Juan  7 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 53 versitos |
1 Y tras esto, andaba Jesús por Galilea, pues no quería andar por la Judea, puesto que le buscaban los judíos para matarle. *
2 Se aproximaba la solemnidad de los judíos, la Escenopegia. *
3 Así le dijeron sus hermanos: Parte de aquí y dirígete a la Judea, para que también tus discípulos vean esas obras que haces. *
4 Porque nadie hace las cosas ocultamente sí quiere adquirir publicidad. Ya que esas cosas haces, manifiéstate al mundo.
5 El caso era que ni siquiera sus hermanos creían en él.
6 Díceles, pues, Jesús: Mi tiempo todavía no ha llegado; vuestro tiempo siempre está a punto. *
7 No puede el mundo aborreceros, pero a mí me aborrece, porque doy testimonio de él que sus obras son perversas.
8 Vosotros subid a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo todavía no se ha cumplido. *
9 Habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Mas cuando hubieron subido sus hermanos a la fiesta, entonces también él subió, no manifiestamente, sino de incógnito.
11 Así que los judíos le buscaban durante la fiesta y decían: ¿Dónde está aquél?
12 Y había sobre él mucho murmureo en las turbas. Unos decían: Es bueno. Mas otros decían: No, sino que embauca a la multitud.
13 Nadie, empero, hablaba de él públicamente por miedo a los judíos. *
14 Cuando ya la fiesta estaba a la mitad, subió Jesús al templo y enseñaba.
15 Se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo éste sabe de letras sin haberlas aprendido?
16 Respondióles, pues, Jesús, diciendo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. *
17 Quien quisiere cumplir su voluntad, conocerá si mi doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. *
18 El que habla por su cuenta busca su propia gloria; mas quien busca la gloria del que le envió, éste es veraz y no hay en él injusticia.*
19 ¿Por ventura no tenéis la ley que os dio Moisés? Y nadie de vosotros cumple la ley. *
20 ¿Por qué tratáis de matarme? Respondió la turba: Endemoniado estás; ¿quién trata de matarte?
21 Respondió Jesús y les dijo: Una obra hice y todos os maravilláis.
22 Por eso Moisés os dio la circuncisión, no que provenga de Moisés, sino de los patriarcas, y en sábado circuncidáis a un hombre. *
23 Si la circuncisión recibe un hombre en sábado, para que no venga a menos la ley de Moisés, ¿os encolerizáis conmigo porque en sábado sané a todo el hombre?
24 No juzguéis por apariencias, sino juzgad juicio recto.
25 Decían, pues, algunos de los de Jerusalén: ¿No es éste a quien tratan de matar?
26 Pues ya veis si habla con libertad, y nadie le dice nada. ¿Es que por fin habrán conocido de veras los jefes que éste es el Mesías?
27 Pero éste sabemos de dónde es; mas el Mesías, cuando venga, nadie sabe de dónde es. *
28 Clamó, pues, Jesús en el templo mientras enseñaba, diciendo: Conque me conocéis a mí y sabéis de dónde soy... Pues no he venido de mí mismo, sino que otro es, real y verdadero, quien me envió, a quien vosotros no conocéis.
29 Yo le conozco, porque de él procede mi existencia y él me envió.
30 A causa de esto buscaban cómo apresarle; mas nadie le echó mano, pues todavía no había llegado su hora.
31 De la multitud, muchos creyeron en él, y decían: El Mesías, cuando venga, ¿acaso obrará más señales de las que éste obró?
32 Oyeron los fariseos a la turba repetir por lo bajo esas cosas sobre él, y despacharon los sumos sacerdotes y los fariseos alguaciles que le prendiesen.
33 Dijo, pues, Jesús: Un poco de tiempo todavía estoy con vosotros, y me voy al que me envió.
34 Me buscaréis y no me hallaréis, y a donde yo estoy, vosotros no podéis venir. *
35 Al oír esto se dijeron los judíos unos a otros: ¿Adonde se va a ir éste, que nosotros no le hallaremos? ¿Por ventura se va a ir a la dispersión de los gentiles para enseñar a los gentiles?
36 ¿Qué es esto que ha dicho: «Me buscaréis y no me hallaréis, y a donde yo estoy, vosotros no podéis venir»?
37 El último día, el mayor de la fiesta, estaba allí Jesús y daba voces, diciendo: Quien tiene sed, venga a mí y beba. *
38 Quien cree en mí, como dijo la Escritura (Is 44:3; 55:1; Ez 47:1...), manarán de sus entrañas ríos de agua viva. *
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Porque todavía no había espíritu, por cuanto que Jesús no había sido aún glorificado. *
40 Algunos, pues, de la turba, oídas estas palabras, decían: Este es verdaderamente el profeta.*
41 Otros decían: Este es el Mesías. Mas algunos decían: ¿Pues acaso el Mesías viene de Galilea?
42 ¿No dijo la Escritura (2 Re 7:12; Sal 88:3...; Miq 5:2) que «de la descendencia de David, y de la aldea de Belén, donde estaba David, viene el Mesías»? *
43 Se originó, pues, escisión en el pueblo a causa de él.
44 Y algunos de entre ellos querían prenderle, mas nadie echó las manos sobre él.
45 Vinieron, pues, los alguaciles a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?
46 Respondieron los alguaciles: Jamás hombre habló así, como este hombre.
47 Respondiéronles, pues, los fariseos: ¿Qué? ¿También vosotros habéis sido embaucados?
48 ¿Por ventura, alguno creyó en él entre los jefes o entre los fariseos? *
49 Pero esa turba que no conoce la ley, son unos malditos.
50 Díceles Nicodemo, el que antes habla venido a él, que era uno de ellos:*
51 ¿Por ventura, nuestra ley condena al reo si primero no oye su declaración y viene en conocimiento de lo que hizo?
52 Respondieron y le dijeron: ¿Acaso también tú eres de Galilea? Investiga, y verás que de Galilea no surge ningún profeta.*
53 Y se marcharon cada uno a su casa.

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Introducción a Juan 




EVANGELIO DE
SAN JUAN

EL AUTOR. — San Juan, discípulo del Bautista, fue uno de' los dos primeros que entraron en contacto con Jesús. Meses más tarde fue uno de los cuatro primeros llamados a seguir a Jesús como discípulos. Elegido luego entre los Doce, mereció del Maestro especiales muestras de confianza. Pero sus dos mayores privilegios fueron el haber reclinado su cabeza sobre el corazón de Jesús y el haber sido el representante y prototipo de los espirituales hijos de Marta. Merece consignarse el hecho de que, hasta la dispersión de los Doce, Juan y Pedro forman como una bina inseparable. Después de la muerte de San Pablo se retiró a Efeso para hacerse cargo de las Iglesias del Asia proconsular. Relegado por Domiciano a la isla de Patmos, pudo poco después, en tiempo de Nerva, volver a Efeso, donde murió ya muy anciano, después del año 98. En la primitiva Iglesia era designado con el título de Juan el Presbítero, que luego se trocó en el de Juan el teólogo. Su OBRA. — En un principio, Juan adoptaría el esquema de predicación evangélica prefijado por Pedro. Mas pasaron los tiempos, y las herejías nacientes hicieron necesario completar el Evangelio sinóptico. El cambio sufrido por la predicación escrita de Pablo, desde las Epístolas a los Tesalonicenses hasta la Epístola a los Efesios, hubo de operarse a su modo en el Evangelio oral. Los que, como Juan, conocían personalmente el material evangélico, no necesitaron, como Lucas, de instrucciones complementarias, sino que, sacando del inagotable tesoro de su memoria, pudieron incorporarlas a la predicación oral. Trasladado precisamente al Asia proconsular, y concretamente a Efeso, en contacto con los destinatarios de las Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, San Juan hubo de adaptar su Evangelio oral a la mentalidad de sus nuevos oyentes. Los hechos y dichos omitidos por los Sinópticos, señaladamente la predicación del Señor en Jerusalén, parecieron a Juan responder admirablemente a las necesidades o preocupaciones de aquellas Iglesias. De ahí la nueva forma que tomó el Evangelio oral. Más tarde, ya fuera por propia iniciativa, ya por ruegos ajenos, se determinó a poner por escrito su Evangelio oral. Y bien porque su predicación oral se había ido desprendiendo gradualmente del material sinóptico, ya suficientemente conocido, bien porque, publicados los Evangelios sinópticos, no quiso repetir lo que en ellos estaba ya narrado, el hecho es que el Evangelio escrito de San Juan se mantiene al margen de la tradición sinóptica, que sólo incidentalmente toca para precisarla o completarla. CARÁCTER. — Habían pasado más de sesenta años desde la ascensión del Maestro. Con la constante predicación evangélica, y más aún con la profunda contemplación, Juan había convertido en sustancia propia el Evangelio. La palabra de Jesús se había encamado en la palabra de Juan, y la fusión de ambas palabras dio origen a la palabra personal, inimitable, del discípulo amado. Bajo el influjo transformador del Maestro, los relámpagos del «Hijo del trueno» se habían trocado en plácida luz de mediodía. Los ancianos viven de recuerdos, y Juan «el Anciano» vivía enteramente de los recuerdos del Maestro. Recuerdos de anciano, pero envueltos en una atmósfera de luz difusa y cálida. Realidad ideal, historia trascendente: tal es el cuarto Evangelio. Hechos que son signos, hechos que son palabra: tales son los que caracterizan la narración de Juan, en que se dan la mano historicidad y simbolismo. EL ESTILO. — Lo primero que llama la atención en el estilo de Juan es la atomización del pensamiento. En vez del período clásico, que señala la jerarquía de las frases y pone de relieve el pensamiento principal, nos hallamos con una serie desligada y casi anárquica de incisos, en que lo principal y lo secundario aparecen en un mismo plano.

Más, afortunadamente, todo ese embrollo no pasa de la corteza. A poco que se ahonde, pronto se encuentra el hilo conductor que nos guíe en ese laberinto. Aquellas frases vibrantes, expresión del pensamiento fundamental, repetidas, sabiamente distribuidas y progresivamente desarrolladas, comunican tal luz a todo el conjunto y tal relieve a sus partes, que, en virtud de este influjo, los diminutos incisos parece se buscan y llaman unos a otros, y se traban y se combinan jerárquicamente hasta construir períodos harmónicos, luminosos.

Pero estas repeticiones no se limitan a reproducir una frase, un pensamiento más o menos fundamental. Este sistema de repeticiones, en que a intervalos reaparece el mismo pensamiento, cada vez enriquecido con elementos nuevos, constituye una manera original de síntesis.

Tal es la ley, tal el principio sintético que regula el estilo de San Juan: es una especie de reproducción progresiva, una ondulación concéntrica del pensamiento, que, sin perder su fisonomía original, crece y se agranda. Colocados en el centro mismo, obtenemos la presencia simultánea de toda la verdad y de todas las fases de su desenvolvimiento en nuestro espíritu.
ORDEN Y PLAN. — El orden del cuarto Evangelio es estrictamente cronológico. Habla explícitamente de tres Pascuas, que encuadran la vida pública de Jesús; y si la fiesta mencionada en 5:1 no es otra Pascua, presupone una Pascua intermedia entre 2:13 y 6:4. Suponer una inversión de los capítulos 5 y 6 es un recurso indocumentado. El cuarto Evangelio es un choque entre la luz y las tinieblas. De ahí la división en dos partes: lucha verbal (1:12), lucha sangrienta (13:21). La luz triunfa de las tinieblas con la difusión de sus claridades doctrinales y con la resurrección a vida eterna.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Juan  7,1

NO QUERÍA ANDAR POR LA JUDEA: este año Jesús no fue a Jerusalén para celebrar la Pascua. La hipótesis de algunos modernos, que colocan en este lugar el milagro de la piscina de Bethesda, se basa en otra hipótesis: la inversión de los capítulos 5 y 6.


Juan  7,2

LA ESCENOPEGIA: se llamaba también fiesta de los Tabernáculos, y duraba ocho días, desde el 15 al 22 del séptimo mes (Tishrí = septiembre-octubre). Durante estos días habitaban los judíos en chozas de ramaje, para recordar y en cierta manera reproducir el modo como habían vivido sus padres bajo tiendas por espacio de cuarenta años en el desierto.


Juan  7,3

SUS HERMANOS: algunos de sus parientes, que todavía no creían en él.


Juan  7,6

MI TIEMPO TODAVÍA NO HA LLEGADO: el tiempo de entrar en Jerusalén con la ostentación que deseáis. Llegó este tiempo cuando el domingo de Ramos entró el Señor como Rey en la ciudad, mas para morir en ella.


Juan  7,8

YO NO SUBO A ESTA FIESTA: por varias razones pudo decir el Señor con toda verdad que no subía a la fiesta, aunque después de hecho subió. Prescindiendo de que no asistió a la solemnidad del primer día, quiso decir que no subía entonces en compañía de ellos y del modo y con el fin que ellos le proponían. La otra variante « yo todavía no subo», si no es auténtica, es una excelente glosa.


Juan  7,13

NADIE…HABLABA DE ÉL PÚBLICAMENTE: ni en pro ni siquiera en contra, por no contravenir a la conjura del silencio.

|| LOS JUDÍOS: los jefes o dirigentes. Es frecuente en Juan este sentido restrictivo y peyorativo de la palabra.


Juan  7,16

MI DOCTRINA NO ES MÍA: esta respuesta va derecha al blanco. Como quien dice: ¿Queréis saber de quién aprendí lo que sé? No de ninguno de vuestros maestros, SINO DE AQUEL QUE ME ENVIÓ, de Dios, como bien entendieron ellos.


Juan  7,17

QUIEN QUISIERE CUMPLIR SU VOLUNTAD, CONOCERÁ…: sentencia profundísima. Dice Jesús que el sincero deseo de cumplir la divina voluntad es condición indispensable para conocer el origen divino de su doctrina; pero no que esta sinceridad subjetiva sea el principio de semejante conocimiento. El principio o motivo de este conocimiento es objetivo y asequible directamente a la inteligencia: son principalmente los milagros obrados por Cristo y las profecías cumplidas en Cristo; sólo que, para que los rayos de la verdad objetiva lleguen a iluminar la inteligencia, es menester que las disposiciones subjetivas o afectivas del hombre sean tales que dejen libre el acceso de la luz.


Juan  7,18

EL QUE HABLA POR SUpropia CUENTA y por propia iniciativa, BUSCA SU GLORIA: la ciencia autónoma, el sabio que se imagina plenamente autor de su ciencia, no puede buscar la gloria de Dios.


Juan  7,19

¿POR VENTURA NO TENÉIS LA LEY…? Este salto brusco es más aparente que real. Quiere decir que los judíos, no cumpliendo la ley de Moisés, ni por tanto la divina voluntad, no están dispuestos para conocer que la doctrina de Jesús es de origen divino; y que llega a tanto este desconocimiento, que aún desean matarle.


Juan  7,22

POR ESO,…: este por eso ha dado mucho que entender a los intérpretes. Algunos lo suprimen apoyados en la autoridad de S* (primera mano del Sinaítico): endeble apoyo para una solución tan radical y tan cómoda. Hay que admitir, pues, la autenticidad del por eso y juntarlo con lo que sigue. Y no es tan difícil explicarlo si, más que a la corteza de las palabras, se atiende a su sentido y al desenvolvimiento del pensamiento. Quiere, pues, decir el Señor: «Sané al paralítico en sábado, y por eso os escandalizáis y me condenáis como transgresor del sábado. Pues bien, por eso, por la misma razón, os podría yo acusar a vosotros como transgresores del sábado, dado que vosotros EN SÁBADO CIRCUNCIDÁIS A UN HOMBRE». Y continúa, formulando más tajantemente el argumento a fortiori: Si LA CIRCUNCISIÓN RECIBE UN HOMBRE EN SÁBADO, PARA QUE NO VENGA A MENOS. LA LEY DE MOISÉS, ¿OS ENCOLERIZÁIS CONMIGO PORQUE EN SÁBADO SANÉ A TODO EL HOMBRE?


Juan  7,27

ESTE SABEMOS DE DÓNDE ES…: dos cosas afirman:
1) que ellos conocen el origen de Jesús;
2) que nadie conoce el origen del Mesías; de donde concluyen que Jesús no puede ser el Mesías.

Jesús, prescindiendo de la segunda afirmación, que tiene un fondo de verdad, aunque desfigurada por el mesianismo apocalíptico, se limita a rebatir la primera, mostrándoles que no saben de dónde viene él.


Juan  7,34

ME BUSCARÉIS…: de suyo estas palabras, repetidas casi idénticamente a los discípulos (Jua_13:33), no son una amenaza ni tienen el sentido peyorativo que tendrán poco después, por razón del contexto, al ser dichas de nuevo a los mismos judíos (Jua_8:21). En este lugar, dichas después de la orden de prisión, parecen querer decir: «Mientras estoy con vosotros, y cuando sea llegada mi hora, podréis prenderme; mas después, cuando me hubiere ido al que me envió, por más que me busquéis, no me hallaréis; porque a donde voy, vosotros no podéis venir».


Juan  7,37

QUIEN TIENE SED, VENGA A MÍ Y BEBA: las palabras de Jesús eran frecuentemente motivadas por las circunstancias de lugar y tiempo. Según esto, la declaración de Jesús adquiere mayor relieve si se la considera relacionada con la significativa ceremonia que había tenido lugar durante los siete días precedentes de la festividad de los Tabernáculos. Cada mañana un sacerdote, acompañado de una muchedumbre regocijada, iba a la fuente de Siloé con una jarra de oro para sacar agua, que luego vertía en el templo delante del altar. Mientras el sacerdote sacaba agua de la fuente, cantaba el coro aquel verso de Isaías (Isa_12:3): «Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salud». Esta agua, símbolo de las bendiciones mesiánicas, era la que prometía Jesús: él era la fuente de la salud mesiánica y divina.


Juan  7,38

MANARÁN DE SUS ENTRAÑAS RÍOS DE AGUA VIVA: no tendrá que acudir fuera de sí para hallar el agua que apague su sed; del fondo de su corazón brotará la fuente, de donde manará a torrentes el agua de la vida eterna.


Juan  7,39

ESTO DIJO DEL ESPÍRITU: esta fuente de aguas vivas es el mismo Espíritu Santo, que, recibido del corazón de Cristo, morará de asiento en el corazón de los creyentes.

|| TODAVÍA NO HABÍA ESPÍRITU: espíritu es aquí no la persona del Espíritu Santo, eternamente existente, sino su plena comunicación concedida a los hombres. Esta plena comunicación, la promesa mesiánica por antonomasia, está vinculada a la glorificación del Mesías, es decir, a su pasión y muerte, a su resurrección y gloriosa ascensión. Pentecostés había de ser el día de esta plenaria comunicación.


Juan  7,40

EL PROFETA: se refieren al anunciado par Moisés (Deu_18:15-18), que ellos suponían distinto del Mesías.


Juan  7,42

«DE LA DESCENDENCIA DE DAVID…»: hablan los partidarios del mesianismo rabínico, que, ignorando que Jesús era hijo de David y nacido en Belén, concluían erróneamente no poder Jesús ser el anunciado Mesías.


Juan  7,48

¿ALGUNO CREYÓ EN ÉL ENTRE LOS JEFES? Ignoraban los que tal decían que en el seno del mismo sanhedrín había algunos que creían en Jesús.


Juan  7,50

NICODEMO: sin declararse partidario de Jesús, atrévese a salir en su defensa.


Juan  7,52

DE GALILEA NO SURGE NINGÚN PROFETA: Ignoraban los que tal dijeron que los profetas Jonás y Nahum habían nacido en Galilea. Suponían además falsamente que Jesús era nacido en Galilea.


Juan  7,53naruto al 8:11

Los críticos acatólicos se declaran, generalmente, contrarios a la autenticidad de este pasaje. Ante todo, auténtico no es lo mismo que canónico o histórico. La canonicidad, que supone la divina inspiración, ha sido definida por la Iglesia (Denz. 784). La historicidad no ofrece dificultad especial. Todo el problema versa sobre la autenticidad, que ha sido negada o puesta en duda principalmente por la omisión de este pasaje en muchos de los mejores códices y versiones más antiguas. En absoluto, de tres maneras puede explicarse el hecho de la omisión:
1) porque el pasaje, existente en el original redactado por Juan, fue suprimido en algunas o muchas de sus copias;
2) porque, no incluido en la primera redacción, fue posteriormente adicionado, bien por el mismo Juan, bien por alguno de sus discípulos con su aprobación;
3) porque la adición se hizo sin conocimiento de Juan o después de su muerte.

Ahora bien, esta tercera hipótesis es inadmisible para un católico, dado que en ella queda sin explicar la canonicidad del pasaje. Quedan las dos primeras hipótesis, que explican igualmente el hecho de la omisión. Pero, además de este hecho, hay que tomar en consideración otro, consignado por San Ambrosio (ML 14:929) y por San Agustín (ML 40:474): el de que algunos, sobradamente meticulosos o puritanos, suprimieron el pasaje, que juzgaban excesivamente indulgente con el crimen de adulterio. Otro hecho hay que tener presente, consignado por San Jerónimo (ML 23:553): que en su tiempo este pasaje se leía «en muchos códices así griegos como latinos», de donde se sigue que la autoridad de los más antiguos códices que ahora existen queda contrapesada por otros tan antiguos o más, aunque no se hayan conservado. Considerados en conjunto todos estos hechos, resulta incomparablemente más verosímil la supresión del pasaje que no su adición posterior.