Hechos 2 Nuevo Testamento (Bover-Cantera, 1957) 4ta Edición | 47 versitos |
1 Y al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.
2 Y se produjo de súbito desde el ciclo un estruendo como de viento que soplaba vehemente, y llenó toda la casa donde se hallaban sentados. *
3 Y vieron aparecer lenguas como de fuego, que, repartiéndose, se posaban sobre cada uno de ellos.
4 Y se llenaron todos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, según que el Espíritu Santo les movía a expresarse. *
5 Hallábanse en Jerusalén judíos allí domiciliados, hombres religiosos de toda nación de las que están debajo del cielo;
6 y al oírse este estruendo, concurrió la multitud y quedó desconcertada, por cuanto les oían hablar cada uno en la propia lengua.
7 Y se pasmaban todos y maravillaban, diciendo: Mira, ¿pues no son galileos todos esos que hablan?
8 ¿ y cómo nosotros oímos hablar cada uno en nuestra propia lengua en que nacimos
9 —partos, medos y elamitas, y los pertenecientes a la Mesopotamia, a la Judea y a Capadocia, al Ponto y al Asia,
10 a Frigia y a Panfilia, a Egipto y a las partes de la Libia junto a Cirene, y los romanos aquí residentes,
11 así judíos como prosélitos, cretenses y árabes—, cómo les oímos hablar en nuestras lenguas las magnificencias de Dios? *
12 Y se pasmaban todos y no sabían qué pensar, diciéndose el uno al otro: ¿Qué querrá ser esto?
13 Mas otros, haciendo chacota, decían: De mosto están llenos.
14 Puesto de pie Pedro, acompañado de los Once, alzó su voz y les habló en estos términos: Varones judíos y moradores todos de Jerusalén: tened esto entendido, y prestad atento oído a mis palabras. *
15 No es así, como vosotros presumís, que estén éstos embriagados, pues es la hora tercia del día;
16 sino que esto es lo dicho por el profeta Joel (2:28-32):
17 Y acaecerá en los días postreros, dice Dios, | que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; | y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, | y vuestros jóvenes verán visiones, | y vuestros ancianos soñarán ensueños; |
18 y aun sobre mis siervos y sobre mis siervas | en los días aquellos derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. |
19 Y obraré portentos en el cielo arriba | y señales sobre la tierra abajo: | sangre y fuego y exhalación de humo. |
20 El sol se tornará tinieblas, y la luna sangre, | antes que llegue el día del Señor, día grande y deslumbrador. |
21 Y será así que todo el que invocare el nombre del Señor se salvará. |
22 Varones israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado de parte de Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales, que Dios obró por él en medio de vosotros, según que vosotros mismos sabéis,
23 a éste vosotros, dentro del plan prefijado y de la previsión de Dios, habiéndole entregado, enclavándole por mano de hombres inicuos, le disteis la muerte;
24 al cual Dios resucitó, sueltas las dolorosas prisiones de la muerte, por cuanto no era posible que él quedase bajo el dominio de ella.
25 Porque David dice respecto de él (Sal 15:8-11): Miraba yo al Señor delante de mí constantemente, | porque a mi derecha está, para que no pierda pie. |
26 Por esto se regocijó mi corazón | y se alborozó mi lengua, | y hasta mi carne reposará sobre la esperanza |
27 de que no abandonarás mi alma en los infiernos, | ni consentirás que tu Santo experimente corrupción. |
28 Me mostraste los caminos de la vida, | me henchirás de gozo con la vista de tu faz. |
29 Varones hermanos, se puede decir sin reparo alguno ante vosotros acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y que su sepulcro subsiste entre nosotros hasta el día de hoy.
30 Profeta, pues, como era, y sabiendo que Dios le había jurado solemnemente que asentarla sobre su trono a uno de sus descendientes (Sal 88:4-5; 131:11),
31 con visión profética habló de la resurrección del Ungido, que ni sería abandonado en los infiernos ni su carne experimentaría corrupción.
32 A éste, que no es otro que Jesús, resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
33 Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, le ha derramado, que es esto que vosotros veis y oís.
34 Que no fue David quien subió a los cielos; antes él mismo dice (Sal 109:1): Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra |
35 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. |
36 Con toda seguridad, pues, conozca todo Israel que Dios constituyó Señor y Mesías a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis.
37 Al oír esto, sintieron traspasado de dolor su corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, varones hermanos?
38 Pedro a ellos: Arrepentíos, dice, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesu-Cristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
39 Pues para vosotros es la promesa, y también para vuestros hijos y para todos los que están lejos, cuantos quiera que llamare a sí el Señor Dios nuestro.
40 Y con otras muchas razones dio su testimonio, y los exhortaba diciendo: Salvaos de esa generación perversa.
41 Ellos, pues, acogiendo su palabra, fueron bautizados; y fueron agregados en aquel día como unas tres mil almas.
42 Y perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones
43 Y toda alma entraba en temor; y se obraban muchos prodigios y señales por medio de los apóstoles en Jerusalén; y un gran temor sobrecogía a todos.
44 Y todos los que habían abrazado la fe vivían unidos, y tenían todas las cosas en común;*
45 y vendían las posesiones y los bienes, y lo repartían entre todos, según que cada cual tenía necesidad.
46 Y día por día, asiduos en asistir unánimemente al templo y partiendo el pan en sus casas, tomaban el sustento con regocijo y sencillez de corazón,
47 alabando a Dios y hallando favor cabe todo el pueblo. Y el Señor iba diariamente agregando y reuniendo los que se salvaban.

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Introducción a Hechos




HECHOS DE LOS
APOSTÓLES

AUTENTICIDAD. — El testimonio unánime y universal de los escritores eclesiásticos de los tres primeros siglos a favor de la autenticidad del libro de los Hechos como obra de San Lucas es una prueba documental cual no lo posee a su favor ningún escrito profano de la antigüedad, y que sólo puede compararse con la que acredita la autenticidad de los Evangelios o de las Epístolas de San Pablo. Y si callase la prueba testifical, bastaba la sola crítica interna para descubrir al verdadero autor de los Hechos. Los prólogos gemelos de las dos obras, y no menos la identidad de lenguaje, en la lexicografía, en la construcción, en los modismos, están diciendo a voces que el autor de los Hechos es el autor mismo del tercer Evangelio. Y los numerosos rasgos paulinos delatan la mano del fiel discípulo de San Pablo, como los frecuentes términos de medicina señala a Lucas el médico. HISTORICIDAD. — Los numerosísimos datos acumulados en la historia de los Hechos, el contacto constante con toda la vida social, política y religiosa de tantos pueblos diferentes y aun contrarios, nos permiten hoy día comprobar la verdad y fidelidad de la narración. Cuanto ha podido comprobarse, que es poco menos que todo, ha resultado rigurosamente exacto. Y es interesante que las dudas suscitadas contra algún pormenor de la narración de los Hechos han sido últimamente disipadas. Un ejemplo significativo. Habla Lucas de Sergio Pablo, procónsul de Chipre- Algunos críticos osaron atacar la exactitud de la expresión, afirmando que Sergio Pablo no fue procónsul, sino propretor. Pero las inscripciones recientemente descubiertas en Chipre hablan del procónsul Sergio Pablo. Y es tanto más admirable la exactitud de Lucas, por cuanto la provincia de Chipre sólo por breve tiempo fue senatoria (o gobernada por un procónsul), habiendo sido poco antes y poco después imperial (o regida por un propretor). Con igual precisión habla del procónsul de Acaya, de los asiarcas y del escriba de Efeso, de los pretores o estrategos de Filipos, de los politarcas de Tesalónica, del Primero de Malta. Y el largo viaje marítimo narrado en los dos últimos capítulos ha sido considerado por los técnicos como un portento de exactitud y precisión. TIEMPO DE SU COMPOSICIÓN. — El año en que se escribió el libro de los Hechos es la bate o punto de referencia para conocer la cronología de los tres primeros Evangelios. De ahí su importancia. Terminan los Hechos en el bienio de la custodia libera en que estuvo San Pablo durante los años 61-63 (o 60-62), sin mencionar la sentencia judicial, que fue entonces de absolución. Al fin, por tanto, de este bienio hubo de terminarse la composición de los Hechos. Como los Hechos comienzan refiriéndose al «primer tratado» (1:1), que es el tercer Evangelio, síguese de ahí que éste hubo de escribirse anteriormente, tal vez hacia el año 60. Por otra parte, sabemos por la tradición que los Evangelios de Mateo y Marcos son anteriores al de Lucas. Fueron, por tanto, escritos antes del año 60, verosímilmente hacia los años 50 y 55, respectivamente. EL TEXTO. — Unos pocos códices, llamados occidentales, representan un tipo de texto algo más largo que el de los códices orientales. Surge, pues, el problema: ¿cuál de los dos textos es el primitivo y genuino? ¿Hay interpolaciones en el texto occidental o más bien hay o misiones en el oriental ? No es posible dar una solución simple y tajante. Sólo en general puede decirse que, si algunas veces es el texto oriental quien abrevia indebidamente el texto primitivo, las más de las veces, empero, es el occidental quien lo interpola. Algunas de estas interpolaciones parecen ser anotaciones hechas al texto de Lucas por algunos que quisieron enriquecerlo con noticias personales que parecen fidedignas.



Fuente: Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)

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Notas

Hechos 2,2-3

Es clásica la interpretación simbólica de los dos signos sensibles, el VIENTO y las LENGUAS DE FUEGO con que se manifestó la acción del Espíritu Santo.


Hechos 2,4

Estas LENGUAS DIFERENTES, que providencialmente coincidían con las de los numerosos judíos allí presentes, no tenían por objeto facilitar la predicación evangélica a todo el mundo; eran más bien fenómenos sobrenaturales pasajeros, destinados a llamar la atención y provocar el asombro de los oyentes.


Hechos 2,11

HABLAR LAS MAGNIFICENCIAS DE DIOS, o, como dice San Pablo, «bendecir a Dios con el espíritu» (1Co_1:16): tal era el objeto principal del don de lenguas.


Hechos 2,14-36

El discurso de Pedro consta de tres partes:
1) advenimiento de los tiempos mesiánicos;
2) mesianidad de Jesús, comprobada por sus milagros, por su resurrección y por la Escritura;
3) exaltación del Mesías, seguida de la efusión del Espíritu Santo.


Hechos 2,42

DOCTRINA DE LOS APÓSTOLES: así se designa la enseñanza cristiana o predicación oral de los apóstoles, que, transmitida a los sucesores, recibió el nombre de tradición. Con estos términos de doctrina, enseñanza, predicación, tradición , se intitularon varios libros de la primitiva literatura cristiana: claro indicio de que en la economía de la revelación cristiana ocupa el primer lugar la tradición más bien que la Escritura.

|| COMUNIÓN es la solidaridad espiritual de los fieles, comúnmente llamada comunión de los santos .

|| LA FRACCIÓN DEL PAN es la cena eucarística.

|| LAS ORACIONES parecen ser las plegarias que acompañaban la celebración de la cena del Señor.


Hechos 2,44

Esta comunidad de bienes nada tiene que ver con el comunismo revolucionario, del cual difiere radicalmente por estas circunstancias:
1) que era libre, no impuesta, y menos por la violencia;
2) que se basaba no en la negación del derecho de propiedad, sino en el libre uso de los bienes legítimamente poseídos;
3) que nacía no del excesivo aprecio de los bienes terrenos, sino más bien de su menosprecio:
4) que aspiraba no a participar de los bienes ajenos, sino a comunicar los propios a lo demás. Aun así, no prosperó este generoso ensayo, como lo demostró poco después la extrema pobreza a que llegaron los fieles de Jerusalén.