudamente contrastan con el lenguaje que usa San Lucas cuando escribe por su cuenta. Estos aramaísmos son efecto de su escrupulosa fidelidad en utilizar los documentos o en traducir las informaciones oídas en arameo. El tránsito brusco del elegantísimo prólogo a los aramaísmos de los dos primeros capítulos acreditan la verdad histórica del tercer Evangelio.

Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Lucas 5,7

LOS COMPAÑEROS: eran el Zebedeo y sus dos hijos, que formaban compañía con Simón y Andrés.


Lucas 5,9-11

Esta vocación, según todas las probabilidades, es la misma referida por Mateo y Marcos. Para conciliar las ligeras discrepancias redaccionales no hay que olvidar que toda esta escena, enlazada con la pesca milagrosa, duró varías horas, y que los evangelistas se refieren a distintos momentos de ella. Lucas habla de dos pescas: una nocturna, frustrada, y una matinal, bien lograda. Entre las dos presenta a los pescadores LAVANDO LAS REDES. Mateo y Marcos hablan de una pesca, sin más distinciones, y presentan a Simón y Andrés echando las redes al mar, a Santiago y Juan recomponiendo sus redes. La acción de Simón y Andrés parece referirse a la primera pesca. La acción de Santiago y Juan es posterior a la pesca nocturna. No es imposible, por tanto, la conciliación de los relatos evangélicos. Para apreciar el sentido de este llamamiento conviene recordar que ya anteriormente las dos binas de hermanos habían seguido a Jesús como discípulos. Pero el anterior seguimiento había sido espontáneo y ocasional; el de ahora en adelante va a ser definitivo y profesional.


Lucas 5,14

LE ORDENÓ NO DECIRLO A NADIE: para no sobreexcitar intempestivamente los entusiasmos populares.


Lucas 5,16

San Lucas recuerda la frecuencia con que Jesús SE DABA A LA ORACIÓN.


Lucas 5,17

EL PODER DEL SEÑOR…: literalmente la virtud del Señor ( = Yahveh) era (o estaba [allí]) para sanar él ; es decir, Jesús poseía el poder de Dios para sanar las enfermedades. Es una observación del evangelista médico, que reconoce en Jesús un poder de curar superior a toda la medicina humana.


Lucas 5,19-20

La presencia del paralítico, introducido de una manera tan insólita, puesto allí en medio de todos, despertó una enorme expectación. Los ojos de todos estaban clavados en Jesús. Para demostrar su mesianidad, Jesús, sin más, hubiera podido sanar al paralítico. Pero no menos que demostrar su mesianidad interesaba a Jesús afirmar su trascendencia divina y subrayar su índole espiritual. Por esto, vuelto al paralítico, que le miraba suplicante, díjole: PERDONADOS TE SON TUS PECADOS.


Lucas 5,21-24

La reacción de los fariseos y escribas fue la que era de esperar: censuras acerbas, acusación de blasfemia. Pero ellos mismos, incautos, formulan el principio del argumento con que Jesús va a demostrar sus poderes divinos: ¿QUIÉN PUEDE PERDONAR PECADOS SINO SÓLO DIOS? La réplica de Jesús es tan asombrosa como el milagro que va a obrar: dos preguntas y un período de nuevo cuño. La primera pregunta es un contraataque personal. La segunda es el planteamiento del doble problema: de evidencia fulgurante. El milagro que sigue inmediatamente es el sello que acredita la verdad del razonamiento y la divina potestad del imperio: argumento ineludible de la tesis latente: que Jesús, poderoso para perdonar pecados, es Dios.


Lucas 5,27

VIO: más exactamente, consideró o contempló . Parece, pues, que Jesús se detuvo al pasar junto al despacho de Levi o Mateo y se puso a mirar amablemente la faena del aduanero. Mateo respondió al llamamiento con prontitud y gozo. Muestra de este gozo fue el convite que luego hizo en obsequio al Maestro.


Lucas 5,29

SUS ESCRIBAS: los escribas afiliados al partido de los fariseos.

|| DICIENDO A LOS DISCÍPULOS: atacan a los discípulos, temerosos de habérselas con el Maestro.


Lucas 5,31-32

La respuesta del Maestro, al paso que justifica su conducta, zahiere irónicamente a aquellos farsantes, que no se consideraban enfermos ni pecadores.


Lucas 5,33-39

A la nueva acusación de los fariseos responde el Maestro con cuatro parábolas. La primera y la tercera coinciden con las respectivas de San Mateo y San Marcos, la segunda ofrece una divergencia redaccional, la cuarta es nueva. En la segunda, en vez del remiendo de paño tieso , pone San Lucas UN REMIENDO cortado DE UN VESTIDO NUEVO, que hace más expresiva la parábola. Pudo ser que el Maestro emplease sucesivamente ambas expresiones, reproducidas luego parcialmente por cada uno de los evangelistas. La cuarta, comparando los fariseos a los bebedores de vino añejo, con finísima ironía parece darles la razón en rechazar la novedad del Evangelio; como diciendo: No es de maravillar que vosotros, como expertos bebedores, desechéis de plano el vino nuevo que os ofrezco, inferior, sin duda, al añejo a que estáis habituados.