Juan  10 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 42 versitos |
1 En verdad, en verdad os digo, el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése ladrón es y salteador;*
2 mas el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.
3 A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz, y llama a sus ovejas cada una por su nombre, y las saca afuera.
4 Cuando ha sacado afuera todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz;
5 mas al extraño no le seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6 Esta alegoría les propuso Jesús, mas ellos no entendieron qué era lo que les hablaba.
7 Díjoles, pues, de nuevo Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas. *
8 Todos cuantos vinieron antes de mí, ladrones son y salteadores; mas no les escucharon las ovejas. *
9 Yo soy la puerta; quien entrare por mí será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto. *
10 El ladrón no viene sino para robar, y matar, y destruir; yo vine para que tengan vida y anden sobrados. *
11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor expone su vida por las ovejas;*
12 el que es asalariado y no pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa,
13 porque es asalariado y no le importa de las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor, y conozco las mías, y las mías me conocen, *
15 como me conoce mi Padre y yo conozco a mi Padre; y doy mi vida por las ovejas.
16 Y otras ovejas tengo que no son de este aprisco: ésas también tengo yo que recoger, y oirán mi voz, y vendrá a ser un solo rebaño, un solo pastor. *
17 Por esto me ama mi Padre, porque yo doy mi vida, para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy. Poder tengo para darla y poder tengo para tomarla otra vez. Esta orden recibí de mi Padre.
19 Otra vez se originó escisión entre los judíos con motivo de estas palabras.
20 Y decían muchos de ellos: Demonio tiene y disparata. ¿Para qué le escucháis?
21 Otros decían: Esas palabras no son de endemoniado. ¿Es que un demonio puede abrir los ojos de los ciegos?
22 Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, *
23 y se paseaba Jesús en el templo por el pórtico de Salomón.
24 Le rodearon, pues, los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo tienes suspenso nuestro espíritu? Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente.
25 Respondióles Jesús: Os lo dije, y no me creéis. Las obras que yo hago en el nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí.
26 Sin embargo, vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. *
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
28 y yo les doy la vida eterna, y no perecerán eternamente, y no las arrebatará nadie de mi mano.
29 Mi Padre, que me las ha dado, mayor es que lodo, y nadie puede arrebatarlas de mano de mi Padre. *
30 El Padre y yo somos una misma cosa. *
31 Cogieron de nuevo piedras los judíos para apedrearle.
32 Respondióles Jesús: Muchas obras buenas hice a favor vuestro de parte de mi Padre: ¿por cuál de estas obras me apedreáis?
33 Respondiéronle los judíos: No te apedreamos por obra alguna buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Respondióles Jesús: ¿No está acaso escrito en vuestra ley (Sal 81:6): «Yo dije: Sois dioses»?*
35 Si llamó dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios—y no puede fallar la Escritura—,
36 ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo decís vosotros: «Blasfemas», porque dije: «Soy Hijo de Dios»? *
37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;
38 mas si las hago, ya que a mi no me creáis, creed a las obras, para que sepáis y entendáis que mi Padre está en mi y yo en mi Padre.
39 Buscaban, pues, de nuevo cómo apoderarse de él, y se escapó de sus manos.
40 Y se marchó otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado primero bautizando, y moraba allí.
41 Y venían muchos a él, y decían: Juan no obró ningún milagro, y todo cuanto dijo Juan de éste era verdad.
42 Y muchos creyeron allí en él.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  10,1-21

Este pasaje se divide marcadamente en tres partes:
1) el verdadero pastor (Jua_10:1-6);
2) la puerta del redil (Jua_10:7-10);
3) el buen pastor (Jua_10:11-18).

Sigue la conclusión (Jua_10:19-21). La primera es una parábola enigmática, en que se expone solamente la imagen parabólica sin ninguna indicación de su moralidad. Esta moralidad se expone en la segunda y en la tercera partes en forma de alegoría. Los dos puntos más salientes de la imagen parabólica, la puerta y el pastor , en vez de aplicarse a Jesús (como suele hacerse en las parábolas comunes, se transforman en dos alegorías, conexas por el sentido, pero literalmente independientes. De ahí el carácter singular de este pasaje, mitad parábola y mitad alegoría.


Juan  10,7-10

La inteligencia de este pasaje, bastante difícil, depende de la previa determinación de su estructura. Se anuncia el tema: YO SOY LA PUERTA DE LAS OVEJAS (Jua_10:7), que se desenvuelve en dos ciclos paralelos (Jua_10:8-9, Jua_10:10), cada uno de los cuales es un contraste entre los ladrones y Cristo. Este contraste binario se anuncia ya en la sección precedente (Jua_10:1-6) y a su modo se reproduce en la siguiente (Jua_10:11-18). Otra tercera categoría de personas, pastores subalternos legítimos, es ajena a la parábola o alegoría, y contraria además a la unidad de pastor, tan enfáticamente proclamada al fin (Jua_10:18). Por tanto, el sentido de la expresión temática PUERTA DE LAS OVEJAS no puede significar por donde se entra a las ovejas , pues semejante interpretación introduciría una tercera categoría de personas, sino más bien por donde entran y salen las ovejas . Tal sentido habrá de ser la base de la interpretación de todo el pasaje.


Juan  10,8

CUANTOS VINIERON: conforme al sentido casi técnico de la expresión el que ha de venir , equivalente a «Mesías», esos que VINIERON son los que se presentaron como mesías.


Juan  10,9

QUIEN ENTRARE…: la expresión metafórica se sustituye por la propia. Las ovejas de que se habla son los hombres.


Juan  10,10

ANDEN SOBRADOS: más bien que «tengan [la vida] abundante», como frecuentemente se traduce. Las dos expresiones TENGAN VIDA y ANDEN SOBRADOS, correspondientes a las dos anteriores SERÁ SALVO y HALLARÁ PASTOS, se contraponen a la doble acción del ladrón, de MATAR y ROBAR.


Juan  10,11

YO SOY EL BUEN PASTOR: esta denominación es un eco de dos series de textos bíblicos, en los cuales se denomina «Pastor» ya al esperado «Mesías», ya al mismo Yahveh. En labios de Jesús esta denominación es una declaración inequívoca de su mesianidad y de su divinidad.

|| EXPONE y da SU VIDA: es la señal suprema del amor del Pastor a su grey.


Juan  10,11-18

Este pasaje, uno de los más bellos de todo el Evangelio, contiene la moralidad de la parábola inicial bajo la imagen alegórica del buen pastor. Puede dividirse en dos secciones: la primera (Jua_10:11-15) comprende dos ciclos paralelos, encabezados por la expresión temática YO SOY EL BUEN PASTOR; la segunda (Jua_10:16-18) contiene dos declaraciones: una sobre la universalidad del rebaño, otra sobre la muerte del Pastor.


Juan  10,14-15

CONOZCO LAS OVEJAS MÍAS: intimidad de vida entre el Pastor y la grey, comparable a la que existe entre el Hijo y el Padre.


Juan  10,16

OTRAS OVEJAS: son los gentiles.

|| ESTE APRISCO: es Israel, al cual será incorporada la gentilidad.

|| RECOGER: el verbo original podría también traducirse traer [al rebaño], conducir o guiar .

|| UN SOLO REBAÑO, UN SOLO PASTOR: declaración solemne de la unidad y universalidad de la Iglesia y de la unidad de régimen supremo que poco antes se ha prometido y poco después se conferirá a Pedro, el primer obispo de Roma.


Juan  10,22-23

Antecedentes históricos y composición de lugar. LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN: llamada también de las Encenias , fue instituida por Judas Macabeo el año 164 a. d.C, y se celebraba el 25 del mes de Kasleu (diciembre).


Juan  10,26

NO CREÉIS, PORQUE NO SOIS DE MIS OVEJAS: el sentido es: ahora no creéis, porque antes, cuando os di suficientes señales de quien yo era, no quisisteis creer y con ello haceros del número de mis ovejas; no tenéis la fe propia de mis ovejas, porque no tuvisteis antes la fe con que os hicierais de mis ovejas.


Juan  10,29

Existen dos variantes:
a) MI PADRE, QUE ME [las] HA DADO…;
b) LO QUE MI PADRE ME HA DADO…

La primera se rechaza por varios críticos por ser trivial. Pero no lo es sino elemento necesario del raciocinio que hace Jesús para probar que NO LAS ARREBATARÁ NADIE DE MI MANO.


Juan  10,30

UNA COSA: el género neutro de la palabra original excluye la unidad de persona, excluida también por el plural SOMOS y por la distinción entre EL PADRE y YO. Por otra parte, lo enfático de la expresión, el contexto, el sentido obvio entendido por los judíos y la apología que luego hace Jesús, todo coincide en probar que no se trata de una unidad meramente moral o accidental: ha de ser, por tanto, unidad de potencia y de naturaleza o esencia. Con razón, pues, vieron los Santos Padres expresada en estas palabras la consustancialidad del Hijo con el Padre.


Juan  10,34-38

A la acusación de blasfemia opone Jesús el testimonio de la Escritura y el de sus obras. Con el primero les prueba que ellos no tendrían derecho a acusarle de blasfemia aun cuando él se hubiera aplicado el nombre de Dios. Con el segundo les prueba que el nombre de Dios en él no es una pura denominación destituida de realidad. Esta realidad divina la expresa con tres fórmulas: A QUIEN EL PADRE SANTIFICÓ, SOY EL HIJO DE DIOS, MI PADRE ESTÁ EN MÍ Y YO EN MI PADRE, análogas a la fórmula precedente El Padre y yo somos una cosa .


Juan  10,36

A QUIEN EL PADRE SANTIFICÓ: triple santidad puede señalarse en Cristo:
1) la santidad de su naturaleza divina, recibida del Padre por la eterna generación;
2) la santidad sustancial de su naturaleza humana, derivada de su unión hipostática con el Verbo;
3) la santidad accidental de la misma naturaleza humana, efecto de la plenaria infusión del Espíritu Santo.

Las palabras A QUIEN EL PADRE SANTIFICÓ parecen expresar preferentemente la santidad sustancial de la naturaleza humana.