Juan  11 Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009) | 57 versitos |
1 Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con sus hermanas María y Marta.
2 María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello.* Su hermano, Lázaro, estaba enfermo.
3 Así que las dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía: «Señor, tu querido amigo está muy enfermo».
4 Pero, cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado».
5 Y, aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro,
6 se quedó donde estaba dos días más.
7 Pasado ese tiempo, les dijo a sus discípulos: —Volvamos a Judea.
8 Pero sus discípulos se opusieron diciendo: —Rabí,* hace sólo unos días, la gente* de Judea trató de apedrearte. ¿Irás allí de nuevo?
9 Jesús contestó: —Cada día tiene doce horas de luz. Durante el día, la gente puede andar segura y puede ver porque tiene la luz de este mundo.
10 Pero, de noche, se corre el peligro de tropezar, porque no hay luz.
11 Nuestro amigo Lázaro se ha dormido —agregó después—, pero ahora iré a despertarlo.
12 —Señor —dijeron los discípulos—, si se ha dormido, ¡pronto se pondrá mejor!
13 Ellos pensaron que Jesús había querido decir que Lázaro sólo estaba dormido, pero Jesús se refería a que Lázaro había muerto.
14 Por eso les dijo claramente: —Lázaro está muerto.
15 Y, por el bien de ustedes, me alegro de no haber estado allí, porque ahora ustedes van a creer de verdad. Vamos a verlo.
16 Tomás, al que apodaban el Gemelo,* les dijo a los otros discípulos: «Vamos nosotros también y moriremos con Jesús».
17 Cuando Jesús llegó a Betania, le dijeron que Lázaro ya llevaba cuatro días en la tumba.
18 Betania quedaba sólo a unos pocos kilómetros* de Jerusalén,
19 y muchos se habían acercado para consolar a Marta y a María por la pérdida de su hermano.
20 Cuando Marta se enteró de que Jesús estaba por llegar, salió a su encuentro, pero María se quedó en la casa.
21 Marta le dijo a Jesús: —Señor, si tan sólo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Pero, aun ahora, yo sé que Dios te dará todo lo que pidas.
23 Jesús le dijo: —Tu hermano resucitará.
24 —Es cierto —respondió Marta—, resucitará cuando resuciten todos, en el día final.
25 Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida.* El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto.
26 Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá. ¿Lo crees, Marta?
27 —Sí, Señor —le dijo ella —. Siempre he creído que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido de Dios al mundo.
28 Luego Marta regresó adonde estaba María y los que se lamentaban. La llamó aparte y le dijo: «El Maestro está aquí y quiere verte».
29 Entonces María salió enseguida a su encuentro.
30 Jesús todavía estaba fuera de la aldea, en el lugar donde se había encontrado con Marta.
31 Cuando los que estaban en la casa consolando a María la vieron salir con tanta prisa, creyeron que iba a la tumba de Lázaro a llorar. Así que la siguieron.
32 Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: —Señor, si tan sólo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
33 Cuando Jesús la vio llorando y vio que los demás se lamentaban con ella, se enojó en su interior* y se conmovió profundamente.
34 —¿Dónde lo pusieron? —les preguntó. Ellos le dijeron: —Señor, ven a verlo.
35 Entonces Jesús lloró.
36 Las personas que estaban cerca dijeron: «¡Miren cuánto lo amaba!».
37 Pero otros decían: «Este hombre sanó a un ciego. ¿Acaso no podía impedir que Lázaro muriera?».
38 Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva con una piedra que tapaba la entrada.
39 «Corran la piedra a un lado» —les dijo Jesús. Pero Marta, la hermana del muerto, protestó: —Señor, hace cuatro días que murió. Debe de haber un olor espantoso.
40 Jesús respondió: —¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?
41 Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído.
42 Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste».
43 Entonces Jesús gritó: «¡Lázaro, sal de ahí!».
44 Y el muerto salió de la tumba con las manos y los pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza enrollada en un lienzo. Jesús les dijo: «¡Quítenle las vendas y déjenlo ir!».
45 Al ver lo que sucedió, muchos de los que estaban con María creyeron en Jesús.
46 Pero otros fueron a ver a los fariseos para contarles lo que Jesús había hecho.
47 Entonces, los principales sacerdotes y los fariseos convocaron al Concilio Supremo.* «¿Qué vamos a hacer? —se preguntaron unos a otros —. Sin duda, ese hombre realiza muchas señales milagrosas.
48 Si lo dejamos seguir así, dentro de poco todos van a creer en él. Entonces, el ejército romano vendrá y destruirá tanto nuestro templo* como nuestra nación».
49 Caifás, quien era el sumo sacerdote en aquel tiempo,* dijo: «¡No saben de qué están hablando!
50 No se dan cuenta de que es mejor para ustedes que muera un solo hombre por el pueblo, y no que la nación entera sea destruida».
51 No dijo eso por su propia cuenta; como sumo sacerdote en aquel tiempo, fue guiado a profetizar que Jesús moriría por toda la nación.
52 Y no sólo por esa nación, sino que también moriría para congregar y unir a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
53 Así que, a partir de ese momento, los líderes judíos comenzaron a conspirar para matar a Jesús.
54 Como resultado, Jesús detuvo su ministerio público entre el pueblo y salió de Jerusalén. Fue a un lugar cercano al desierto, a la aldea de Efraín, y se quedó allí con sus discípulos.
55 Ya faltaba poco para la celebración de la Pascua judía, y mucha gente de todo el país llegó a Jerusalén varios días antes para participar en la ceremonia de purificación previa al comienzo de la Pascua.
56 Seguían buscando a Jesús pero, mientras estaban en el templo, se decían unos a otros: «¿Qué les parece? No vendrá para la Pascua, ¿verdad?».
57 Mientras tanto, los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes públicamente de que cualquiera que viera a Jesús avisara enseguida, para que ellos pudieran arrestarlo.

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Introducción a Juan 

Autor: Juan

Fecha: Alrededor del año 90 d. C.

Género: Evangelio.

Resumen: Mientras que el énfasis de los otros tres evangelios gira en torno a la descripción de los sucesos de la vida de Jesús, Juan se concentra en el significado de esos acontecimientos.Por ejemplo, si bien los cuatro evangelios registran el milagro de la alimentación de los cinco mil, sólo Juan nos relata la prédica que Jesús pronunció sobre «el pan de vida», a continuación de aquel milagro.

Fuente:

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Notas

Juan  11,2

Este incidente se relata en el capítulo 12.


Juan  11,8

Rabí, del arameo, significa «amo», «maestro».

En griego los judíos; también en Jua 11:19; Jua 11:31; Jua 11:33; Jua 11:36; Jua 11:45; Jua 11:54.


Juan  11,16

En griego Tomás, a quien llamaban Dídimo.


Juan  11,18

En griego estaba a unos quince estadios [cerca de 1,7 millas].


Juan  11,25

Algunos manuscritos no incluyen y la vida.


Juan  11,33

O se enojó en su espíritu.


Juan  11,47

En griego al Sanedrín.


Juan  11,48

O nuestra posición; en griego dice nuestro lugar.


Juan  11,49

En griego ese año; también en Jua 11:51.