Hechos 24 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 27 versitos |
1 Cinco días después, el Sumo Sacerdote Ananías bajó con algunos ancianos y un abogado llamado Tértulo, para presentar delante del gobernador la acusación que tenían contra Pablo.
2 Hicieron comparecer a Pablo, y Tértulo presentó la acusación en estos términos: "Excelentísimo Félix: La profunda paz de que gozamos gracias a ti y las reformas que nuestra nación debe a tu gobierno,
3 constituyen para nosotros, siempre y en todas partes, un motivo de inmensa gratitud.
4 Como no queremos importunarte demasiado, te ruego que nos escuches un momento con tu habitual cordialidad.
5 Hemos comprobado que este hombre es una verdadera peste: él suscita disturbios entre todos los judíos del mundo y es uno de los dirigentes de la secta de los nazarenos.
6 Ha intentado incluso profanar el Templo, y por eso, nosotros lo detuvimos. Queríamos juzgarlo de acuerdo con nuestra Ley,
7 pero intervino el tribuno Lisias, que lo arrancó violentamente de nuestras manos
8 y ordenó a sus acusadores que comparecieran delante de ti. Si lo interrogas, tú mismo reconocerás que nuestros cargos contra él son bien fundados".
9 Los judíos ratificaron esto, asegurando que era verdad.
10 Cuando el gobernador hizo señas a Pablo de que hablara, este respondió: "Con entera confianza voy a defender mi causa, por sé que gobiernas esta nación desde hace varios años.
11 Como tú mismo puedes averiguarlo, no hace todavía doce días que subí en peregrinación a Jerusalén
12 y nunca se me vio ni en el Templo, ni en las sinagogas, ni en la ciudad, discutiendo con alguien o amotinando a la gente.
13 Ellos tampoco pueden probarte aquello de lo que me acusan ahora.
14 Pero sí te confieso que sirvo al Dios de mis padres, siguiendo el Camino que mis acusadores consideran una secta. Creo en todo lo que está contenido en la Ley y escrito en los Profetas,
15 y tengo la misma esperanza en Dios que ellos tienen: la esperanza de que habrá una resurrección de justos y pecadores.
16 Por eso trato de conservar siempre una conciencia irreprochable delante de Dios y de los hombres.
17 Después de unos cuantos años, vine a traer limosnas a mis compatriotas y a presentar ofrendas.
18 Así fue cómo algunos judíos de la provincia de Asia me encontraron en el Templo: yo me había purificado y no estaba provocando ninguna clase de amotinamiento ni de tumulto.
19 Son ellos los que hubieran debido presentarse ante ti para acusarme, si tenían alguna queja contra mí.
20 Por lo menos, que digan los que están aquí de qué delito me encontraron culpable cuando comparecí delante del Sanedrín.
21 A no ser que se trate de lo único que dije, puesto de pie en medio de ellos: "Hoy ustedes me juzgan a causa de la resurrección de los muertos".
22 Félix, que estaba muy bien informado de todo lo concerniente al Camino del Señor, postergó la causa, diciendo: "Cuando descienda de Jerusalén el tribuno Lisias, me expediré en este asunto".
23 Después ordenó al centurión que custodiara a Pablo, pero dejándole una cierta libertad y sin impedir que sus amigos lo atendieran.
24 Algunos días después, se presentó Félix con su mujer Drusila, que era judía. El mandó llamar a Pablo y lo oyó hablar acerca de la fe en Jesucristo.
25 Pero cuando Pablo se puso a tratar sobre la justicia, la continencia y el juicio futuro, Félix, lleno de temor, le respondió: "Por ahora puedes irte; te volveré a llamar en la primera ocasión".
26 Al mismo tiempo, él esperaba que Pablo le diera dinero, y por eso lo hacía llamar frecuentemente para conversar con él.
27 Al cabo de dos años, Porcio Festo sucedió a Félix; y como este quería congraciarse con los judíos, dejó a Pablo en la prisión.

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Introducción a Hechos


HECHOS DE LOS APÓSTOLES

En el Prólogo al libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, su autor remite expresamente a un "primer Libro" escrito por él mismo, donde se narra lo que hizo y enseñó Jesús desde el comienzo hasta el momento de su Ascensión al cielo (1. 1-2). El Libro a que alude es el tercer Evangelio, y el autor es el evangelista san Lucas, que concibió y compuso estos dos Libros como partes integrantes de una única obra. Sólo hacia el año 150, cuando los cristianos reunieron los cuatro Evangelios en un mismo volumen, estas dos partes quedaron separadas.
Los "hechos" relatados en el Libro muestran cómo los Apóstoles dieron cumplimiento al programa que el Señor resucitado les fijó antes de su partida: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra" (1. 8). En el Evangelio de Lucas, el ministerio terreno de Jesús comienza en Nazaret ( Luk_4:16-21 ) y culmina en Jerusalén con la Pascua del Señor ( Luk_9:51 ). Y es precisamente de Jerusalén, de donde el mismo Lucas hace partir la acción evangelizadora de la Iglesia narrada en el libro de los Hechos.
Para escribir este Libro, Lucas empleó una abundante documentación: las tradiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía, el testimonio personal de Pablo y, en particular, un "diario de viaje" que narraba la actividad misionera del Apóstol, donde el empleo del "nosotros" indica que su autor era un testigo presencial de los acontecimientos. Esto hace que el libro de los Hechos de los Apóstoles sea una fuente de información imprescindible para conocer los primeros tiempos de la Iglesia.
Sin embargo, Lucas no es un simple cronista que pretende escribir la historia completa de los orígenes cristianos, o presentar la penetración del Cristianismo en el mundo pagano como un fenómeno puramente histórico. Su finalidad es poner de manifiesto la acción del Espíritu, que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más lejanos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Hechos 24,1-27

5. "La secta de los nazarenos": el Cristianismo era considerado por sus adversarios como una "secta" del Judaísmo. Ver v. 14; 28. 22.

14. Pablo muestra admirablemente que el Cristianismo es la realización definitiva de las promesas y de las esperanzas del Judaísmo. Ver Rom. 9 - 11.

24-25. "Félix" era avaro, brutal y vicioso. "Drusila", hija de Herodes Agripa I, había abandonado a su esposo, convirtiéndose en la tercera mujer de Félix. La actitud de Pablo, en esta ocasión, ofrece muchas semejanzas con la de Juan el Bautista delante de Herodes. Ver Mar_6:17-20.

27. "Félix" se comportó de manera ilegal, porque la prisión preventiva no podía durar más de dos años.