Juan  19 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 42 versitos |
1 Entonces, pues, tomó Pilato a Jesús y le azotó. *
2 Y los soldados, tronzando una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y le vistieron un manto de púrpura;
3 y venían a él y decían: ¡Salud, rey de los judíos! Y le daban bofetadas.
4 Salió Pilato otra vez fuera, y les dice: Ved, os le traigo afuera para que conozcáis que no hallo en él delito alguno.
5 Salió, pues, Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y les dice: Ved aquí el hombre. *
6 Cuando le vieron los pontífices y los satélites, gritaban diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomadlo vosotros y crucificadle, pues yo no hallo delito en él.
7 Respondiéronle los judíos: Nosotros ley tenemos, y según la ley debe morir, pues se hizo Hijo de Dios.
8 Cuando oyó Pilato estas palabras temió más.
9 Y entró de nuevo en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Jesús no le dio respuesta. *
10 Dícele, pues, Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y tengo potestad para crucificarte?
11 Respondióle Jesús: No tuvieras potestad alguna contra mí sí no te hubiera sido dada de arriba. Por esto quien me entregó a ti, mayor pecado tiene. *
12 A consecuencia de esto, pretendía Pilato librarle. Pero los judíos gritaban, diciendo: Si sueltas a éste, no eres amigo del César, pues todo el que se hace rey se declara contra el César.
13 Pilato, pues, oídas estas razones, sacó afuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstroto (o «Embaldosado»), y en arameo Gabbatha (o «Altura »). *
14 Era la Parasceve (o «Preparación ») de la Pascua, la hora cerca de sexta, y dice a los judíos: Ved ahí vuestro rey.
15 Gritaron, pues, ellos: Quita, quita; crucifícale. Díceles Pilato: ¿A vuestro rey he de crucificar? Respondieron los pontífices: No tenemos rey, sino César.
16 Entonces, pues, se le entregó para que fuera crucificado. Se apoderaron, pues, de Jesús, *
17 y, llevando a cuestas su cruz, salió hacia el lugar llamado el Cráneo, que en hebreo se dice Gólgota,
18 en donde le crucificaron, y con él otros dos, a una mano y a otra, y en medio a Jesús.
19 Escribió también un título Pilato y le puso sobre la cruz; y estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS. *
20 Este título, pues, leyéronle muchos de los judíos, pues estaba cerca de la ciudad el lugar donde fue crucificado Jesús, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego.
21 Decían, pues, a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos: No escribas «El rey de los judíos», sino que «él dijo: Rey soy de los judíos».
22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, escrito está.
23 Los soldados, pues, como hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado, y la túnica. Era la túnica sin costura, tejida desde arriba toda ella. *
24 Dijeron, pues, entre sí: No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Para que se cumpliese la Escritura (Ps 21:19), que dice: Repartiéronse mis vestiduras y sobre mi vestido echaron suerte. Los soldados, pues, esto hicieron.
25 Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María Magdalena.
26 Jesús, pues, viendo a la Madre, y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. *
27 Luego dice al discípulo: He ahí a tu Madre. Y desde aquella hora la tomó el discípulo en su compañía.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todas las cosas estaban cumplidas, para que se cumpliese la Escritura, dice: Tengo sed. *
29 Había allí una vasija llena de vinagre; tomando, pues, una esponja empapada en el vinagre y clavándola en una caña de hisopo, se la acercaban a la boca. *
30 Cuando, pues, hubo tomado el vinagre, Jesús dijo: Consumado está. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.*
31 Los judíos, pues, como era Parasceve, a fin de que no quedasen los cuerpos el sábado en la cruz, pues era grande el día de aquel sábado, rogaron a Pilato que se les quebrantasen las piernas y fuesen quitados.
32 Vinieron, pues, los soldados, y al primero quebrantaron las piernas y luego al otro que había sido crucificado juntamente con él.
33 Mas a Jesús, cuando vinieron, como le vieron ya muerto, no le quebrantaron las piernas,
34 sino que uno de los soldados con una lanza le traspasó el costado, y salió al punto sangre y agua. *
35 y el que lo ha visto lo ha testificado, y su testimonio es verídico, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis.
36 pUes acontecieron estas cosas para que se cumpliese la Escritura (Ex 12:46; Núm 9:12): «No le será quebrantado hueso alguno ».
37 y asimismo otra Escritura (Zac 12:10) dice: «Verán al que traspasaron ».
38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, si bien oculto por miedo a los judíos, rogó a Pilato le permitiese quitar el cuerpo de Jesús. Y se lo permitió Pilato. Vino, pues, y quitó su cuerpo. *
39 Vino también Nicodemo, el que la primera vez había venido a él de noche, trayendo una mixtura de mirra y áloe, como cien libras.
40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con lienzos junto con los perfumes, según es costumbre entre los judíos sepultar,
41 Había un huerto en el lugar donde fue crucificado, y en el huerto un monumento nuevo, en el cual nadie todavía había sido puesto.
42 Allí, pues, a causa de la Parasceve de los judíos, puesto que el monumento estaba cerca, pusieron a Jesús.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  19,1-18

La flagelación fue una inútil condescendencia de Pilato con los judíos; la coronación de espinas fue un desahogo brutal de la soldadesca.


Juan  19,5

VED AQUÍ EL HOMBRE: Pilato dijo más que supo. Aquel hombre no era solamente la víctima de la envidia judaica: era también el Hombre, jefe y representante de toda la humanidad, cuyos pecados había tomado sobre sí, y por los cuales debía morir.


Juan  19,9

¿DE DÓNDE ERES TÚ? NO pregunta Pilato sobre el origen terreno de Jesús, pues ya sabía que era galileo, sino sobre su presunto origen sobrehumano. Mas JESÚS NO LE DIO RESPUESTA: que el hombre gentil era incapaz de comprender.


Juan  19,11

POR ESTO…: de muy diferentes maneras ha sido explicada esta consecuencia. Parece que Jesús, refiriéndose no sólo a las palabras inmediatamente precedentes, sino también a las anteriores, quiso decir: «El pecado del injusto acusador que se mueve por odio al reo es mayor que el del juez que muestra buena voluntad y se esfuerza por salvar al inocente y sólo coaccionado por las amenazas le condena».


Juan  19,13

Recientes investigaciones han identificado el Lithostrotos en el ángulo NO. del patio de la Torre Antonia. El suntuoso embaldosado descubierto en el subsuelo del convento de Nuestra Señora de Sión justifica plenamente el nombre de Lithostrotos, que popularmente era llamado Gabbatha por hallarse emplazado en la punta meridional de la colina Bezatha, la más alta de las colinas de Jerusalén. (Véase L.-H. Vincent, O. P., Revue Biblique [1933] 110-113.)


Juan  19,16

SE LE ENTREGÓ: con la sentencia de muerte, Pilato entregaba a Jesús al furor de los judíos; mas no fueron éstos los que SE ENTREGARON de él, sino los ejecutores de la sentencia, que eran los soldados.


Juan  19,19

El TÍTULO era la tablilla en que se consignaba la causa criminal del ajusticiado. La fórmula precisa del título parece ser la conservada por Juan.


Juan  19,23

LOS VESTIDOS, además de la túnica, eran el manto, el, ceñidor, las sandalias y el velo de la cabeza. De ellos, rasgando sin duda el manto, hicieron cuatro partes equivalentes, pues eran cuatro los soldados verdugos, a quienes, según la ley, correspondían los vestidos del ajusticiado.


Juan  19,26

MUJER, HE AHÍ A TU HIJO: Jesús encomienda su Madre desolada a la solicitud filial del discípulo amado. Pero en esta recomendación familiar no queda agotado el profundo sentido de estas palabras. La solemnidad de la ocasión, el contexto histórico y literario, el simbolismo característico del cuarto Evangelio, descubren en estas palabras del Redentor, moribundo, más alta significación; la de la espiritual maternidad de la Virgen respecto de todos los hombres.


Juan  19,28

PARA QUE SE CUMPLIESE LA ESCRITURA: el Sal_68:22 : En mi sed me dieron a beber vinagre.

|| TENGO SED: manifiesta el Salvador la sed que le abrasaba, uno de los tormentos más terribles de la crucifixión, causado por la fiebre y la pérdida de sangre. Pero el manifestar esta sed para que se cumpliese la Escritura muestra en el Redentor moribundo otra sed más ardiente: la de cumplir en sus últimos pormenores la voluntad del Padre.


Juan  19,29

VINAGRE: era el vinillo agrio y aguado que usaban los soldados.

|| HISOPO: parece ser el orégano.


Juan  19,30

CONSUMADO ESTÁ: verificadas las profecías, terminada la redención humana, que es decir consumada la obra que el Padre le había encomendado (Jua_17:4).

|| INCLINANDO LA CABEZA, ENTREGÓ EL ESPÍRITU: divina sencillez en consignar el hecho más trascendental de la historia.


Juan  19,34

LE TRASPASÓ EL COSTADO, y también el corazón, al cual apuntaba la lanza.

|| Y SALIÓ…SANGRE: como sello de la redención ya consumada y símbolo de la Eucaristía. Y AGUA: símbolo del bautismo. En la sangre y el agua que manan del corazón del Redentor ven además muchos Santos Padres una viva imagen de la iglesia, que, como nueva Eva, sale del costado y del corazón del segundo Adán.


Juan  19,38-42

Dos sanhedritas, José y Nicodemo, hasta ahora discípulos vergonzantes, cobran inusitado valor y toman a su cargo las honras fúnebres del venerado Maestro.