Juan  12 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 50 versitos |
1 Jesús, pues, seis días antes de la Pascua vino a Betania, donde se hallaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. *
2 Dispusieron, pues, en su obsequio una cena allí, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. *
3 María, pues, tomando una libra de perfume de nardo legítimo, de subido precio, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó de la fragancia del perfume. *
4 Dice, pues, Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que le iba a entregar: *
5 ¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios y se dio a los pobres? *
6 Dijo esto no porque le importase de los pobres, sino porque era ladrón, y como guardaba la bolsa, hurtaba lo que en ella se echaba.
7 Dijo, pues, Jesús: Déjala que lo haya guardado para el día de mi sepultura. *
8 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, mas a mí no siempre me tenéis.
9 Enteróse, pues, la turba numerosa de los judíos de que estaba allí, y vinieron no por Jesús solamente, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
10 Y resolvieron los sumos sacerdotes matar también a Lázaro,
11 pues muchos de los judíos, a causa de él, se les iban y creían en Jesús
12 Al día siguiente, la gran muchedumbre que había venido a la fiesta, al oír que venía Jesús a Jerusalén, *
13 tomaron palmas, y salieron a su encuentro y clamaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor, y el Rey de Israel. *
14 Hallando Jesús un asnillo, montó sobre él, según está escrito (Zac 9:9):
15 «No temas, hija de Sión; mira, tu Rey viene montado sobre un pollino de asna.»
16 Estas cosas no las conocieron sus discípulos desde un principio; mas, cuando fue glorificado Jesús, entonces recordaron que tales cosas estaban escritas sobre él, y éstas fueron las que con él hicieron».
17 Daba, pues, testimonio la turba que con él estaba cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos.
18 Por esto también le salió al encuentro la muchedumbre, por haber oído que él había obrado este portento.
19 Los fariseos, pues, se dijeron unos a otros: Veis que nada lográis; he aquí que el mundo se fue tras él.
20 Había unos griegos de los que subían a honrar a Dios en la solemnidad. *
21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: Señor, deseamos ver a Jesús.
22 Viene Felipe y se lo dice a Andrés; vienen Andrés y Felipe y se lo dicen a Jesús.
23 Jesús les responde diciendo: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
24 En verdad, en verdad os digo, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; mas si muere, lleva mucho fruto.
25 Quien ama su vida, la pierde; y quien aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna.
26 Quien me sirve, sígame; y donde estoy yo, allí estará también mi servidor. A quien me sirviere, mi Padre le honrará.
27 Ahora mi alma se ha turbado; y ¿qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas para esto vine a esta hora. *
28 Padre, glorifica tu nombre. Vino, pues, una voz del cielo: Le glorifiqué y de nuevo le glorificaré.
29 La turba, pues, que allí estaba y lo oyó, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
30 Respondió Jesús y dijo: No por mí ha venido esta voz, sino por vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera.
32 Y yo, cuando fuere levantado de la tierra, a todos arrastraré hacia mí.
33 Esto decía significando con cuál muerte había de morir.
34 Respondióle, pues, la turba: Nosotros hemos oído de la ley que el Mesías permanece eternamente, y ¿cómo dices tú que «Tiene que ser exaltado el Hijo del hombre»? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
35 Díjoles, pues, Jesús: Todavía breve tiempo está la luz con vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan. Y quien camina en las tinieblas no sabe dónde va.
36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz. Esto habló Jesús, y retirándose se escondió de ellos.
37 Habiendo obrado tan grandes maravillas en presencia de ellos, no creían en él,
38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, cuando dijo (53:1): «Señor, ¿quién dio fe a nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el Brazo del Señor?»*
39 Por esto eran incapaces de creer, porque también dijo Isaías (6:9-10):*
40 «Cegó sus ojos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, y se vuelvan a mí, y yo los sane». *
41 Esto dijo Isaías cuando vio su gloría y habló de él. *
42 Con todo, aun de los jefes muchos creyeron en él; mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para no ser expulsados de las sinagogas,
43 porque amaron la gloria de los hombres más que la gloria de Dios.
44 Mas Jesús levantó la voz y dijo: Quien cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me envió.*
45 Y quien me ve, ve al que me envió.
46 Yo vine como luz al mundo, para que todo el que crea en mí no quede en las tinieblas.
47 Y quien oyere mis palabras y no las guardare, yo no le juzgo, porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
48 Quien me desecha y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzga. La palabra que hablé, ésa le juzgará en el último día.
49 Que yo no hablé por mi iniciativa, sino el Padre, que me envió, él me dio la orden de qué había de decir y qué había de hablar.
50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Lo que yo hablo, pues así lo hablo, conforme me lo ha encargado el Padre.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  12,1

SEIS DÍAS ANTES DE LA PASCUA: probablemente el 8 de Nisán, que era viernes. La cena pudo ser al anochecer, comenzado ya el sábado judío, o más verosímilmente el día siguiente.


Juan  12,2

Por Mateo (Mat_26:6) y Marcos (Mar_14:3) sabemos que el que dio la cena fue Simón el leproso. El hecho de que MARTA SERVÍA supone cierta intimidad entre Simón y la familia de Lázaro.


Juan  12,3

La LIBRA romana equivalía a 327 gramos y medio.

|| El PERFUME DE NARDO, si era LEGÍTIMO o auténtico, era el más apreciado de los perfumes.


Juan  12,4

Judas fue el que inició la murmuración, que contagió luego a otros discípulos.


Juan  12,5

El valor de TRESCIENTOS DENARIOS, fijados por un avaro despechado, parece algo fantástico. Mateo, más entendido en estas materias, no habla de esos trescientos denarios.


Juan  12,7

PARA EL DÍA DE MI SEPULTURA: delicadamente espiritualiza Jesús esta unción al considerarla no como lujoso regalo convival, sino como obsequio funerario.


Juan  12,12

AL DÍA SIGUIENTE: era el domingo 10 de Nisán.

|| LA GRAN MUCHEDUMBRE: eran principalmente los forasteros que habían VENIDO A LA FIESTA, entre los cuales predominarían los galileos, El motivo determinante de recibir a Jesús en palmas fue la noticia de la resurrección de Lázaro.


Juan  12,13

EL REY DE ISRAEL: el Mesías. Juan da mayor relieve al sentido de realeza expresado en las aclamaciones populares.


Juan  12,20

UNOS GRIEGOS: eran gentiles, que, sin ser prosélitos o estar afiliados al judaísmo, adoraban al verdadero Dios y reconocían la superioridad de la religión judaica.


Juan  12,27-28

Preludio de las agonías de Getsemaní: la turbación, la petición condicionada y la aceptación definitiva de la voluntad del Padre. Opinan algunos que la oración «sálvame…» es continuación de la interrogación iniciada.


Juan  12,38

PARA QUE SE CUMPLIESE: expresa simple consecuencia o bien la finalidad inherente a la conexión lógica de los hechos.


Juan  12,39

INCAPACES DE CREER: es la incapacidad consecuente de la ceguera de que habla Isaías.


Juan  12,40

CEGÓ SUS OJOS…: la acción de Dios no intenta la ceguera del hombre, pero de hecho la produce en los que la reciben culpablemente indispuestos.


Juan  12,41

CUANDO VIO SU GLORIA: la sublime visión del Rey divino, Yahveh de los ejércitos (Isa_6:5), es la visión de la gloria de Cristo: testimonio de su divinidad.


Juan  12,44-50

Contra el unánime sentir de todos los antiguos intérpretes, muchos modernos consideran este razonamiento como una síntesis compuesta por el evangelista. Semejante hipótesis, que a primera vista parece plausible, mirada más de cerca, resulta innecesaria y ofrece serias dificultades. Ya la fórmula introductoria MAS JESÚS LEVANTÓ LA VOZ Y DIJO choca demasiado contra la hipótesis moderna. Por lo demás, entre las dos indicaciones cronológicas del evangelista, Jua_12:12 (= domingo) y Jua_13:1 (= jueves), queda amplio margen en que colocar este razonamiento de Jesús.