Juan  18 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 40 versitos |
1 Dicho esto, salió Jesús, junto con sus discípulos, a la otra parte del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró, y con él sus discípulos. *
2 También Judas, el que le entregaba, sabía aquel lugar, puesto que muchas veces se había reunido allí Jesús con sus discípulos.
3 Judas, pues, habiendo tomado la cohorte y gendarmes proporcionados por los sumos sacerdotes y por los fariseos, llega allá con linternas, antorchas y armas.
4 Jesús, pues, sabiendo todo lo que iba a sobrevenirle, salió a ellos y les dice: ¿A quién buscáis?
5 Respondiéronle: A Jesús de Nazaret. Díceles Jesús: Yo soy. Estaba también con ellos Judas, que le entregaba.
6 Pues como les dijo «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.
7 De nuevo, pues, les preguntó: ¿A quién buscáis? Ellos dijeron: A Jesús de Nazaret.
8 Respondió Jesús: Os dije que yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.
9 Para que se cumpliera la palabra que había dicho: «De cuantos me diste no he perdido a nadie».
10 Simón Pedro, pues, como tuviese una espada, tiró de ella, dio con ella al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era Maleo.
11 Dijo, pues, Jesús a Pedro: Mete la espada en la vaina; el cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber?
12 La cohorte, pues, y el tribuno y los satélites prendieron a Jesús y le ataron.
13 Y le llevaron primeramente ante Anas, pues era suegro de Caifas, que era pontífice aquel año. *
14 Era Caifas quien había dado a los judíos aquel consejo: «Conviene que muera un hombre solo por el pueblo».
15 Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. El discípulo aquel era conocido del sumo sacerdote, y entró junto con Jesús en el atrio del sumo sacerdote;*
16 mas Pedro se había quedado fuera a la puerta. Salió, pues, el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro.
17 Dice, pues, a Pedro la muchacha portera: ¿Por ventura también tú eres de los discípulos de ese hombre? Dice él: No lo soy.
18 Estaban allí los siervos y los gendarmes, que habían hecho fuego, porque hacía frío, y se calentaban; estábase también Pedro entre ellos de pie y calentándose.
19 El pontífice, pues, interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. *
20 Respondióle Jesús: Yo he hablado públicamente al mundo; yo siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, adonde concurren todos los judíos, y a escondidas no hablé nada.
21 ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que han oído lo que les hablé; mira, ésos saben lo que dije yo.
22 En habiendo él dicho esto, uno de los satélites allí presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo; ¿Así respondes al pontífice?
23 Respondióle Jesús: Si hablé mal, da testimonio de lo malo; mas si bien, ¿por qué me hieres?
24 Anas, pues, le envió atado a Caifas, el pontífice.
25 Estaba allí mismo Simón Pedro de pie y calentándose. Dícenle, pues: ¿Qué? ¿También tú eres de sus discípulos? Nególo él, y dijo: No lo soy.
26 Dícele uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente que era de aquel a quien Pedro había cortado la oreja: ¿Pues no te vi yo en el huerto con él?
27 De nuevo, pues, lo negó Pedro, y al instante un gallo cantó.
28 Llevan, pues, a Jesús desde Caifas al pretorio. Era el amanecer. Y ellos no entraron en el pretorio, para no contraer contaminación que les impidiese comer la Pascua. *
29 Salió, pues, Pilato afuera a ellos, y dice: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
30 Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.
31 Díjoles, pues, Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Dijéronle, pues, los judíos: A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie.
32 Para que se cumpliese la palabra que había dicho Jesús, significando de qué muerte había de morir.
33 Entró, pues, Pilato otra vez en el pretorio, y llamó a Jesús. Y le dijo: ¿Tú eres el rey de los judíos?
34 Respondióle Jesús: ¿De ti mismo dices tú esto, o bien otros te lo dijeron de mí?
35 Respondióle Pilato: ¿Por ventura soy yo judío? Tu nación y los pontífices te entregaron a mí; ¿qué hiciste?
36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, mis ministros lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí. *
37 Díjole, pues, Pilato: ¿Luego rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz. *
38 Dícele Pilato: ¿Qué es verdad? Dicho esto, de nuevo salió a los judíos y les dice: Yo no hallo en él delito alguno. *
39 Es costumbre vuestra que yo os suelte un preso por la Pascua; ¿queréis pues, que os suelte al rey de los judíos?
40 Gritaron, pues, de nuevo, diciendo: No a ese, sino a Barrabás. Era este Barrabás un salteador.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  18,1-12

San Juan, suponiendo conocida la relación de los Sinópticos, quiso completarla. Su narración, diáfana y pormenorizadora, delata la mano de un testigo presencial. Entre los rasgos propios de Juan hay que consignar la presencia de la cohorte con su tribuno. La palabra «cohorte» (en griego, speíra) parece significar aquí un manipulo o destacamento de unos 200 hombres.


Juan  18,13-14

Entre estos dos versículos algunos intercalan el versículo Jua_18:24. Son demasiado endebles los motivos de esta inversión, que tiene por objeto el evitar innecesariamente una dificultad exegética.


Juan  18,15

OTRO DISCÍPULO: la especial intimidad de este discípulo con Pedro, la precisión del relato y la manera misma de su designación anónima han inducido generalmente a los intérpretes a creer que este misterioso discípulo no es otro que el mismo evangelista.

|| EL ATRIO O patio DEL SUMO SACERDOTE parece era común a los dos edificios o departamentos habitados por Anas y por Caifás. Así se explica que la primera negación de Pedro pudo ser en el atrio de Anas, como indica Juan, y en el de Caifás, como refieren los Sinópticos.


Juan  18,19-24

Juan, en vez de referir el doble interrogatorio ante Caifás, conocido ya por los otros evangelistas, prefirió consignar este interrogatorio previo ante Anas. En consecuencia, hay que admitir que el versículo Jua_18:24 no está dislocado, y que hay que traducir ENVIÓ, y no había enviado, como algunos pretenden.


Juan  18,28

EL PRETORIO era la Torre Antonia, construida en el ángulo NO. de la explanada, en cuya parte central se levantaba el templo.

|| PARA NO CONTRAER CONTAMINACIÓN, entrando en la casa de un gentil, QUE LES IMPIDIESE COMER LA PASCUA, que ellos, los sacerdotes, habían de celebrar la tarde de aquel día.


Juan  18,36

MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO: ni por su origen ni por su índole es terreno. Esto, con todo, no quita que este reino, celestial y espiritual, tenga como súbditos los hombres que viven en este mundo. Este reino es la Iglesia.


Juan  18,37

Había preguntado Pilato: «¿Qué hiciste?» Responde Jesús: DAR TESTIMONIO A FAVOR DE LA VERDAD: de la verdad de las profecías, de la verdad de las promesas divinas, de la verdad velada. TODO EL QUE ES amigo y partidario DE LA VERDAD, todo el que es hijo de la verdad, OYE MI VOZ.


Juan  18,38

¿QUÉ ES VERDAD?: expresión de un escepticismo utilitario, con que Pilato, convencido de la inofensividad de aquel hombre, corta bruscamente el diálogo.


Juan  18,38-39

Entre estos dos versículos hay que colocar la presentación de Jesús ante Herodes y la subida del pueblo para demandar al procurador romano la libertad o amnistía de un preso.